El pasado miércoles la familia de Estudiantes sufrió ante Vélez los embates de una noche de un rival decidido a tomarse un desquite en la definición de la Supercopa, y ante un segundo tiempo en que los goles llegaron en medio de un fenómeno climatológico, que se había instalado en el Gran Buenos Aires y alrededores.

Casi 38 años pasaron de un antecedente en un estadio de primera de nuestro país, y también durante el segundo tiempo. El 11 de julio de 1987, en el Estadio Monumental, sufrió la niebla espesa la Selección Argentina, al mando de Carlos Bilardo, la tarde que cerró la Copa América, sucumbiendo ante la Selección Colombia por 2 a 1. Algo más de 5 mil espectadores presenciaron el partido algo desmotivados por el tercer puesto que ponía en juego, y luego de los 75 mil que fueron a ver al equipo del «Narigón» dos días antes en la semifinal ante los uruguayos, a la postre los campeones.
El hecho insólito mereció la tapa del diario Clarín al día siguiente: “Una densa niebla cubrió la ciudad” decía el título y enfatizaba en sus líneas “hasta dificultó la visión del partido de la Copa América”. Quien aprovechaba para hacer leña del árbol bilardista caído fue el periodista Horacio Pagani: “La tentación de empezar por el lugar común nos resulta irresistible. Porque ese gris impresionante, en forma de niebla, que envolvió al partido en los últimos veinte minutos hasta hacerlo casi invisible, se pareció a una definición exacta para sellar la despedida de la Selección de la Copa América. No hay razones para los dramas ni para las histerios, simplemente para el desencanto”, remató el barbado colega.

La niebla y la neblina dificultó la visibilidad, pero fue cuando Argentina encontró el gol, a través de una pelota que cabeceó en el punto penal Claudio Caniggia, quien vistió el número 3 en aquella lista copera del “Narigón”. “Es muy difícil ver”, comentó Macaya en TV en el momento de la repetición del gol. mientras se ve corriendo a José Luis Brown hacia el arco que defendía René Higuita, para apurar y sacar rápido del medio. Ya no había tiempo. El final llegó en River, con triunfo amarillo con los goles de Gabriel Jaime Gómez y Juan Jairo Galeano.
Un ambiente particular aquel 11 de julio, como el reciente 8 de julio. Así como en el Bajo Nuñez fue recientemente en Avellaneda, donde los muchachos presentes en el Estadio Libertadores de América pensaron estar en Londres o tal vez en los minutos finales de aquella noche de Manchester cuando en medio de la bruma los rojos se venían a la carga sobre Polettti. Claro que eso estaba muy lejos en el ánimo del hincha albirrojo que soportó estoicamente un apenas discreto rendimiento colectivo e individual.
Mejor recordar un tema del Polaco Goyeneche que viene para la ocasión: “Niebla del Riachuelo… Amarrado al recuerdo, yo sigo esperando”.