La crisis económica golpea con fuerza al comercio minorista y los kioscos de barrio están entre los más perjudicados. Según datos de la Unión de Kiosqueros de la República Argentina (UKRA), en el último año cerraron 16 mil kioscos, lo que representa una caída del 15% en el sector.
La situación se agrava aún más al observar el largo plazo: en los últimos diez años dejaron de operar más de 94 mil kioscos en todo el país.
“Ojalá cambie. Ojalá no nos borren”, expresó el vicepresidente segundo de UKRA, Ernesto Raúl Acuña, en declaraciones al diario La Nación, reflejando la angustia que atraviesa el rubro.
Ventas en picada y competencia desleal
El 2024 comenzó mal para el sector, con ventas en baja y márgenes de ganancia cada vez más ajustados. Pese a una leve mejora en marzo y abril, mayo fue el peor mes del año, con una caída del 24% respecto a abril, según detalló Acuña.
A esta crisis estructural se suma un fenómeno cada vez más extendido: la venta de productos típicos de kiosco en otros tipos de comercios. “Las farmacias venden gaseosas y alfajores. Las verdulerías ponen heladeras y venden bebidas. No se puede competir con eso”, advirtió el dirigente, denunciando una competencia desigual que deja a los kiosqueros en clara desventaja.
Un rubro clave, sin respaldo ni políticas de alivio
Históricamente, el kiosco de barrio ha sido un punto de referencia en la vida cotidiana de millones de argentinos. Sin embargo, la falta de respaldo estatal, el aumento de tarifas, alquileres y costos de mantenimiento, y la ausencia de acuerdos con proveedores mayoristas hacen cada vez más difícil sostener la actividad.
Desde UKRA alertan que, si no se implementan medidas concretas para proteger al sector, el cierre masivo de comercios podría profundizarse en los próximos meses, dejando sin sustento a miles de familias que dependen de estos emprendimientos.