Un reciente informe publicado por el INDEC a través de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) revela una realidad preocupante para La Plata, Berisso y Ensenada: el 52,3% de sus habitantes se encuentra bajo la línea de la pobreza, mientras que el 20,1% vive en condiciones de indigencia. Estos datos, que llegan con varios meses de retraso, fueron analizados por el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (ODSA-UCA), quienes advierten sobre el impacto de la devaluación y la inflación en la deteriorada situación social, especialmente en la vida de los niños.
La ODSA-UCA subraya que las tasas de pobreza e indigencia infantil han alcanzado niveles alarmantes. Según sus estimaciones, aproximadamente 7 de cada 10 niños en el país reside en hogares que se clasifican como pobres; de estos, 3 de cada 10 viven en condiciones de indigencia, lo que significa que sus ingresos no alcanzan para satisfacer el valor de una Canasta Básica Alimentaria. Esto se traduce en que de más de 11 millones de niños menores de 14 años, cerca de 7,7 millones son considerados pobres, y alrededor de 3,3 millones se encuentran en la indigencia.
La situación en la región es aún más crítica que en el último trimestre del 2023, cuando el gobierno de Alberto Fernández reportó un 44,2% de pobreza y un 15,5% de indigencia. En contraste, la media nacional ha escalado significativamente, pasando de un 41,7% a un preocupante 54,8% en el índice de pobreza y de 11,9% a un 20,3% en el de indigencia.
El contexto económico, marcado por una fuerte retracción del consumo y una recesión agudizada, ha contribuido a este panorama desolador. La caída en la demanda de bienes y servicios ha afectado especialmente a los trabajadores autónomos y del sector informal, quienes enfrentan una mayor competencia en precios y una disminución de oportunidades laborales. Según Agustín Salvia, director del ODSA, este fenómeno explica cómo trabajadores asalariados formales y miembros de la clase media se ven arrastrados a la pobreza, al no recibir aumentos salariales que acompañen el ritmo de la inflación. Al mismo tiempo, los trabajadores informales son empujados a la indigencia debido a la falta de demanda.
Estos datos evidencian una crisis social que no solo afecta las condiciones de vida de millones de argentinos, sino que también compromete el futuro de una generación entera, lo que plantea un desafío urgente para las políticas públicas y la intervención social en la región.