El 24 de junio de 1935, en el aeropuerto Olaya Herrera de Medellín, un avión que estaba a punto de despegar y que se desvió impactando de frente contra otro avión similar (trimotor) que aguardaba ingresar a la pista, explotaron y dejó una tragedia de diecisiete personas fallecidas en el acto, entre las cuales estaba Carlos Gardel, de 44 años, en la cima de su popularidad como cantor de tangos. También perdieron la vida Alfredo Le Pera (letrista), Guillermo Barbieri y Ángel Riverol (guitarristas), José Corpas Moreno (el secretario y técnico de sonido) y Alfredo Azzaff (agente de prensa). Solo sobrevivieron José Plaja (secretario) y José Aguilar (guitarrista). La máquina iba de Bogotá a Cali, y había hecho escala en Medellín, en el marco de una gira latinoamericana.

En nuestra ciudad de La Plata, Gardel era habitué de las carreras de pura sangre en el Hipódromo, donde apostaba a sus pingos, algo que lo apasionó y que se inmortalizó en el tango «Por una cabeza». Por el lado de su faceta profesional, la música, hizo cuatro presentaciones. Entre las caras conocidos, el deporte más popular lo llevó a conocer a lo selección nacional y cantarle en la concentración durante la Copa Mundial de 1930. Allí estaban Manuel “Nolo” Ferreira y Alejandro Scopelli, goleadores de Estudiantes, y Francisco “Pancho” Varallo, ídolo de Gimnasia y de Boca Juniors, campeón con ambas camisetas, quien vivió hasta los cien años de edad –partió el 30 de agosto de 2010 en La Plata, la misma ciudad natal en 1910–. Ese querido “Panchito” o “Cañoncito”, siempre que recibía a algún amigo, familiar o a los hombres de prensa en su casa que está en el contorno de la Plaza Brandsen (numeral 167, aún intacta) invocaba con alegría al “Zorzal Criollo”, al “Morocho del Abasto”, al «Mudo», ó como lo nombraba el goleador… «Carlitos»…
Varallo debutó en primera de Gimnasia y Esgrima La Plata en 1928, cuando Gardel ya era un cantor consagrado (inició su carrera artística en 1911). Su voz quedó en los primitivos discos acústicos de los sellos “Columbia” y “Odeón”. Se presentaba como solista en Barcelona y París, dos ciudades de las que llegaron las grabaciones que en nuestro suelo bonaerense se difundieron rápidamente, cautivando al gran público.

La amistad entre Varallo y Gardel empezó en un Mundial, el primero de la historia. El 11 de julio, cuatro días antes del estreno argentino, visitó a la delegación, y posó con todos en una fotografía que Varallo enmarcó y tuvo colgada en una pared de su vieja agencia de Lotería, aquí en La Plata. Esa escena feliz la componían jugadores, el DT Francisco Olazar, el preparador fisico José Tumutola, “El Zorzal Criollo” y dos de sus guitarristas, Aguilar, que era uruguayo, y Barbieri, de nacionalidad argentino y fana de Huracán. En el fatídico accidente, Aguilar sobrevivió y Barbieri falleció.
El equipo arrancó excelente, cuando venció a Francia 1 a 0 (gol de “Doble Ancho” Monti) con Varallo y Ferreira como titulares; luego, siguieron desfilando México, Chile y Estados Unidos, accediendo a la finalísima ante los locales en lo que fue una de las finales más calientes de toda la historia mundialista.
En esa Copa el “Cañoncito” era jugador de Gimnasia con sus inocentes 19 años, y había viajado como suplente pero quedó con la titularidad y al final fue elegido en «el once ideal del campeonato». Jugó cuatro de los cinco partidos; le hizo un gol a los mexicanos (el 4 a 1 en una tarde de goleada nacional 6 a 3).

No fue fácil concentrar en la Barra de Santa Lucía, un hospedaje que se encontraba a unas dos horas de Montevideo. Ahí, teníamos un terreno que nos dieron para entrenar, que estaba al lado del hotel y era como un gallinero”, expresaba Varallo. «Gardel cantó y jugamos a la lotería».
Según Varallo, “el Conejo Scopelli (otro crack de Estudiantes que participó del equipo nacional) era fana de Gardel y le pidió en la concentración que cante el tango Dandy”. Sin embargo, según citó alguna vez Roberto Sbarra (otro símbolo estudiantil que integró el equipo conocido por «Los Profesores»), «el que pidió la canción fue Pechito De La Torre”. Lo cierto es que Carlitos cantó Dandy, coincidían Pancho Varallo y Robertón Sbarra.
«Después Gardel visitó al plantel uruguayo… Te imaginas, no podía cantar solo para nosotros porque se armaba la podrida”, decía el platense Varallo. “Pero no fue a la final”. Ese encuentro que según se supo fue un vaticinio del cantante. Y para Varallo terminó en una bronca que no pudo cicatrizar en su corazón. “Nos ganaron de guapos”. En el primer tiempo Argentina se imponía 2 a 1 y luego el equipo local lo dio vuelta. En los primeros minutos del segundo acto el joven Panchito pudo estirar el resultado a un 3 a 1. “Nolo me cortó una pelota bárbara y metí un bombazo que no entró de casualidad. Ahí me lesioné del todo, y como no había cambios, terminó en el campo “pero apenas podía caminar”.

En una nota con el periodista Gabriel López en la que Pancho se abrió a todas las preguntas, y en compañía del entrenador Miguel Ignomiriello, recordaban una presentación de Gardel en el Cine teatro Astros, en La Plata, en el año 1933. Varallo confesó que “eso fue después del Mundial de Montevideo, y lo trajimos con Nolo, ese show lo hizo porque le pedimos que viniera con nosotros, Nolo lo quería mucho también”. Y don Miguel puntualizó: “Cuando terminó, la gente que estaba afuera esperó que saliera y pidió ‘Carlitos, ¿nos canta algo?’. Ahí estuvo mi padre, que escuchó dos canciones en la calle 7. Después Gardel se fue caminando hasta la estación de trenes, donde se tomó el primer tren que se iba a Capital a las dos y media de la mañana”.

“En Capital, a menudo nos encontrábamos con Carlitos”, se enorgullecía Varallo que en su alma noble guardó siempre un recuerdo, aquella vez en un célebre bar, La Meca. “venía de las carreras… Le digo ¡Carlitos, cómo fumaaa! No me hace nada Varallito, me decía con esa voz de macho. Nos tenía abrazados a Cherro y a mí, en la calle Corrientes. En ese bar nos invitaba a cafetear y a veces le decíamos a Lazzatti, que se enloquecía si le decíamos que venía Gardel”.
Gardel no era muy futbolero, era más amante “de los burros”. Así lo recordaba también Panchito, y en la familia Varallo, unos sobrinos también supieron de esas andanzas de Gardel en el mundo hípico. “Siempre andaba con la fija y los anteojos para leer la letra chica de los burros”, describió el recordado contador platense “Cacho” De Luca, en el libro que escribió en honor a su tío Pancho. “Gardel era amigo de Leguisamo y tenía su propio caballo ‘Lunástico’, que era medio perro, pero al final ganó”, recordó Raúl Di Cola, sobrino de Pancho, ex jugador de las divisiones juveniles de Estudiantes y de San Martín de Los Hornos en los años sesenta.

UN DÍA ANTES DEL DECESO: DOS GOLES DE VARALLO
Fue un día antes del accidente de la aeronave que acabó con el Gran Carlitos, que hubo fútbol en la Argentina y hubo victoria de Boca en Platense, en la desaparecida cancha de Manuela Pedraza y Cramer, por 2 a 0, con dos goles de Varallo. La decimocuarta fecha jugada el 23 de junio de 1935 fue la antesala de un día muy triste. En ese instante, los dos vivían su máxima gloria, y el insider derecho de los Azul y Oro iba rumbo a la doble obtención del campeonato durante una temporada del ‘35 en que estrenaba la denominación actual de Asociación del Fútbol Argentino (AFA).
El desgraciado accidente de Medellín convirtió en mito al “Morocho”, mientras que la producción de Pancho y la pelota empezó a decaer en 1937 por lesiones que van espaciando sus actuaciones, a tal punto que apenas puede jugar un partido en 1938, y pone fin a su carrera en 1939.
Varallo fue el máximo goleador de Boca, hasta que otro platense lo superó setenta años después de su retiro, Martín Palermo.

Pancho había nacido en La Plata y surgido en el Club 12 de Octubre, de la Federación Platense de Football. Su sobrino Cacho, en aquel libro, dedicó un capítulo que tituló: «Pancho Varallo, más famoso que Gardel». Es que era ovacionado por multitudes, mientras que Gardel hacía sus presentaciones en teatros con capacidad muy limitada e inferior a los cuarenta o cincuenta mil espectadores que vivaban los goles del Cañoncito”.
Claro que Carlos salía en las películas, “Luces de Buenos Aires”, “Melodía de Arrabal”, “Espérame”, “Cuesta abajo” y “El tango en Broadway”.
En estos días, se vive en varios puntos del país un homenaje al cantante y compositor. Hasta el domingo 29 inclusive, la Ciudad de Buenos Aires organiza más de 70 actividades para recordarlo muchas de ellas gratuitas. El Museo Casa Carlos Gardel (Jean Jaurès 735) tendrá una programación diaria que incluye visitas guiadas, encuentros de coleccionistas, conciertos de guitarra, cuartetos vocales, teatro y títeres. En Bahía Blanca, también está la Jornada Gardeliana, con la XVI edición, con espectáculos, cine, charlas, entre otras propuestas, bajo la producción general de un miembro de la Academia Nacional del Tango, José Valle, para el Ciclo Cultural Bahía Blanca No Olvida.