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domingo, julio 7, 2024

Centro Español (rival del Lobo): la historia de un tolosano que lo dirigió y se crió en el Bosque

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Centro Social y Recreativo Español, los “Gallegos”, como se acostumbró a llamarlo la prensa del ascenso a este club de Villa Sarmiento, en el distrito de Morón, fundado en 1936 por las necesidades y no solo por el fútbol, sino por las necesidades de la colectividad española que buscaba un espacio propio, para hacer deportes, fútbol, básquet, vóley, pelota paleta y esgrima.
Se afilió a la AFA en 1957, el mismo año que lo hicieron Cambaceres, Juventud Unida, Leandro Alem y Argentino de Rosario. Pero al poco tiempo perdió la cancha y desde hace 50 años deambula de barrio en barrio en canchas alquiladas en el conurbano bonaerense.
El rival que tendrá Gimnasia esta noche de verano tiene muchas características similares a la de los clubes de barrio, y futbolísticamente nunca dejó su afiliación por más crisis que tuviera que afrontar. Con algunos gustos, que descubrimos en jugosa charla con Mariano Fernández, nacido en La Plata en 1965, tolosano, que lo dirigió con buen suceso en Primera D en 2012-2013.

llegando a cumplir una campaña decorosa en la primera ocasión que jugó la Copa Argentina: “terminamos invictos, estábamos en la D, eliminamos a Cañuelas, de la C, y empatamos con Estudiantes de Buenos Aires, del Nacional B, nos ganan por penales. Contaba en el equipo con dos jugadores que hoy están en Riestra y en su momento pude ver su futuro, recomendandolos. El 9 Jonatan Herrera (San Lorenzo, Independiente) y el 10 Gonzalo Bravo”.
Como todo club al que le cuesta subsistir con pocos socios, decidió gerenciar el fútbol. “Por ellos entrenábamos en el Complejo Padre Mario, en La Matanza”, cuenta Fernández.
Hubo otras experiencias por Copa Argentina de este Español (cabe destacar que no es el Deportivo, club del Bajo Flores, sino Centro Español), En la edición 2013 se quedó en primera fase al caer 1-0 frente a Cambaceres. Y en 2023 se dio el gusto de sacar a Tigre,  y luego caer con Defensa, equipo de la A, derrotados también 0-1.


Su vocación futbolística la pudo cimentar en el Club Gimnasia y Esgrima La Plata, desde infantiles a reserva. Es de los niños que recibieron el afecto de un caballero del fútbol amateur  de los años ’70, Angel Mariscal. “Yo soy 65, jugué desde las infantiles, con el recuerdo imborrable de los torneos en la Escuela 66, fue lo más lindo. Mariscal era un padre más, te daba un beso en la cabeza, lo mismo que hago ahora con los alumnos de la Escuela de Fútbol”.
“Marsical me mandó a representar a Gimnasia en un Torneo Nacional de Habilidades Futbolísticas, que se organizó en el estadio de Ferro”, enfatiza Fernández, que perdió las fotos de esa jornada en el estadio de Caballito. «Fue por la inundación, es una lástima», agrega, aunque llevará en el alma la experiencia en la que quedó segundo en su categoría.
“En los arcos de Ferro colgaron dos cubiertas al medio y había que meter la pelota. Hicieron círculos en el campo, y había que hacer jueguitos ahí, con una pierna, y con la otra; en otro círculo, teníamos que hacer jueguitos con la cabeza. Iban sumando puntaje. Estaba loco por el premio mayor, que era una máquina moderna de juegos electrónicos, pero quedé segundo y me traje de premio un conjunto deportivo de la marca Diporto, rojo y blanco. ¡No me olvido más que estuvimos todo el día en Ferro, vinieron chicos de todo el país, miles. Cuando mi viejo me consiguió un Paty, que estaba crudo, me lo comí igual”.

“Soy de la camada de Guillermo Guendulain”, explica. También recuerda un campañón en Cuarta (en la foto, es el cuarto en la hilera de parados).
Fernández, ya con edad de 5ª, fue citado al plantel de Reserva que en 1984 quedará en el recuerdo con un título, el mismo año que la Primera vuelve a la A por Octogonal.
Recordó las mateadas con su buen compañero Antonio Sánchez Astrolog, que vivía en un departamento en 3 y 48, estudiaba veterinaria y a veces se le complicaba para entrenar. De mi categoría firmaron Claudio Galvagni, y Pedro Ortega, que era un jugadorazo pero muy flaquito y por eso Garisto (DT de Primera en 1985-1986) no le daba la chance”.

Este entrenador, al que en 1999 se le dio la gloria de un ascenso a la B con Cambaceres (bicampeón e invicto), lleva un anhelo personal con el que suele desvelarse. “Hace mucho tiempo que quiero dirigir a la primera de Gimnasia”, dice sin temor. “Si salí campeón en Ensenada, después en Berisso (Estrella, campeón de la Liga 2013), me falta el club de mis amores, en La Plata”.
Tiene entre sus recuerdos una imagen en 7 y 50, celebrando la Copa Centenario, con su hijo mayor.

Mariano, con sus sueños goleadores, se fue a Chile, jugó para Unión Calera, y volvió al país para romperla en la Liga de Chacabuco en el Club Porteño. De allí otra vez a la B, donde juega en el primer equipo de Almagro, “en la vieja B”. Volvió a sacar el pasaporte para jugar en el ascenso de Italia, volviendo en 1996 para el retiro en Liga Necochense, en La Dulce.
La vida siguió con «cuatro hijos maravillosos»: Germán, Nicolás, Delfina y Agustín. Es su gran equipo de cada despertar, el que festejó a rabiar los campeonatos con Cambaceres, Estrella, y los que lo ayudan en la organización de la Escuela de Fútbol que lleva siete temporadas y funciona en el Complejo Deportivo New West, de 511 y 131.

Agustín, de 13 años, con la camiseta del Lobo, representar el amor genuino del hincha en la infancia, mientras parece desafiar al equipo donde su papá fue DT y le fue bien en una Copa Argentina.
“Gimnasia tiene el ánimo por las nubes, pero éstos partidos son duros, porque los más chicos le juegan con el cuchillo entre los dientes. En el fútbol no está nada dicho… Una vez con Cambaceres le ganamos un amistoso al Estudiantes de Bilardo el Country”, sonríe don Mariano.

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