La Copa Argentina llama al encuentro futbolero de los pueblos, y Estudiantes de La Plata es el rey león que defiende el título, en un encuentro que celebra las diferencias de estatus de los clubes y a su vez unifica las pasiones de los hinchas sin distinción de categorías. Uno de de la Liga Profesional y otro del Federal A, un caso de los pocos experimentados en los «regionales», torneos organizados por el Consejo Federal de la AFA.
El Club Deportivo Argentino, de Monte Maíz jugó por primera vez en 1992 el Torneo del Interior (edición que tuvo a Los Tolosanos, el entonces campeón de nuestra Liga Platense) y veinte años después volvió en el Torneo Regional Amateur de 2022, cuando logró el ascenso (en esa edición habían participado Estrella de Berisso, Unidos de Olmos y Alumni de Los Hornos). Cabe aclarar que en ningún caso los “amateurs platenses” se vieron las caras con los montemaicinos, por una cuestión geográfica y de fixture.
Las páginas de historia de este Club, próximo a cumplir 100 años, muestran un hecho singular, gracias a contar con un futbolista que adquirió con el tiempo la dimensión de mito: Tomás Felipe Carlovich, el «Trinche», quien jugó doce partidos (entre ellos una final) en una ciudad que tiene prácticamente los mismos habitantes que nuestra vecina Punta Indio, con 9.000 habitantes (Monte Maíz es la tercera plaza más chica de las que compiten en el Federal).
Pero el famoso «Trinche” había nacido en Rosario, en 1946, y le bastó demostrar toda la pasta de crack en un amistoso ante la Selección nacional, jugado el 17 de abril de 1974, en el estadio del Parque Independencia. Allí quedará en la memoria, aunque en verdad lo ignoró el público masivo que hoy habla de la leyenda Carlovich.
Hasta Maradona (que no lo vio) le gritó en un abrazo que hoy es mural: «Fuiste mejor que yo, Trinche».
Carlovich no metió goles en aquel 3 a 0 ante un combinado que nos iba a presentar en la Copa de Mundo de Alemania. El zurdo descolló en el combinado Rosarino que armaron los técnicos Griguol (Central) y Montes (Newell’s), que eligieron al «5» de Central Córdoba y a los cinco mejores de sus equipos: Carlos Biassutto, Jorge González, Mario Killer, Carlos Aimar y Mario Kempes, de los «Canallas», y a José Luis Pavoni, Armando Capurro, Mario Zanabria, Sergio Robles y Alfredo Obberti, de los «Leprosos».
Como no podía ser de otra manera, esa noche Carlovic (a dos días de cantar 28 años) tiró lujos que no cayeron bien (quiso sentarse en la pelota, sobrando la situación), por eso no salió a jugar el segundo tiempo. En la foto, de la revista El Gráfico, es el quinto de la fila de parados, de pelo largo.
Era zurdo, de físico robusto y alto, con muchísima calidad, muchas veces aplaudido por sus “doble caño” o el “doble sombrero”. Varios sabios del fútbol lo vieron. Según Menotti, “deleite”. Para Pekerman, “romántico”. Bielsa en su juventud lo iba a ver jugar. En la experiencia de Ignomiriello, «talentoso, pero sin carácter como profesional». Para Valdano, “símbolo de un fútbol que ya no existe”. Desde los que jugaron a su lado, el “Chango” Gramajo, que fue su compañero en Rosario Central a finales de los 60, “el mejor jugador que vi, pero no se parece a nadie”.
¿Qué decía de sí mismo”? “Yo era un loquito del fútbol. Más me pegaban y más los buscaba y los encaraba. Algunos se enojaban, en la actualidad es igual: un tipo tira un caño y lo quieren matar”, le dijo con ciera parquedad al periodista Daniel Console, autor del libro “El séptimo era duende”, que fue traducido al francés y llegó a ser obra teatral en Italia.
El libro lo escribió en 2015 y lo reeditó en 2016 y después se vendió en Europa a través de Amazon. Alcanzó a muchos italianos, que lo comparan con Maradona.
Todo un mito, claro. Y como bien dice Alejandro Caravario, en su libro «Trinche», «se le dice mito tanto al deportista que despertó una devoción unánime como a aquellos incidentes que la imaginación y el deseo popular perfeccionaron hasta convertirlos en cuentos modélicos».
En tiempos sin registros fílmicos, el testimonio del hincha era a veces el único documento a mano. Y el único partido completo lo tiene Argentino de Monte Maiz cuando la figura ya tenia 44 años. Fue una final, en un clásico con el Club Lambert (también fundado en la década del 20 del siglo pasado).
Puede confirmarse que éste fue el último partido de Carlovich en el contexto de una liga afiliada a la AFA, aunque siguió hasta los 54, tirando «magia» en los torneos de los clubes, y en los potreros, hasta que dejará de correr.
Lo cierto es que los cordobeses del Argentino de Monte Maiz quedaron con una espina que aún perdura, ya que aquella final “filmada”, resultó la de ida, cuando Carlovich los ilusionó con un gol de larga distancia en otra especialidad: el remate furibundo, en un empate 1-1, con 5.000 personas que recibieron al equipo en la cancha Albiceleste (del «Raya», como se los apoda), que se estrenó en junio de 1986.
Pero en la revancha hubo faltazo sin aviso del crack Carlovich cuando podían ser campeones después de 19 años y de visitantes ante el clásico rival.
Un dirigente de Argentino fue el primer decepcionado. Lo fue a esperar a la terminal de ómnibus, pero el micro que lo traería de Rosario lo dejará “en la eterna espera”.
Los motivos se supieron muchos años después. El “Trinche” era muy fiel de sus pocos amigos. Uno de ellos fue Miguel Angel Bustos (ex compañero de Rosario Central) fue el responsable de que Carlovich desembarque en Monte Maíz. En 1987 metió 4 goles en 11 partidos, pero faltó en los 14 restantes. No se sentía cómodo con los viajes. En 1988 pasó lo raro. «Trinche» no quiso ir más, se lo comunicó al “Porra”, que arrancó el torneo mal y no continuó dirigiendo. Pero Argentino será finalista y, aunque hacía tiempo que no jugaba, la ficha estaba en el club.
Le pagaron y jugó la primera final, pero no la definitoria.
En tierra montemaicina hoy se sigue hablando de aquel episodio.
Dicen que los del Lambert pusieron más plata que los de Argentino. Falso.
Luis Berazain, uno de los íntimos amigos de «Trinche» desmintió las versiones negativas y en diálogo con este periodista de Vive asegura que «fue verso que le dieron dinero para que no vaya, son versiones de los pueblos. Después de pegarle una milonga en ese partido, se encontró con el Porra, que le contó que no estaba bien por quedarse sin dirigir. A un amigo nunca lo traiciona, y para mí fue un hermano, tenía una bondad bárbara. El Trinche nunca fue para atrás».
Mauricio Mena, docente, socio y estudioso de la historia de Argentino, afirma que “lo hizo por su amigo, estoy convencido. No fue por plata”.
La confesión del hijo del “Porra” (que también es DT) clarificó un poco más: “Creo que no hizo falta plata del Lambert, el Trinche y mi papá hablaron y ahí tomó la decisión de no jugar”.
Más profundo llegó el periodista Ricardo Pertuchi, quien escribió en un portal político del sudeste cordobés que «Bustos pasaba un momento angustiante cuando se quedó sin dirigir, con sus hijos yendo a la escuela del pueblo, mientras trabajaba en un desarmadero de autos con un amigo».
Sin el “Trinche”, Argentino pasó a ganar 1 a 0, hasta que Lambert lo dio vuelta 2 a 1, con un segundo tanto supuestamente en maniobra ilícita (el goleador se llevó la pelota con la mano y el juez lo convalidó).
La bronca de los fanáticos creció tanto que el alambrado se vino abajo, quedando suspendida la revancha cuando faltaban 17 minutos. Un par de semanas después las autoridades de la Liga Regional “Dr. Adrián Beccar Varela” determinaron que Lambert era el campeón.
Fue hace 35 años, y sin embargo este Argentino que ya vive una fiesta por jugar por Copa Argentina, sigue evocando al Trinche, mito y figura.
El futbolero que vio al «Trinche» sabe que no era de correr demasiado y solo quería que le dieran la pelota, «todo el tiempo si es posible”, dice uno de los pocos amigos que eligió y que frecuentaban con él el restaurante “Pico Fino”, en el centro de Rosario (cercano al emblemático «El Cairo», donde paraba el humorista Fontanarrosa).
Argentino estaba maravillado con aquel mediocampista que había jugado 2 partidos en la primera de Rosario Central (1969); que brilló ante la Selección y por aquel partidazo fue comprado por Independiente Rivadavia de Mendoza donde lo bautizaron «El Rey». Y que en Central Córdoba fue protagonista de dos ascensos y anécdotas increíbles, como la que contó Luis Berazain, quien se alimentó en la delantera de los goles servidos por el «Trinche» en la primera del «Charrúa». «Una vez fuimos a Deportivo Español, y como no tenía el DNI, el árbitro no lo dejaba jugar. Cuando se enteran los locales que no jugaba, dijeron que no podía ser, si habían ido a verlo a él… Con escribano público, dejaron la constancia y pudo jugar, y la rompió».
El 10 de mayo de 2020 Carlovich falleció en un asalto mientras se dirigía en bicicleta hacia su casa del barrio Belgrano. Dos días después, mientras tomaba estado público, con una escena de una película filmada en los ochenta (única imagen donde se lo podía ver en acción), surgió un montemaicino, Pablo Grecco, “Palín”, archivista profesional, para llevar al diario La Voz del Interior un video de la actuación de Carlovich en la primera final disputada en cancha del Club Deportivo Argentino. Un partido que pasó a repitirse tantas veces en Youtube, como seguramente pasará en el futuro después que el jueves enfrenten al campeón Estudiantes de La Plata.