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lunes, julio 8, 2024

Cacho Fontana: Éxitos, fracasos, adicciones y resurrección de la gran voz argentina

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Solamente le faltó viajar a la Luna, confesó alguna vez en un intento por describir cómo fue su vida desde que irrumpió en los medios a los 18 años. Hasta entonces nada indicaba que Norbertito, el hijo único de Antonio Palese y Nieves Filgueiras, se convertiría en Jorge “Cacho” Fontana, la Voz por sobre todas las grandes voces argentinas, prócer de la radio y la televisión nacional.

Un profesional que hizo historia con su estilo sobrio y elegante desde el Fontana Show, locutor estrella de las publicidades más recordadas y a la vez el hombre que revolucionó la tele con su cámara portátil viajera («la máquina de mirar») en VideoShow o frases eternas como su “¡Connn seguridaddd”, ante cada repuesta correcta del icónico Odol Pregunta.

Sin embargo, el éxito descomunal que mantuvo a Cacho Fontana en la cima durante cuatro décadas y en el aire hasta que la pandemia lo alejó definitivamente de los estudios, iba más allá de su voz, tan rotunda e inobjetable como su dicción perfecta. El secreto estaba en su mente, siempre atenta y brillante, un paso adelante incluso de sus maestros y pioneros en el arte de comunicar.

Es cierto que el azar tuvo mucho que ver hasta en su nombre artístico, el que dejó atrás a aquel Norberto Palese, nacido el 23 de abril de 1932:

“Cuando empecé en los escenarios, una compañera de la empresa de transportes donde yo trabajaba y que tenía un pariente imprentero dijo que me iba a bautizar. Un día trajo cien tarjetas con el nombre de Jorge Fontana y nunca supe si se le había ocurrido a ella o eran de un cliente que nunca las retiró. Lo de Cacho vino después. Me bautizó así Miguel Coronato Paz (director de cine y guionista)”.

En esa misma empresa, en 1949, conoció a José, un compañero que hacía la presentación de una orquesta en el salón de baile “La Argentina”, ubicado en Rodríguez Peña y Corrientes, pleno centro porteño:

“Yo lo acompañaba los domingos. En una oportunidad, él tenía que viajar al interior y me contó preocupado: ‘No sé a quién dejar conduciendo esto’. Le dije: ‘Dejame a mí’. Y de caradura primero presenté un tema, después anuncié un par más hasta que vino el patrón de ‘La Argentina’, y me dijo ‘Quédese, pibe’. Parece que lo hice bien…”.

También por azar nació el locutor. Un año después se incorporó a la radio como suplente de Julio César Barton, voz de los radioteatros de El Mundo. Luego reemplazó a Jaime Font Saravia como animador de El relámpago, programa cómico donde actuaban, entre otros, Tincho Zabala y Guido Gorgatti.

Fue el inicio de una carrera colosal, imposible de resumir en pocas líneas.

En 1959 a partir del Fontana Show, la mañana de la radio se transformó en el segmento más escuchado del día. Ágil y novedoso, se rodeó de un equipo imbatible: las locutoras Rina Morán y María Esther Vignola, la movilera debutante Magdalena Ruiz Guiñazú, Domingo Di Núbila, Roberto De Marco y Faustino García, con guiones de Alberto Migré, Hugo Moser, Abel Santa Cruz y Miguel Coronato Paz. El magazine se mantuvo 15 años en el aire, 9 en El Mundo y 6 en Rivadavia.

Paralelamente, llegó la televisión. Siete años al frente de Dar en el blanco y 10 temporadas consecutivas en Odol Pregunta, una de las experiencias culturales más gratificantes de nuestra tele y una escuela para el propio Cacho:

Como tengo nada más que sexto grado encontrarme con el jurado era una panzada de cultura, pero también algo intimidante. Sobre todo para un humilde laburante como yo, que hacía sus tareas con tanto amor», contó.

Y lo de la humildad lo decía en serio, él que hasta los 21 años vivió en una pieza alquilada, en Barracas, su barrio natal.

Sus hitos más impactantes

Cacho Fontana integró el equipo que transmitió el Mundial de Inglaterra ‘66 con José María Muñoz y Enzo Ardigó.
El 12 de diciembre de 1968 realizó la cobertura desde Tokio de la conquista del título mundial de Nicolino Locche ante Paul Takeshi Fuji.
En 1970 intervino en tres eventos monumentales: presentó el recital de Sandro en el Madison Square Garden (la primera transmisión en vivo vía satélite al mundo); también en ese estadio relató la pelea de Oscar «Ringo» Bonavena contra Muhammad Ali; y el 10 de diciembre condujo desde Estocolmo la entrega del Premio Nobel de Química al doctor Luis Federico Leloir.
En los años ’60 charló cuatro horas junto a Pinky con Juan Domingo Perón durante su exilio en Madrid. “Él vivía en la calle Arce, previo a su residencia de Puerta de Hierro. Tercer piso, en el cuarto vivía Ava Gardner. Él nos invitó a comer, pero no nos quedamos. Nos acompañó al taxi, caminando por la Plaza República Argentina. Le pedí fotos para mi padre, mi tío y un empleado de Radio El Mundo, todos peronistas”.
El 17 de agosto de 1978 participó de la primera emisión en color de la televisión argentina con VideoShow.
El 8 de mayo de 1982 condujo Las 24 horas de Malvinas, junto a su gran amiga Lidia “Pinky” Satragno. Con la misión de recaudar fondos y víveres para los soldados, aquel maratón televisivo desde la flamante Argentina Televisora Color (ATC) derivó en denuncias cruzadas porque el dinero y las joyas donadas no llegaron a destino: “Fuimos conductores, pero no administradores del dinero. No supimos nunca adónde fue a parar todo lo que se recaudó”, explicó alguna vez.

De ¡Con Seguridad! a la cámara viajera

Odol Pregunta nació en 1956. Fue el padre de este formato que aún hoy goza de buena salud, con Los 8 escalones de Guido Kaczka liderando la propuesta.

El primer programa de preguntas y respuestas de la joven televisión argentina comenzó en Canal 7, siguió en Canal 13 y terminó en Canal 11. De los 442 concursantes solo ganaron 66, el más recordado: Claudio María Domínguez, el niño prodigio que a los 9 años, el 16 de septiembre de 1970, se llevó el premio mayor -un millón de pesos- tras contestar “con seguridad” sobre mitología griega y romana.

Clásico de clásicos, “el único programa que premiaba el saber”, permaneció en el aire durante 24 años. Pasaron por él conductores estrella de la talla de Carlos D’Agostino, Augusto Bonardo, Blackie, Pipo Mancera, Silvio Soldán, Antonio Carrizo y Héctor Larrea. Fontana no fue el primero, pero sí su máximo referente. Estuvo entre 1963 y 1973 y sin exagerar podemos afirmar que el país se paralizaba cuando él proclamaba su famoso “Minuto Odol en el aire” y la “l” alargada con precisión milimétrica.

Pero su condición de showman explotó en 1971 con VideoShow, un programa con entrevistas imperdibles (una de las cualidades notables de Cacho era escuchar al entrevistado como ningún otro), los viajes que permitían llegar más allá de lo conocido, y una forma de contar la actualidad periodística de manera desacartonada y vertiginosa.

“Quédate a ver, no te vayas de allí, el mundo en que vives te quiero mostrar, y verás los miles de cosas que pueden pasar, que van a pasar.”, sonaba la cortina del ciclo de Canal 11, que supo combinar tecnología con inteligencia.

Los amores, la droga y las denuncias en su contra

Su voz única y su presencia fueron no solo su marca registrada sino el sello de calidad de un sinfín de icónicos avisos para Odol, Terrabusi, YPF, 43/70, Pirelli, Tres Plumas, Peñaflor, Yelmo y La Serenísima.

Como olvidar el comercial del lubricante Súper Móvil de YPF, cuyo eslogan era “El Gardel de los lubricantes” que “Cada vez lubrica mejor”, o “La Cabalgata Deportiva Gillette” o “Dígale Sí a Terrabusi”, una frase que en 1986 lo llevó directo a Los Ángeles para grabar con Mr. T, la mega figura de Brigada A, el aviso de las golosinas más populares.

Cacho Fontana ganó 14 Martín Fierro, uno a la trayectoria, el Konex de Platino y el Premio Ondas español.

Aunque lo intentó, nunca pudo separar su vida privada de la profesional. Muy joven se casó con la locutora Dora Palma, con quien tuvo a Estela, su primera hija. La relación duró dos años y terminó cuando se enamoró de la actriz y cantante Beba Bidart, con quien vivió doce años hasta que conoció a la bellísima Liliana Caldini.

La modelo y conductora, 20 años menor que él, fue su gran amor y una de las parejas más mediáticas de los años ’70 y que terminó luego de 12 años de convivencia. Sus hijas Antonella y Lumila, y sus nietos Joaquín y Lucas, los unieron hasta el final, tanto que Cacho y Liliana vivían pendientes uno del otro, se acompañaban y por esos extraños enigmas del destino murieron con dos días de diferencia.

En el verano del ’87 fue tapa de revistas por el affaire con Nancy Herrera, pareja de su gran amigo Alberto Olmedo. “Un malentendido”, que le costó caro. Dos años después Marcela Tiraboschi, secretaria en el programa de Gerardo Sofovich, lo acusó de incitación a consumir drogas y de cometer actos de violencia física. El juicio duró cuatro años y aunque fue sobreseído, padeció por años la cancelación en el medio.

“Fue el peor momento de mi vida. La droga era una parte social en tiempos de una bohemia muy fuerte y el hombre que me inició fue Aníbal Troilo”, reveló con Intrusos en 2019.

El escándalo forzó su ostracismo. Los anunciantes que antes competían con cifras millonarias para contar con su voz le dieron la espalda. No así sus incondicionales amigos como Tito Lectoure, Julio Mahárbiz y Héctor Ricardo García.

Pero como sabemos la vida siempre da revancha. Y un día Cacho Fontana volvió.

Últimos años de una leyenda

El 4 de mayo de 2019 regresó a los estudios de Maipú 555 con Un Cacho de Nacionalacompañado en la producción por su hija Antonella y Liliana Caldini. El programa de entrevistas que iba por Radio Nacional se emitía el primer sábado de cada mes y, a los 87 años, se alzó con un título inesperado: el conductor más longevo del dial.

En Un Cacho de Nacional recibió a Héctor Larrea, Magdalena Ruiz Guiñazú, Guillermo Francella, Graciela Borges, Palito Ortega, Jorge Lanata, Juan José Campanella, Moria Casán y Santiago del Moro, entre una rutilante lista de invitados.

La pandemia significó su despedida definitiva. Contrajo coronavirus en el 2020 y luchó contra sus secuelas. El 26 de abril de 2021, ante una nueva internación, algunos medios difundieron la falsa noticia de su muerte:

“Yo no sé si me quieren alargar la vida… Si me quieren, me tienen para rato”, expresó cuando salió por Radio Mitre a desmentir la fake new, con ironía y humor. “Pensamos que había pasado lo peor”, le dijeron desde el estudio. “No, no, no. Lo peor… Lo peor hay que organizarlo bien”, se rió Fontana.

Sus actividades en la clínica de rehabilitación para adultos Interplaza, en el barrio de Palermo, la residencia que circunstancialmente compartió por un tiempo con Pinky, eran variadas. Le gustaba jugar a las cartas, leer y, si el clima lo permitía, salir a tomar algo.

Disfrutaba conversar por teléfono, podía hablar horas pero no de él, sino de las personalidades que conoció gracias a su trabajo (se pueden encontrar en YouTube reportajes geniales a Juan Manuel Fangio, Atahualpa Yupanqui y René Favaloro).

Jamás se quejaba de lo vivido, ni siquiera de lo malo, porque acerca de Norberto Palese decía que “vivió el gran sueño”.

Murió el martes 5 de julio de 2022 a los 90 años, dos días después del sorpresivo fallecimiento de Liliana Caldini.

Héctor Larrea, su amigo y compañero de tantas aventuras, puso en palabras la magnitud del legado Fontana: “No era un locutor, era un artista. Esa voz era diferente a todos. Era armónica, tenía tonos, calidades, olores diferentes para cada situación. Cacho cambió todo para siempre”.

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