El cordobés que llegó de Sarmiento a Estudiantes y tuvo asistencia perfecta en 1964 y 1965. Fue parte de las primeras prácticas con la ley de off side en 1 y57. Fue el hombre que sugirió a Zubeldía para trabajar en Colombia. El «Zurdo» dirigió al Argentinos de Maradona subcampeón del ’80, con su ayudante y amigo Spadaro. En el Rojo ganó mucho como jugador, la Intercontinental ante Juventud, y como DT una Supercopa. Había nacido en 1942 en Córdoba y falleció a los 83 años en Barranquilla
Era de cuna cordobesa, un 2 de buen dominio con la pierna que da origen a su sobrenombre, “El Zurdo”, que integró la Selección Argentina y a los que el viejo tablón valoró como un jugador con “sangre”, de los que está en las trabadas más bravas, como abundaron por su temple en los años ’60 Galeano, Rosl, Silvero, Rattín, Sacchi, Albrecht, Rolan, Navarro, Ferreiro, Malbernat, Aguirre Suárez.
Miguel Angel Lopez se había destacado en Sarmiento de Junín, donde fue volante con buena aptitud técnica y al llegar a Estudiantes bajó a la última línea, donde ofreció su capacidad para salir jugando. Tuvo asistencia perfecta en Estudiantes durante 1964-1965.
“El Zurdo” fue el único hombre que no asistió el 16 de enero de 1965 cuando fue presentado Osvaldo Zubeldía y su ayudante Argentino Geronazzo, ya que se accidentó durante sus vacaciones en Río Cuarto, al estallar una bomba de nafta y sufrir diversas quemaduras. Al tiempo se integró al trabajo, que tenía además al preparador físico Kistenmacher, y probó las distintas formas y sistemas de aquel cuerpo técnico, entre ellas, la ley del off side. Y llegó a la presentación de la primera fecha (concentraron en el Hotel Provincial de 8 y 50) con estos once jugadores aquel domingo de abril ante Central: Oleynicky; Barale y Malbernat; Cheves, López y Madero; Nardiello, Bilardo, Leeb, Eduardo Flores y Verón. El arquero suplente fue Poletti.

López totalizó 87 partidos y un gol en Estudiantes. También jugó en Reserva. El primer año ’65, Zubeldía armó la defensa titular con el «Mago» Cheves, el «Zurdo» López, «Cacho» Malbernat y Enry Barale. De esas queridas figuras de la familia Pincha, hoy vive Ruben Francisco Cheves, quien debutó en el Club en 1958.
En 1967 se hizo un trueque con Ferro, y desde Caballito llegó a La Plata Felipe Ribaudo, siendo hombre de los verdes Miguel López (23 partidos en el ‘67), River (1968-1970, 79 partidos, 1 gol), Independiente (1971-1975, 136 partidos, 1 gol). En River vivió la época sin títulos y en los Rojos logró cinco copas internacionales.
Como director técnico tuvo buen suceso en Colombia y México, donde consiguió varios títulos.
En junio de 1976 aterrizó Zubeldía en el aeropuerto de Medellín, ciudad en la que El Zurdo López había estado y recomendó como candidato número uno a don Osvaldo, que era la primera vez, y la única, que salía a trabajar fuera de su país.

En Argentina dirigió a Ferro, Boca e Independiente (en distintas épocas). A pesar de los cuestionamientos de parte del público Rojo, llevó al club a ganar la Supercopa ’95. La camiseta roja también fue símbolo de una gran campaña en Argentinos Juniors, club al que llegó en 1980 —en el esplendor de Diego Maradona—, con el ayudante Hugo Spadaro, quien fue su hermano de la vida. Es que El Zurdo y Huguito habían nacido en Córdoba, se hicieron jugadores en Sarmiento y se consolidaron en la primera de Estudiantes. Aquel Argentinos, de López-Spadaro, obtuvo el subcampeonato Metropolitano ’80, detrás del campeón River. Ese año los «Bichos» iniciaron la pica con Platense, al que eliminaron en Cuartos.
Los principios y valores de López se aprecian en la revista El Gráfico que publica un extenso reportaje el 22 de noviembre de 1983, en sus días de DT de Boca Juniors. El periodista Eduardo Rafael lo definió como “lo antipolémico”. “Mirá, mal de las personas no hablo, me callo”, contestó Miguel. «Y ese código que parece cerrar las puertas al diálogo abre, en cambio, las posibilidades de una charla profunda», describía Rafael. A continuación, varias preguntas y respuestas textuales para atender un poco más al ser humano y profesional que se fue para siempre.
—Hay distintas líneas de trabajo, distintos estilos?
—No, lo hay que hay es un objetivo: el resultado. Mi obligación es que el equipo alcance un resultado favorable a través de un buen juego.
—¿Cuál es la prioridad?, ¿ganar o jugar bien?
—No hay prioridades, hay un fin y los medios para conseguirlo. El fin es ganar, eso es indiscutible y mi intención es alcanzarlo a través a través de un medio ideal que es jugar bien al fútbol.
—Decime, Zurdo, ¿vos crees que hay técnicos que no trabajan?
—El fútbol no es un absoluto. Como sucede en otros lado no todos trabajan de igual forma. Lo que pasa es que algunos creen que son los dueños de la verdad. Por eso menoscaban a los demás. Yo puedo trabajar diferente a algunos o a muchos, pero eso no quiere decir que yo tenga la verdad. En todo caso será mi verdad. Yo guardo mucho respeto por la de los demás.

—¿Mecanizar a los equipos, es positivo o no?
—Para mí no. Le resta creatividad. Los equipos tienen que ser plásticos. Tal vez en algunas circunstancias sea positivo pero todo tiene un tope. Y aún así non es conveniente porque todavía no se ha descubierto nada.
—¿Dónde no se ha descubierto nada?
—En el fútbol. La evolución es lenta, asombrosamente lenta, porque no se le dio el valor real que debe tener la ciencia.
—Explicate mejor…
—Hablemos de la medicina deportiva… Pienso que correctamente aplicada podría llevar un control fisiológico que sirva de apoyo a los técnicos. Uno entrena a un futbolista y no sabe, en determinado momento, si lo que está haciendo es lo correcto, incluso, si non puede resultar perjudicial para la salud del deportista. Te doy un ejemplo. A un jugador le obligamos a realizar diez, veinte, cincuenta piques sin ningún aval científico. Se trabaja en forma empírica. Y la ciencia podría indicarnos que para ese deportista lo correcto son doce piques… Es solo un ejemplo pero lo cierto es que en el futuro para evolucionar, el fútbol necesitará un aporte mucho mejor.
—¿Qué pensás de Bilardo?
—Que es el técnico de la Selección de mi país y por lo tanto merece el apoyo de todos. Además, no hace falta agregar nada, es conocida y está demostrada su capacidad.
—¿Vos te olvidás de vivir por el fútbol, como lo hizo Zubeldía o como lo hace Bilardo?
—Sí… pero, ¿qué es vivir? La vida son los seres que uno quiere y el fútbol. Entre los seres que uno quiere está la familia, la amistad, el afecto por la gente y las cosas.
—Hablá de los técnicos que tuviste. De los que te enseñaron cosas
—El primero que me abrió los ojos, que me orientó, que me hizo ver algo nuevo fue Renato Cesarini, en la Selección. Teóricamente, Renato era la Biblia… Después vino Cap, mostrándome una manera de conducir muy positiva. El Polado era un hombre que tenía muy en claro su concepción de la vida y de la vida dentro del fútbol. Había alcanzado el equilibrio y afrontaba los problemas con una filosofía responsable y sensata, sin llegar a dramatizar. Y bueno, Osvaldo Zubeldía fue mi gran maestro, y ahora tengo una consulta permanente con Carlos Griguol.
Como una paradoja, el futbol puso en una situación que enfrentó a Griguol (con chances de sacar campeón a Gimnasia) y a López (en un Independiente que llegó como visitante y sin nada que pelear). Fue la definición de la última fecha del Torneo Clausura ’95, cuando el “Diablo” de López metió la cola…
Más allá del fútbol, estaba la vida, siempre. López esa noche partió del estadio de 60 y 118 rumbo al velorio de de sus amigos del fútbol, Ricardo “El Yacaré” Echevarría, fallecido el 24 de junio de 1995.
La obra de teatro de vivir lo tuvo en un traje que amó: el de futbolista y luego en la faceta de docente técnico. Este 7 de julio se sacó el traje y se hizo luz plena.