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sábado, agosto 16, 2025

Adiós, Ramón Maddoni: El fletero que acercó a tantos pibes al sueño de Primera división

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Se animó a vivir después de sufrir. Como la letra de un tango, la melodía que lo llamaba siempre, “primero hay que saber… sufrir… después amar… después partir…” Ramón Maddoni falleció hoy y las noticias pueden dar la cantidad de cracks que el destino puso en su club de barrio, Parque (de 1949, adoptando el nombre de la localidad en que se enclava, Villa del Parque), pero Ramón no fue un erudito, un especialista en tácticas ni un profesor de esos que hablan varios idiomas y salen a conquistar nada. Ramón sí fue un fenómeno popular, cuando la vida le mostraba el mazo ya gastado. La pérdida física de quien fuera su esposa, lo llevó a buscar un cambio y estaba en el fútbol de los pibes. Llegó a ser formador, o guía, en 1981, “cuando Maradona firmó en Boca”. Trabajaba de fletero, de transportista, mientras pensaba en encontrar el eje que le devolviera el gusto.

Parque tiene en su interior dos canchas de fútbol rápido. Las paredes cercanas a la línea del outboll. Dos canchas como las que podemos ver en cualquier complejo deportivo de nuestra ciudad. Un gimnasio que sabe a basquet o vóley, ahí se sentía la corriente transmisora de sus pocas palabras y su confianza para que el chico crease.
Fue José Batista (el papá del Checho y del «Bocha», dos futbolistas de primera y el primero campeón del mundo en 1986) quien abrió una escuelita dentro de la institución. Y llegaron los pibes de la zona, y el baby fútbol creció, fichaje tras fichaje, jornada tras jornada, en el encuentro del mate en la pequeña tribuna, en el toque sutil de un fútbol «de salón». Esta era la felicidad que buscaba don Ramón. No la de los resultados, sino la de la familia que se juntó a ver a un hijo, a un sobrino. A un costado, siempre con el andar lento, estaba el entrenador de carisma especial. No encontró la distinción en un curso de entrenador nacional. No precisó demasiada ciencia, sino el corazón y la paciencia. Ver, probar, volver a probar al niño que primero traían de la zona y después de las barriadas aledañas.

Homenaje. Fernando y Sergio Batista, Ramón Maddoni, Insúa, Gancedo… ¡Parque!

Estaban afiliados a FAFI, una liga en la que un mal genio había hecho una carta para sacarlos de la competición infantil, simplemente porque eran los que ganaban. ¡Qué culpa grande le quisieron meter a ese Parque de Ramón! Risotada le dio. Una de las camadas que él coordinaba y se pasó de triunfos y lujos fue aquella de las categorías ’81, ’82, ’83, ’84, ’85 y ’86 que una temporada sumó 296 puntos de los 300 posibles, ¡los seis campeones e invictos!  
Lo conocí cuando ya era popular en el ambiente del fútbol y pronunciar “El Gordo” Maddoni sonaba a mantra sagrado. Pero el bajo perfil, la serenidad y el no esconder nada, lo llevó a ser distinguido por la gente. No por los laureles que después le fueron «colgando», sino porque esos chicos y sus familias se sintieron bien tratados.

Hugo Maradona, Fernando Redondo, Diego Cagna, Leonel Gancedo, Juan Pablo Sorin, Esteban Cambiasso, Juan Román Riquelme, Federico Insua, Mariano Herrón
Y hasta la actual Selección tiene embajadores de Parque. Diego Placente, entrenador de juveniles, y Leandro Paredes, de los que llegaron de Qatar con la medalla de oro. El bueno de Lautaro fue a dedicarle personalmente a Maddoni y hoy escribió su agradecimiento por lo que fue el maestro.

Maddoni y Paredes

La tardecita de Buenos Aires en que lo fui a ver a la «oficina», donde no había sillones ni aires acondicionados, fue en el buffet de Parque. La última camiseta que había encuadrado era roja y tenía el 22, que le trajo de Inglaterra, del Middlesbrough, Marinelli. Pero habría tantos que seguirán preguntando por él cuando ya no los tuvo…

Producción de Gabriel López, en nota con Maddoni (año 2003)

A la noche, en la cena, cruzábamos un saludo y algún tema de lo que dejó la fecha. Ramón, con su amigo y colega «Yiyo» Andretto, dos bohemios, también serios. Y uno sentía que estaba sentado con “la crema” del fútbol infantil, con los que tenían “el ojo clínico”, con los que habían ganado tanta fama por los pibes que triunfaron. Traverso, Trapasso, Dollberg, Rudman… Pero me di cuenta que era un hombre simple, sin estridencias de las que por lo general puede nublar el juicio de quien lleva el escudo de uno de los clubes más grandes del mundo. Cenamos juntos y pudimos compartir un momento en el hall del hospedaje, la Casa del Deportista, en Punta Mogotes. “Me vuelvo antes…”, me sorprendió un comentario con “Yiyo”, que pelaba unos camarones para la noche. Maddoni se volvió antes porque debía resolver con la familia de un chico de Fuerte Apache una situación clave, como el nuevo lugar donde viviría el delantero, que empezaba ese año la carrera en la novena de Boca. Un tal Carlos Tevez.

Cuatro niños de La Plata en Parque, con Tevez

El “descubridor”, nacido en esa institución que hoy definen “la fábrica” y que cerró las puertas por duelo, había dado un salto en su trabajo como entrenador desde que Mauricio Macri anunció un acuerdo el 26 de julio de 1996, con los dirigentes de Parque, al que le pagaban unos “20 mil pesos mensuales” a cambio de que los juveniles con mayor proyección lleguen directamente a Boca, y a partir de ahí quedaban al mando de Jorge Griffa (recordado DT rosarino, entonces nuevo coordinador del fútbol amateur boquense). Creció el enojo del lado de Argentinos, en el cercano barrio de La Paternal, porque antes los chicos de Parque pasaban a ser “cebollitas” en la categoría más chica de AFA. Argentinos tenía un acuerdo de palabra con Parque.

Nota con El Gráfico

Maddoni aclaró: “Sé que se enojaron mucho en Argentinos, pero no me parece justo. Nosotros le dimos muchísimos jugadores durante varios años. Boca nos ofreció un trabajo mejor pago, nada más. Ahora contamos con mayor respaldo y podemos dedicarnos de lleno a lo que nos gusta. Ya me habían venido a buscar años anteriores de River, Independiente y otros clubes, pero como me iba bien en mi laburo de fletero, decidí rechazar esas ofertas. Antes, enseñarles a los chicos para mí era un hobby, un pasatiempo. Me encanta hacerlo, disfruto mucho, y ahora poder vivir de esto es genial”.
Por si quedaba alguna duda, Fernando “El Bocha” Batista (otro de los DT, hoy en la Selección de Venezuela) decía que “si algún pibe no quiere ir a Boca, por el motivo que sea, ¡no va! Acá no se obliga a nadie. Incluso, los chicos que no se lleva Ramón para allá, yo los acerco a Argentinos, a Español, a Chacarita…”

Gastón Luna, su recordado papá Quique y don Ramón que nos dejó hoy

Llegué a esas canchas del fondo un día de invierno de 2002, con cuatro chicos de La Plata que estaban en Boca. El soñador que se tomaba el tiempo de llevarlos por la autopista y creía que alguno de ellos podría estar cerca del sueño del pibe y de la familia, se llamó Enrique Luna (platense, dibujante, padre de Gastón Luna, quien hoy se dedica a lo mismo que hacía don Ramón, detector de talentos).
La primera linda sorpresa fue la de Horacio Yonadis (ex arquero de Atlanta y Los Andes en los ‘70), que le avisó a los de la ’91: “Vamos a hacer tres horas de fútbol”.
Para esos ejercicios entre los ’91 estaban los de nuestra región, “Nino” Gallegos, de Punta Lara, que en LISFI —liga infantil de La Plata— no tenía quién lo pare. Viajaba también Jony Pérez, el “Cabecita”, de la ribera puntalarense, y dos habilidosos más como Dieguito Demarco, que estaba algo resfriado ese día, y un rubiecito de rulos y pelo largo, Ramiro Carrera, quien será en el futuro profesional, con el debut en Arsenal y el paso por El Lobo, del que era hincha desde pichón. A “Rama” lo pasamos a buscar por su casa de El Churrasco, a Demarco por el Cementerio y por supuesto a los de Ensenada. Para mí fue un solo día, para Quique era tres veces por semana.

Nota en «El Clasiquito», histórico suple de infantiles platenses

Por las lluvias de las jornadas anteriores se había suspendido la prácticaen Pintitas, tal como le llaman al predio ubicado en Bajo Flores. Ahí fue a jugar una vez Gago, que llevó de apodo “Pintitas” precisamente por uno de los escenarios donde brilló.
El entrenamiento en Parque fue una yapa para mi nota, porque ahí empezó todo para Ramón. Y cuando terminaron las palabras, maduró la razón de solo ver el juego, sin parar. Y entendí que el gesto de la técnica se incorpora en contacto constante con la pelota, sin interrupciones, con alegría, con inventiva, con la premisa de parar y jugar. Aquel ruido de zapatillas en el cemento eran como una orquesta de pisadas, frenos, toques y el eco del remache al arco. Me quedó hasta hoy una indicación que comparto siempre a modo de enseñanza: el gol no se contaba en el arco, sino en el “túnel” (“cañito”) que saliera en esos uno contra uno en espacios reducidos, en la cancha que lleva el nombre de José Batista.

Al retirarme del lugar, ya en la vereda, dos sorpresas del turno de la tarde noche: llegaban “El Pato” Abbondanzieri y el mismísimo “Apache” Tevez, bajando del auto con sus hijos. Los dos cracks vigentes en Boca, ante nuestro asombro, ni dudaron en frenar y regalarnos un momento que quedó en la fotografía, con el click de Quique (al que despedimos hace más de diez años).

Marcos Sastre 3268. Ahí estaba la casa de Maddoni, el Club Parque, sentado un rato en una de las mesas, antes o después de entrenar, mientras llegaban su sobrino Gastón Maddoni, Ricardo Almada o “Rody” Delías. Y uno que era muy conocido, como el “Pipi” Humberto Vattimos, aquel 4 de Huracán.

Hoy que con diez años ya hay quienes desean que esos niños lleguen a Primera, hoy que el proceso se llenó de intermediarios y los niños absorben en silencio, hoy que se idolatra a un director técnico sin conocer su vida, hoy que son cada vez más los obstáculos, vale la pena ir a lo simple, y recordar que detrás de un dolor puede renacer el amor, que lo esencial es disfrutar lo que se hace, que los niños se tienen que divertir con la pelota en los pies, y que la fama, como dice una vieja canción tanguera, la fama es puro cuento… Gracias por tanto que has dejado. La muerte no te llevará nunca Ramón.

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