En comunicación con VIVE La Plata, Jerónimo Guerrero Iraola, un joven de 36 años que se desarrolla profesionalmente como abogado, además de ser magister en derechos humanos y ante todo, platense, nos cuenta sus expectativas tras el lanzamiento de «Desafío Benoit» y mucho más.
Para quienes no lo conocen, Jerónimo nació, estudió y trabaja todos los días en la ciudad de las diagonales. Según sus palabras, siente una profunda pasión por La Plata, debido a su historia, belleza y «sobre todo, por todo lo que puede llegar a ser. Sueño con verla innovadora, inclusiva, verde y justa».
“Terrorismo de Estado y Malvinas: el montaje de la impunidad”, es la tésis con la que Guerrero Iraola obtuvo el título de magíster en Derechos Humanos.
Según detalla Guerrero Iraola, hace 12 años formaron un grupo que trabaja y busca constantemente hacer algo por la ciudad, creando Sumak, donde diseñan «el proyecto que La Plata merece».
«Estoy convencido de que la ciudad puede volver a ser una tierra de sueños y oportunidades reales» resaltó Guerrero Iraola.
-Además los ejes publicados en redes sociales ¿Cual es la esencia del Desafío Benoit en tus palabras? ¿Como ayudaría a los y las vecinas?
«La ciudad de La Plata hace mucho tiempo que no ofrece oportunidades reales. Ha perdido su perfil productivo. Ha perdido su historia. Hablo mucho de la historia precisamente porque Desafío Benoit nos permite hacer un puente entre las ideas de la fundación de la ciudad y el futuro que necesitamos.
Desafío Benoit parte de leer las necesidades que el mundo tiene y tendrá en los próximos 50-70 años. Se estima que entre 2050 y 2100 la población mundial crecerá mucho. El mundo demandará energía y alimentos. La Plata, como ciudad, a partir de la articulación con la Universidad, debe perfilarse productivamente a la bioeconomía. No necesariamente producir alimentos, pero sí producir la tecnología (las ideas, investigación y desarrollo) que permita producir más y mejor aún en contexto productivos adversos.
La Plata tiene que ser además, un faro de producción de conocimiento y tecnología en materia de administración del agua como recurso. Del mismo modo tenemos que alentar la industria del conocimiento y el software a partir de poner a la ciudad en el lugar que debe estar. La Plata debe ser una incubadora de ciencia, tecnología y producción, vincularse con la región y el mundo desde allí, pero acompañar a los/as científicos/as, a las y los inversores/as, a las y los emprendedores/as en el proceso. Trabajar el tema patentes, resguardar en términos de soberanía el conocimiento que se produzca en esta tierra, y que proveer la infraestructura necesaria. Llevamos 20 años de retraso en eso, pero lo lindo e interesante es que la cuarta revolución industrial nos da una nueva oportunidad. Es ahora.»
-Teniendo en cuenta la coyuntura política actual ¿Que te motivó a lanzar este proyecto?
«La coyuntura política actual nos lleva a pensar que estos temas están postergados. Solo vemos chicanas y descalificaciones personales. Esa dinámica nos está llevando a una decadencia sin precedentes. Nosotros nos negamos a pensar que eso sea la política. Por otro lado, no se puede debatir solo en tiempo presente. Es claro que hay urgencias y necesidades concretas. Pero sin una idea estratégica, esas demandas se van a reproducir hasta el infinito.
Es un momento que hace necesario el encuentro entre lo urgente y lo importante. El mundo está cambiando, y si la dirigencia no toma postura frente a los cambios, y no gobierna teniendo en cuenta esos desafíos, la cosa puede ponerse peor.
Como dije, estas transformaciones políticas, productivas, sociales, económicas y culturales que se han llamado cuarta revolución industrial, nos vuelven a dar una oportunidad. Hay que trabajar en nuestra autoestima como ciudadanos y ciudadanas de La Plata. Volver a hacer comunidad y darle un sentido a nuestra vida en la ciudad.
Nos dicen que es difícil, y yo respondo que la Plaza Moreno, el Palacio Municipal, la Gobernación, la Catedral fueron un dibujo en un papel, un sueño. A La Plata, en un diario italiano, en épocas de su fundación, la llamaron “ciudad de peligrosos soñadores”. Era un campo, estaba llena de agua y de ranas. Hoy, nos enorgullece por su patrimonio.
Entonces… ¡Me van a decir que no se puede proyectar! La resignación es una buena excusa para que nada cambie. Nosotros/as queremos poner todo patas para arriba, y tenemos las ideas, las ganas y el amor para llevar eso adelante.»
Jóven, que a una nacida en 2 y 48 en 1950 llena de esperanza!