Cada año, en Argentina, el Día del Niño se convierte en una jornada de alegría donde los más pequeños son protagonistas. Esta fecha, esperada por niños y adultos, une a las familias y comunidades en torno a actividades lúdicas y educativas.
El Día del Niño se celebra en Argentina el 18 de agosto, una fecha dedicada a honrar y valorar a los más pequeños del hogar. Esta celebración, instaurada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1954 como el Día Universal del Niño, se adapta a los calendarios nacionales.
En Argentina, la jornada se vive con actividades recreativas, regalos y eventos especiales para los niños. Las familias suelen participar en reuniones y festejos organizados tanto por instituciones educativas como por entidades gubernamentales y privadas. La celebración busca promover el bienestar y los derechos de los niños, así como fortalecer los lazos familiares y comunitarios.
El Día del Niño es una celebración con gran tradición en Argentina, oficialmente establecida en 1958 por la Cámara Argentina de la Industria del Juguete. Esta conmemoración tiene como objetivo promover los derechos y bienestar de los niños y niñas en el país. La iniciativa argentina se instauró varios años después de la recomendación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) de dedicar una fecha especial para celebrar y proteger a la infancia.
En 1960, la ONU hizo un llamado global para que cada país seleccionara una fecha específica dedicada al bienestar infantil. En respuesta a esta recomendación, Argentina adoptó la tradición de conmemorar una jornada dedicada a resaltar la importancia de la niñez a partir de ese año en cada tercer domingo de agosto.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) conmemora cada año el Día Mundial de la Infancia el 20 de noviembre. Esta fecha rememora la aprobación de la Declaración de los Derechos del Niño por la Asamblea General de la ONU en 1959. Aunque esta declaración no tenía carácter vinculante, estableció un precedente importante en la protección de los derechos de los menores.
El 20 de noviembre también marca la adopción de la Convención sobre los Derechos del Niño en 1989, tras una década de negociaciones entre gobiernos, líderes religiosos, organizaciones no gubernamentales y otras instituciones. A diferencia de la Declaración de 1959, la Convención es un tratado internacional obligatorio para los países signatarios.
El propósito del Día Mundial de la Infancia es sensibilizar a la sociedad sobre la situación de vulnerabilidad de los niños y niñas y destacar que son quienes más sufren en momentos de crisis y conflictos globales.
A nivel regional, cada país celebra el Día del Niño en diferentes fechas. En América Latina, Colombia lo festeja el último sábado de abril, mientras que en México se celebra el 30 de abril. En Venezuela, la conmemoración es el tercer domingo de junio y en Uruguay el 9 de agosto. Asimismo, en Paraguay se celebra el 31 de mayo, en Brasil el 8 de octubre y tanto Chile como Argentina lo celebran el tercer domingo de agosto.
En Europa, España festeja el Día del Niño el 15 de abril y Turquía el 23 del mismo mes. Estas diversas fechas reflejan el compromiso de las leyes y tradiciones locales en torno a la protección y el bienestar de la infancia.
Los derechos de los menores están garantizados por la Convención sobre los Derechos del Niño, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1989. Este tratado internacional establece que todos los niños y adolescentes menores de 18 años deben gozar de derechos sin distinción por raza, color, idioma, nacimiento o cualquier otra condición, ya sea del niño o de sus padres o representantes legales.
Entre los derechos previstos en la convención se encuentran varios fundamentales para el bienestar de los niños. Los menores tienen derecho a recibir cuidados y protección, a tener un nombre y nacionalidad, y a expresar sus opiniones y sentimientos abiertamente.
La convención también subraya la obligación de los Estados de asegurar la supervivencia y el desarrollo del niño en la máxima medida posible. Esto incluye proteger su derecho intrínseco a la vida y su desarrollo armonioso. Los Estados deben respetar el derecho del menor a preservar su identidad, incluida la nacionalidad, el nombre y las relaciones familiares, conforme a la ley y sin injerencias ilícitas.
El niño también tiene garantizado el derecho a una educación adecuada y obligatoria, la cual debe ser accesible para todos los menores. Asimismo, se reconoce el derecho a una vida digna y al esparcimiento, promoviendo que los niños puedan jugar y divertirse en un ambiente seguro y feliz. Es crucial que, cuando estén enfermos, los niños reciban la atención médica necesaria sin discriminación alguna.
En situaciones excepcionales, como la separación de los padres, dicha acción sólo puede llevarse a cabo conforme a la ley y con la revisión judicial correspondiente, que asegura siempre el interés superior del niño. Este principio es fundamental para evitar abusos y garantizar que cualquier separación sea justificada y llevada a cabo de manera legal y transparente.
Los derechos establecidos no solo incluyen aspectos físicos y legales, sino también la protección de la identidad del niño. Se garantiza el derecho a la libertad de expresión, que incluye la libertad para buscar, recibir y difundir informaciones e ideas sin consideración de fronteras. Esto puede realizarse de diversas maneras, ya sea de forma oral, escrita, artística o cualquier otro medio elegido por el niño.
La importancia de la familia en el desarrollo del niño también se destaca en la convención. Reconoce a la familia como el núcleo fundamental de la sociedad, que proporciona el entorno natural para el crecimiento y bienestar de todos sus miembros y, en particular, de los niños. Por ello, las familias deben recibir la protección y asistencia necesarias para cumplir sus funciones de manera plena y efectiva.
La convención también hace referencia a documentos anteriores que subrayan la necesidad de una protección especial para los niños, como la Declaración de Ginebra de 1924 sobre los Derechos del Niño y la Declaración Universal de Derechos Humanos. Estas declaraciones y pactos internacionales han enunciado repetidamente que la infancia necesita cuidados y asistencia especiales.
