«El ascenso de la ultraderecha: desde una mirada filosófica, psicoanalítica y metafísica. «
En los últimos años, hemos sido testigos de un fenómeno político que trasciende fronteras: el ascenso de la ultraderecha. Líderes y partidos con discursos autoritarios y nacionalistas han ganado fuerza en Europa, América Latina y Estados Unidos. En Argentina, el caso de Javier Milei genera intensos debates, tanto dentro como fuera del país. ¿Qué impulsa este movimiento? ¿Es un retroceso cultural o un ciclo necesario en nuestra historia?
Hemos visto cómo líderes y partidos con discursos autoritarios y nacionalistas, ganan fuerza en lugares tan diversos como Europa, América Latina y Estados Unidos. Sin ir tan lejos, Argentina, es uno de los casos que más polémica y controversia genera en la escena política internacional.
Para comenzar a reflexionar en torno a la pregunta, podemos mencionar dos términos contrapuestos: Conservadurismo y progresismo. En filosofía política, el conservadurismo y el progresismo representan dos fuerzas en constante tensión. Una busca preservar lo conocido, mientras que la otra apuesta por el cambio y la innovación.
¿Qué es el conservadurismo?
En términos generales, se refiere a las doctrinas y movimientos políticos que buscan mantener o restaurar las tradiciones de una sociedad, ya sean religiosas, culturales o políticas, utilizando el poder del Estado para este fin.
El problema central de esta postura es que, a menudo, funciona como una herramienta para preservar las estructuras de poder existentes, defendiendo los intereses de las clases dominantes y oponiéndose a cambios necesarios para alcanzar la justicia social.
En Argentina, el término «justicia social» se asocia frecuentemente de manera negativa al peronismo, pero ¿que significa este concepto? La justicia social, en su esencia, se basa en la dignidad humana, el respeto por los derechos fundamentales y la creación de oportunidades para las clases más desfavorecidas. Sin embargo, la resistencia conservadora a los cambios estructurales suele obstaculizar este ideal.
Los avances en derechos humanos y cuestiones de género de esta última década, promueven valores como la igualdad, la inclusión y la diversidad, que desafían las estructuras jerárquicas tradicionales que suelen ser defendidas por posturas conservadoras. Desde un enfoque conservador, estos cambios pueden percibirse como una amenaza a valores fundamentales como la familia tradicional, la religión y los roles de género clásicos.
A menudo, el conservadurismo utiliza narrativas que plantean los avances, como una pérdida de identidad nacional, moral o cultural , movilizando temores en torno a la disolución del tejido social. Por otro lado, en relación al contexto social de permanente cambio y en búsqueda de mayores derechos, en tiempos de crisis económica y social, como los que atraviesa Argentina, muchas personas buscan líderes que ofrezcan soluciones simples y contundentes.
Ante el enojo, la frustración, la falta de respuestas por parte del gobierno a sectores desprotegidos y los discursos que la derecha liberal aprovecha para conquistar a estos sectores, emergen figuras líderes como el ejemplo de Milei, quien supo a traves de las redes sociales capitalizar ese enojo utilizando un lenguaje combativo, dirigiendo la frustración colectiva hacia figuras que simbolizan el «sistema» Como «casta política«.
Freud señaló que las masas, guiadas por sus pulsiones inconscientes, necesitan un enemigo común para canalizar sus emociones reprimidas. Las propuestas de Milei apelan más a las emociones que a la razón, explotando el miedo al futuro, la inseguridad económica y la frustración. Esto refuerza su capacidad de liderazgo sobre una masa que busca una figura salvadora.
La ultraderecha moderna utiliza estrategias para conectar con las masas. Habla al ‘pueblo‘ contra una élite percibida como corrupta, simplificando problemas complejos en soluciones radicales.»
Desde una perspectiva foucaultiana, el ataque de Milei al Estado como instrumento de control y regulación se convierte en un intento de reconfigurar el poder en torno al mercado. El eje principal de sus argumentos.
Esto implica una política radical, donde los trabajadores, consumidores quedan completamente sometidos a las dinámicas del capitalismo sin las protecciones tradicionales del Estado. La democracia, en su forma actual, está en crisis. Las instituciones parecen incapaces de responder a las demandas sociales, lo que abre espacio para alternativas autoritarias que prometen acción rápida y decisiva. En psicología, las crisis colectivas, como pandemias o desigualdades extremas, pueden generar una regresión hacia comportamientos primitivos. Es como si volviéramos a buscar refugio en un pasado idealizado, aunque nunca haya existido realmente.
Viktor Frankl establece que «En momentos de vacío, las personas buscan sentido, aunque este sea destructivo o regresivo.»
Nietzsche hablaba de la ‘muerte de Dios’ como la pérdida de un marco trascendental que diera sentido a la vida. En su lugar, ideologías extremas como la ultraderecha ofrecen una identidad clara y una narrativa simple.»
Desde una perspectiva metafísica, podríamos interpretar este fenómeno como parte de un ciclo. Oswald Spengler, en ‘La decadencia de Occidente’, plantea que las civilizaciones tienen etapas de auge, apogeo y declive. La polarización política refleja un dualismo más profundo: orden, caos, tradición, progreso. Es como si la humanidad estuviera atrapada en una batalla metafísica por su propio destino.»
Para cerrar, es importante mencionar como «El ascenso de la ultraderecha no es solo un fenómeno político; es un espejo que nos obliga a reflexionar sobre nuestras decisiones, nuestros valores y miedos ante un cambio que es inminente.»
El fenómeno Milei en Argentina no es solo político, sino un síntoma de dinámicas más profundas en la sociedad. Es un reflejo de cómo el miedo, el discurso y la moral pueden ser utilizados para consolidar movimientos que prometen «libertad», pero que también traen consigo exclusión y polarización.
¿Estamos viendo un retroceso temporal necesario para un salto evolutivo posterior?
¿La ultraderecha apela al «orden» como respuesta al «caos moderno»?
