La catarsis del pueblo en otro año de locos, bajo la lluvia, la llovizna o el aguacero, en La Plata o en Rosario, con el estrés del laburante y el del futbolista profesional, en éstos tiempos de tanto ajuste y una transición que podía dejarlos en el Nacional B. El 1 de diciembre de 2023 ya es historia. Los más jovenes festejan porque así es la edad de la primavera de sus vida… Y corean «Contala como quieras, que Gimnasia es de Primera».
Para una película, que arrancó de madrugada, con hinchas apretados en un auto, desde una casa de Lanús, que pasó a buscar a otros gimnasistas conurbanos. “¡No íbamos a estar tranquilos si no estábamos acá!”, dicen al aterrizar al Estadio Coloso “Marcelo Bielsa”.
Tampoco es cosa de estar tranquilos cuando en Rosario pasa tanta cosa fea, de país en una decadencia de valores. Y están los que tomaron recaudos para dejar el auto, lejos del Parque Independencia que parece al Bosque. De seguridad habló Madelón en el vestuario, quien trazó una línea de cinco.
Gimnasia o Colón. Un lugar en la A para uno de los dos.
“Re complicado”, “¿Resultado? Un cuarto a cero”. La jerga gimnasista en la caminata por el el boulevard Oroño teñido de azul y blanco hasta subir las escaleras del sector local donde van los más ruidosos de Newell’s. y la histórica platea oficial tiene un 85% cubierta. El alma mens sana acompañada desde la semana previa por los «Lepra», en la retirada Funes. Atrona el “Dale Lobo”, de la familia Martini, crecida en el Barrio Jardín y de trayectoria amplia en 60 y 118, que tiene el orgullo de Leandro Martini, entrenador en GELP antes y después del mítico Maradona.
«Fue por la gente», inundan las redes desde ayer a la tarde las voces triperas. Seguro que fue el corazón de sus hinchas, de su dirigencia debutante. Y los conocemos, a esos hinchas comunes que andan secándose las lágrimas, como Juan José Castelli, viajero que se complementó con sus hijas Lucía y Julia, infaltables en el Estadio del Bosque.
A tres años de la muerte de Diego… A un año del triste final de Lolo Regueiro, este fútbol debe continuar.“Jugar con tres centrales te permite soltar con mayor frescura tanto a Enrique como a Colazo”, vislumbró Tartaglia por AM 1270, antes de que muevan la bocha. Gran clave del comentarista tolosano, ya que en la última jugada del primer tiempo, tras ocho pases de forma precisa y consecutiva, apareció Nicolás Colazo para el gol inolvidable, en el arco del Hipódromo, a las 17.45 horas, justo con la locura desatada y la tensión misma que seguro desgarró al “18”, autor del gol, reemplazado.
El segundo tiempo será el himno al sufrimiento. Tras escucharse en la popular las estrofas del himno nacional de la versión «hinchada de Gimnasia», el equipo le hará honor al estadio que lleva el nombre del DT de Uruguay, por carácter y por inteligencia, y por Sarabia y por Abaldo, otro par de charrúas de esos que están los posters de las grandes resurrecciones triperas.
Y porque siempre están algunos autóctonos que representan al corazón, Pablo De Blasis, Benjamín Domínguez, Bolívar, Castro, Mammini. “Que los Santos Evangelios se acuerden del estoico pueblo tripero”, me escribió en el viaje de ida Marcelo Zilla, quien profesa el amor sin condiciones y es devoto de los textos de aquellas revistas «Tribuna Gimnasista», a pesar de la pelota esté manchada, como decía el Diego: el VAR, apuestas…
Llegó el interminable descuento de 9 y en los primeros 4 minutos una mano de Insfrán que fue “la mano de Dios”, y que del otro lado, empezó a desmoralizar a Colón, el mismo club que conoció la gloria en 2019 en la Copa Sudamericana, y en 2021 con el título de la Copa de la Liga.
Los creyentes son muchos: “¡El agua se convirtió en vino!», dijo uno. «Aparecieron frente a Jesús los cántaros con agua para producir el milagro. Póngole nombres, Colaso e Insfrán”, describe Jorge Luis Morales, el colaborador de Gen Tripero (hijo del recordado «Negro» Morales, de Macondo y otros bailables en Deportivo La Plata y Brandsen). El periodista deportivo agradeció los consejos a un par de cardiólogos, y cumplió el objetivo de estar firme todo el año, como aquel primer partido de local me dijo en el Bosque, contra Instituto, paragüas en mano, como un reflejo de todos los frentes que debía «cubrir» Gimnasia.
Vuelven por la ruta 9, y solo hay alivio, desahogo, como cuando pasa el temporal. Dicen los conocedores de la naturaleza que en un huracán hay un lugar donde todo es calma y está exactamente en el medio del fenómeno.
Lo de Gimnasia fue así. Los jugadores demostraron la personalidad exacta entre la tensión y la calma total para manejar el desempate.
Es tiempo de festejos, extrañamente.
Tan loco como el mundo, o como decía en Santa Fe, el famoso actor Dady Brieva:
. Y el que fue a Rosario pudo brindar, quizás en el Cairo (el mítico bar de Fontanarrosa) y el que no, con la aglutinación de 7 y 50, o pidiendo una porción de masa alta de muzza y una fresca en Bacci (cerca de los pagos del Mondongo).
«Qué manera de sufrir», me dice «Charly» García, aquel pelilargo número 10, del Gimnasia ochentoso, de tablones de quebracho, el ex jugador que hoy en su puesto de diarios en la avenida 44 y 14 ve que los grandes medios ponen a Gimnasia y Esgrima La Plata en la tapa, como hubiera salido campeón. “Para nosotros esto es como salir campeón”, dijo el crack Tarragona.
En Clarín, “Gimnasia respiró en el final”, y en la bajada rescata la atajada de Nelson Insfrán, sin informar quién fue el autor del gol. En Popular, “Se salvó el Lobo”. En Olé, “Tripas y Colazón”.
En Santa Fe, hay un famoso actor hincha del «Sabalero», que previo al desempate hizo una declaración en un video que se viralizó: “No me imagino ni a Colón en la B ni un gobierno de Milei”. Y sí, Dady Brieva, se hicieron realidad.
Habrá tinta y links que explicarán mil razones por qué se quedó uno, y por qué bajó el otro. Es fútbol, materia opinable, con tantas opiniones como gente. Lo único cierto es que Gimnasia sigue siendo de Primera.