El trabajo es llevado adelante por investigadores del CEPAVE —un centro dependiente de la UNLP— junto a organismos provinciales vinculados a la salud pública. El proceso incluye la recolección de ejemplares en zonas urbanas y periurbanas, la extracción del veneno y su utilización para obtener, a partir de animales inmunizados, un suero que pueda ser aplicado en casos de emergencia. Aunque se trata de un procedimiento complejo, es una herramienta fundamental para reducir el impacto sanitario de estas picaduras, especialmente en personas vulnerables.
Además de avanzar en el desarrollo del antídoto, el equipo científico está elaborando un mapa actualizado de circulación de las especies más riesgosas. Ese registro permitirá identificar áreas de mayor presencia, orientar campañas de prevención y alertar a los municipios para que intervengan de manera preventiva. La participación de vecinos resulta clave en esta etapa porque cada ejemplar entregado o reportado ayuda a comprender mejor cómo se expanden estos arácnidos y qué zonas requieren mayor vigilancia.
El aumento de avistamientos en La Plata coincide con las altas temperaturas y la proliferación de ambientes favorables para los alacranes. Aunque no todas las especies representan un peligro serio para la salud, algunas del género Tityus pueden provocar cuadros severos si no se actúa a tiempo. Por eso, contar con un suero producido en la ciudad sería un avance significativo para el sistema sanitario.
Si el proyecto llega a concretarse, La Plata no solo dispondría de un antídoto propio, sino también de información actualizada para trabajar en prevención, limpieza de espacios, educación comunitaria y reducción de riesgos. Una combinación clave para afrontar una problemática que, año tras año, se vuelve más presente en la vida cotidiana de los vecinos.



