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martes, julio 2, 2024

Crónica de una tarde en que salieron todas las estrellas

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Salieron por el mismo túnel que el de las figuras del profesionalismo, en un estadio como el de Gimnasia y Esgrima La Plata, un 30 de diciembre, con 8 mil almas, para jugar por la familia, por ese par de colores que se pegó a la piel. Una final,en «blanco y negro», los de Alianza y los de Estrella. Y salieron al mismo tiempo, haciéndose lugar en el túnel, como para dar la primera lección: se puede convivir tranquilamente con camisetas distintas.
Una final controlada por Diego Gil, nacido en Las Flores que ya debería ser señalado como uno los mejores que dio la Liga en todos los tiempos.

El hambre por ganar la Liga es increíble, cuando no hay dinero en juego. Pero está la gloria de un tradicional campeonato que lleva 110 años, con Estrella que cumplirá 103 en enero, y un escenario (otra vez 60 y 118) que está por festejar 100 desde que se juega allí al football.
“Es el último escalón”, semblanteó a sus dirigidos Damián Zein, el director técnico de Estrella, aquel al que apodaron «Fantasma» en sus días de delantero con pelo teñido, que ganó seis de los veintidós títulos. Pero a la camiseta más ganadora le dolían las últimas dos finales (2019 en el Estadio Unico, con Olmos; y 2022 la Copa de Campeones, vs Brandsen, en Gimnasia).
Frente a sus muchachos, al DT Zein le saltaban las lágrimas de adentro. “Cuando el día de mañana miren las fotos o los videos de hoy, ustedes recordarán que tambén son la historia de Estrella, los que ganaron la estrella número 22 en la Liga”.
El último escalón, ese que más se quiere, pero ese también que más cuesta.
Entró convertido en buen “psicólogo”, de los que te convencen que podés.

Pintaré con imágenes el “fenómeno social”, tal cual lo describió Carlos Girardengo, que se ubicó solo en una platea, y respiró el aire con las ganas del más orgulloso gimnasista o el el berissense más honorable; el «Sapo», para los amigos, un entrenador capaz de saltar de la Liga de Necochea a la de México, país donde trabajó este año. Charlar mientras pasa la previa, acariciando las épocas de la pelota «por orden de llegada en la iglesia Basiliana ó en el baby fútbol de la cancha de básquet de Estrella, con Pochi García de referí». ¡Ese sí que era un loco lindo de Estrella!
El sol a las 16 era un castigo para una pasión tan sana, pero las tranfusiones de abrazos nos salvan de las quejas: beso de Roberto Ridella (exDT que hizo capote en el ascenso de AFA) a Edgardo Valente, ex presidente de Estudiantes, y del «Beto» Pietro Batista, que no se quiso perder la foto ante semejantes próceres que dio la zona de Plaza Almafuerte a Estrella y al fútbol nacional. «¿Te acordás cuando salían micros para ver a la Cebra… ¿Y de las bochas?».

Juega Estrella y la nostalgia, de ex jugadores que al verlos preludiaban «vuelta olímpica»: “Pirulo” Abalos, «Locuá» Correa, Tulio Pellegrini, Leo Natale, «Mono» Rodríguez, Leandro Azar, todos campeones en «años pares»: 78, 82, 88, 92, 94, 02.
Es el sentido de pertenencia, de quienes un día vuelven ya con sus hijos, como se lo vio al pelado (y coaiffeur) Natale, rudo defensa, un 6 que llegó hasta Reserva de Estudiantes y se retiró ídolo de Estrella. Los pibes le dieron vuelta el número: piden la 9 en las juveniles de la inagotable cantera albinegra.

Ese fútbol de los chicos que, como diría Serrat, que «crecen y un día nos dicen adiós», nos lleva a la historia de Agustín Leguiza, el «3» de Estrella y una de las figuras, que en este mismo estadio de Gimnasia debutó en Reserva como capitán y ante River. Un loco bajito que un día, cansado, le dijo a un grupo empresario que se quería volver a Estrella. Por eso, esta final para él era similar a la de un Mundial. Atravesó el túnel como en una película en la que se veía a los 4 años con su papá, que después de salir del laburo en YPF lo subía al caño de la bicicleta y lo dejaba en el entrenamiento de las Cebras.

Enzo Oviedo, dueño de la 10 y de la cinta de capitán. Todos atentos a lo que él dijera, y ni hablar a lo que haga cuando tuviera la pelota en un campo parejito, ideal para su pisada. Los cambios de frente de Enzo que enamoraron a su viejo y a su tío Juan Oviedo, quien fue ganador del título de 1968, en “El Cajón”, cancha antigüa donde la Primera ganó los torneos desde la década del 20 al 70, donde la pelota no picaba tan bien y el paredón de la Génova podía ser un drama para quien no usara el cuerpo con picardía.

Bañaba el sol las banderas. Un «viva Estrella» viene desde los barrios, de Las 14, como se rinde tributo en el nombre al primer barrio de Berisso, donde se construyó la ciudad. Está La 13, la Banda de José. También la 4 (la Río de Janeiro) y la populosa Nueva York. Difícil no caer en la emoción cuando ve tanto saludo y amor a una camiseta que no es la de Boca o River.
Otro trapo decía simplemente Berisso, con los colores de la patria y el escudo de Estrella, ¡el mismo que estuvo en el Mundial de Qatar, hace un año exactamente! Es el trapo del «Cepillo» que le pasó a Leguiza, que pudo conseguir entradas.

Uno que ha atesorado papeles de diarios, recuerdos de una vida dedicada al periodismo, se va a permitir una breve pincelada, recuperando el año 1992, calurosa tarde de diciembre, con el Parque Cívico colmado y Estrella campeonando; 4-1 a Trabajadores de la Carne, el clásico. Iniciaba el camino Nicolás Regina, en el arco de la Montevideo, el que jugaba tirado de win derecho y después saltó a la reserva del Pincha. Nicolás y sus hijos se pusieron a saltar.

Los recuerdos se cruzan como pelotazos en la mente, y se convence que la vida es corta. Recuerdo que fui vestuarista para AM Rocha, el año de mi debut, y para FM del Sur relató Marcelli (la voz del fútbol hoy en Provincia) y que hubo dos vueltas olímpicas aquel 12 de diciembre; primero la dio la hinchada, que invadió, y después los jugadores: el 1 Pablo Rodríguez, 2 Ramón Frías, 3 Nelson Herrera, 4 Leonardo Natale, 5 Marcelo Vallejos, 6 Martín Lamadrid, 7 Aldo Cantero, 8 Marcelo Mojavik, 9 Nicolás Regina, 10 Daniel Vallejos, 11 Martín Llache. Entraron Fernando Desabantonio y Raúl Díaz.
Si será rápido el paso del tiempo, que se nos fueron  dos de los más buenazos, «Quinolo» Frías y recientemente Aldo Cantero, como también se nos adelantó Juan Canone, el hombre que armó aquella máquina. Cuentan que cuando ganaron aquel torneo largo, el presidente José Manuel Vicente, «Chiche», ya había visitado el edificio historico de la calle Viamonte. Lo que se concretó hace unos meses: ¡Estrella jugará en la AFA como afiliado directo! 2024 marcará el debut en el «Promocional Amateur», la nueva categoría.
Los archivos son documentos, y una nota de un semanario desparecido revive lo escrito por Gustavo Alfonso, quien cuando en aquel clásico ya casi liquidado vio que ingresó Díaz y metió el cuarto tanto, le bajó su amor de hincha al teclado: “Es el jugador más querido por la gente de Estrella”. Pienso que hoy justamente Alfonso merece aplausos, uno de los que desde la dirigencia fueron las piernas, las manos y la voz en la llegada a la AFA.

Fernando Tulez, el número 5, se hizo patrón. Otro criados en el fútbol infantil, clase 92, criado en el barrio Obrero, de donde era Cantero y de son muchos de Villa San Carlos.
Tulez como buen medio, tiene otro rol, que es ayudar a la unidad de los grandes con los chicos de la reserva, a los que risueñamente apodaron Los Bandidos. Esos que al mediodía del mismo sábado 30, en barrio Aeropuerto, le ganaron la final a San Lorenzo de Castells. El hijo del presidente Cristian Nuccetelli, Rocco, pateó un penal en esa serie que también iba templando el día más redondito del año. El presidente es uno de los surgidos del ámbito de la cancha de 7, acompañando a sus dos hijos.

En el maravilloso descubrimiento del día a día, podemos ver que éste equipo tiene a varios hombres, que eran niños cuando se organizaba la primera Liga de Fútbol Infantil Ribereña, cuatro de los once de la Primera: 1 Alan Riel, 2 Joel Olmedo, 3 Agustín Leguiza, 4 Maxi Benítez, 5 Fernando Tulez, 6 Braian Acosta, 7 Mauro Dubini, 9 Emir Cejas, 10 Enzo Oviedo, 11 Antonio Martínez, 18 Marcelo Uriarte. ¡Miraban los dibujitos juntos, y hoy son padres de familia, y siguen jugando juntos!
Antes de romper en lágrimas de felicidad, la experiencia puede ser amarga, como el gol de Alianza, de Martín Clua, que la mató de pechito y sopló a la red: 1 a 0. Los grandes cracks que juegan en esta cancha, a veces, no pueden resolver así.

Pero Estrella le largó a su “Galgo” Benítez, y a Agustín Leguiza, que fue un avión por el andarivel izquierdo. Creció el equipo y se vieron las semillas sembradas por el preparador físico Matías Arias, quien no pudo llegar hasta este final soñado, por un tema de trabajo, el profe se despidió tres fechas atrás.
No se vive de la Liga, aunque algunos la tomen muy en serio.
Lo empató Dubini que a sus 35 años venía de una semifinal heroica con dos goles. Mauro es uno de esos enanos que emocionaban a los padres en los primeros días de LAFIR. Su mamá Adriana, con los dos nietos que le dio este terrible goleador, sentían que Estrella podía pasar a ganarlo.
Y lo hizo nomás, con el segundo gol que parecía de fábrica ensenadense, por Marcelo Uriarte, ex Porteño, que tocó a la red tras bonita asistencia de Emir Cejas, ex Camba.
Sin embargo, la ventaja de dos goles llegó por Antonio Martínez, de cabeza, cuando el cronómetro daba 24 minutos. Ya estaba 3 a 1 la final del torneo Clausura «Marcelo Fortes».

Y al reaunudarse, a los 4 del segundo acto, otro gol de Uriarte. Una finalísima 4 a 1 revestía pocos antecedentes, pero en el archivo de Estrella se pueden encontrar. En 1970, la Ciudad La Plata festejaba su aniversario y la Municipalidad patrocinó una Copa «Quincena Deportiva», que organizó la Liga. Otra vez la cancha de Los Tolosanos será escenario festivo para Estrella tas goleada 4 a 1 sobre Everton, con goles de Héctor Cazzulo y de Carlos Coria, a los 25 y 37 minutos, ampliando “Cicuta” Acosta a los 5 y “Baba” Asborno a los 8.
Cuando ayer Alianza llegó a descontar, se podría haber dejado sin tocar una crónica de El Día de hace 53 años, porque en aquella final Everton reaccionó tarde. «Pudo haber sido más holgado si el vencedor no sufría un profundo bache en los veinte minutos finales».

Como en un cuento de suspenso, la «Cebra» fue acorralada en el Bosque, solamente unos minutos, por mérito de Alianza, que a los 39 volvió a contar con Clua y achicó, 2-4.  La potencia y la frialdad de «Tincho» nos trajo de inmediato a otro Martín muy querido por este club del barrio El Retiro: el «Turco» Turchi, aquel que de una Cuarta de Alianza saltó a una Primera pincharrata (1996-1998).
Alianza se levantó como un viento sobre el arco de las grutas y no se puso 3-4 sólo por la intuitiva reacción del arquero Alan Riel, «El Ruli».
En la otra cabecera respiraba Christian Serrano, aún con la Copa Argentina en su cuerpo, ganada como parte del Cuerpo técnico de Estudiantes, el mismo DT que con Estrella sonrió el 19 de diciembre de 2017, justamente al ganar una definición ante Alianza, que finalizó 1-1 en AC Brandsen y le alcanzó a la «Cebra» para imponerse en el Triangular desempate.
Los más fanáticos se subieron al alambrado superior, incluso jóvenes mujeres que parecían acróbatas peligrosas allí arriba. Cuando el referí anunció el fin, bajaron al césped, mientras los gloriosos jugadores de Estrella, en más de un caso, se recostaban para morirse de locura.
Estrella es el rey, y en las tribunas está la familia que lleva ese apellido, Jorge Rey, “Zorro” y símbolo de aquellos cuadros de los sesenta y setenta, con sus descendientes —un hijo y un nieto— ayudándolo a bajar los escalones de la popular. Otra dinastía albinegra, la “Tito” Roberto Reichman, con sus 70 años estrenados con pilcha de campeones, junto a sus Melli en la tierra y el recuerdo en el cielo del abuelo Enrique. Estrella, a diferencia de muchos otros Liguistas, es un club con progenie de hinchas.
Un poeta berissense, Raúl Silvetti, alguna vez remató sus versos para Estrella.
Entusiasta juventud
orgullosos veteranos
van tomados de la mano
por los triunfos de mi club
es Estrella de Berisso
con tribunal de Babel
una música de idiomas
sentimiento a flor de piel
Se va la «Cebra» cantando hacia la nueva “D”, o la divisional “Promocional Amateur”.
Llegará a cruzar a ese campo sin dejar la Liga, en un contexto de país que no ayuda, pero allá va, con jugadores menores de 25 años. Entre los campeones podrá contar con Braian Acosta, Emir Cejas, Francisco Risculese, Antonio Martinez y Santiago Roldán.
Los más experimentados no podrán, pero recordarán este día, donde estaban ávidos de gloria y se vaciaron de tanto grito. Acaso una pequeña demostración de lo que pasó con la Selección Argentina, cuando cantaba al ritmo de un país… “¡las finales que perdimos, muchos años las lloré…”
Enzo Oviedo y Agustín Leguiza se abrazaron. El 10 le obsequió el pantalón al DT Zein. El 3 le pasó la casaca a los padres y aquel señor de perfil bajo, que lo llevaba con 4 años en el caño de la bici, también dejó caer una lágrima. El 10 y el 3 fueron a buscar al 1, a ese “Ruli” que sufrió los penales en el Unico, mientras el 7, Dubini, era llevado en andas y le cantaban un tema sólo para él.

Son veintidós estrellas, que logran justo en un estadio donde ese número aparece pintado en las paredes.
22 estrellas para Estrella, en la inapelable historia de la galería de campeones, con la misma escuela de buen fútbol y un público exigente.
Decir esa palabra es tan difícil, pero se acostumbraron. ¡En todas las décadas desde su afiliación hace 100 años, Estrella siempre ganó!
Es fin de año cenaron en el Salón de El Tricampeón.
Solo el destino y su inteligencia podían decirlo, que en 2023 fue el de reencuentros.
Como la que vivieron los legendarios muchachos de Oscar Barroso, que en 1971 lograron quedar a un paso de jugar un torneo de la A, aquel Nacional de la AFA.
Y aquella vez pudimos saber que la estrella alcanzada en 1968 fue en realidad el 5/1/1969 cuando venció a El Cruce por 2 a 1 en la cancha de Los Tolosanos. Que al igual que hoy, un Oviedo era el capitán, aquel tío Juan y éste sobrino Enzo.
Ya lo sabemos, la Liga es la madre, que no da dinero pero abunda en caricias al alma. Y da la gloria de las camisetas surgidas en cada barrio, motores de fervientes futboleros. De allí viene este periodista que les escribe y brinda por el honor de contar sus historias y hazañas. 

 

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