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jueves, enero 9, 2025

El boxeo se hace solidario y la vida premia cuando existen hombres como Agustín «El Potro» Corso

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Agustín Alberto Corso es su nombre completo. Todo boxeador de la región lo llama “El Potro”. A la edad de 56 años, el ex púgil de un centenar de pelas amateurs y 20 como profesional, pasa por una de esas situaciones difíciles donde la familia y las amistades cubren todas las necesidades.
El 17 de diciembre 2021 asistió a un festival y a las pocas horas se clavó un vidrio en la planta del pie derecho. El correr de los días provocó una infección que se volvió riesgosa por su diabetes. Hospitalización. Incertidumbre. “Primero los médicos decían de cortar en el tobillo. Corten donde no haya más infección. Al final encontré un médico de la hostia”, relata a este periodista.
Sensible, se quiso quedar encerrado, pero el boxeo lo sacó rápido de las cuerdas. “Me habían cortado la pierna y a la semana fui a una exhibición”.
En mayo de 2022, el presidente de la Comisión Municipal de Boxeo, Leonardo Bianchi, rindió tributo a su historia y bajó del ring en el Centro Fomento Los Hornos para darle una medalla, instándolo a seguir peleando. “El boxeo de la ciudad te necesita”, advirtió el periodista, locutor y fiscal de la FAB. “Me aplaudieron como si fuera un campeón del mundo”, recuerda Corso.
Al teléfono, su voz transmite la energía con la que amó y peleó, “como un guerrero, eso fui, con espíritu indio”. Habla y pega en el corazón: “El boxeo me dio todo, y yo le estoy dando todo al boxeo desde hace treinta años… Mirá, no sé cuanto tiempo me puede quedar, pero voy para adelante, con una mujer y unos hijos que valen oro. Ella me pone el pecho a morir. Nunca voy a olvidar lo que me dijo al llegar al Hospital: “Entramos juntos y salimos juntos”.

Laura Hernández, quien dio a luz ocho hijos con el boxeador y, como parte de una genética, cinco eligieron boxear. Maximiliano, 30 años. “¡Ese es un campeón…! No porque sea mi hijo. Hoy lo tienen Rocky y Rivera en el Club Estudiantes de La Plata”. En 2014 hizo su estreno profesional, con 18 peleas en la Federación Argentina de Boxeo (FAB) y otras tantas en la comisión mexicana World Pugilism Commission (WPC).
Los demás Corso con licencia, también tienen sus condiciones. “Diego Ezequiel, El Rusito, 24 años, un boxeador al estilo Locche y Nassim Hammed, tiene su estilo propio, si te digo que le enseñé algo es mentira”.
El lado femenino de la familia se hace presente arriba de un ring con Milagros, 24 años, profesional, peleó con el título platense en Vareadores; quedó embarazada y se dedicó a la hija, bienvenido sea… Mi nieta son mis ojos”, expresa don Agustín.
Los más jovencitos son Guadalupe, de 18, y Benjamín, de 16, que “están aprendiendo”. La familia unida se completa con Lorena Beatriz, de 28 (hace taekwondo), Matías, de 24, y Ruben, de 22.

La palabra del experimentado jefe de familia nos lleva a los días de esplendor físico, siendo un tipo fuerte hasta la incredulidad, que subió al encordado en los pesos mediano, medio pesado y completo.
“Empecé en Ensenada, en mi Villa Catella que quiero con locura y donde todos me quieren, pero también siento el afecto en La Plata y en Berisso”.
Quienes lo vieron opinan que “al empezar como amateur le ganaba a todos en La Plata, tenía todas las virtudes, como para llegar a campeón del mundo”.

Además del técnico de boxeo, es cuidador de caballos. “Tengo tatuado dos unicornios”, dice, quien vive a una cuadra del Hipódromo de La Plata. La mudanza es otra historia que lleva su sello familiar. El 3 de enero de 2022 se mudaron de la casa del barrio El Dique, 41 y 125, al Bosque, 50 y 120, atrás del Club Hípico La Plata. Fue una decisión consensuada entre todos cuando Agustín ya tenía la amputación de la pierna. “Una hija vivía acá y me dijo ‘te cambio la casa por el stud’. El terreno es grandísimo, trajimos el ring, y ahora nos van a donar el techo y vamos a seguir haciendo festivales”.
En esos 100 metros de fondo por 90 de ancho, donde estaban los studs, son el nuevo espacio donde el sudor reemplaza a la depresión. “Acá hacemos festivales y cobramos una entrada a mil pesos, que con esa plata hoy no comprás un kilo de pan. Con mi discapacidad hago todo por los chicos, y disfruto de las exhibiciones. Hago peleas, les entrego un diploma, una medalla o un cinturón con el respeto que se merece el boxeador. Después los mando a la FAB para foguearlos”, cuenta El Potro.

¿Y el sobrenombre de donde viene? Se mezclan los dos deportes, el turf y el boxeo. “Potro” fue por mi amor por los caballos y le puso así un maestro de maestros, José Umberto Menno (1936-2014), recordado boxeador de los años 60 y 70, “El Trotamundos” que impulsó el boxeo platense como nadie jamás lo pudo hacer. “Así me bautizó el Gordo Menno, como yo le decía. Me descubrió en Vareadores. Me vio llorando mal, cuando hubo alguien que me dijo ‘vos no servís para boxear’… Qué te pasa, pibe. Y me llevó a entrenar a Casa de Cultura, de Ensenada y al Club Atenas. Recuerdo que la primera vez que hice guantes fue con Héctor Patri.

Menno fue su mayor ejemplo en el deporte. El pasado 23 de febrero sintió una profunda emoción ante el homenaje póstumo a su entrenador y promotor Menno, y el reencuentro con Patri (llegó de Mar del Plata). «Menno fue más que mi papá. Me llevó a recorrer el mundo, el Gordo me llevó a pelear a Alemania, Paraguay, Brasil. Ibamos para todos lados con Jesús Gil (de Los Hornos), José Soto (de Arturo Seguí) y yo». Eran tiempos en que don José construyó una fortaleza boxística en su ciudad natal, de 1976 a 1984.
Se dice que desde que Menno se radicó en Italia, Corso empezó a decaer y el “diamante en bruto” que fue en sus comienzos, pasó a tener buenas y malas. Además, conformó una familia numerosa.
Pero sin éxitos en el profesionalismo, lo encontró en la faceta de entrenador. En su adultez, Corso se siente un José Menno. Le gusta encontrar la cualidad a todo púgil, sabe probarlos y dales la confianza y oportiunidades para llevarlos a pelear con rivales exigente.
“¿Quien no pasó por un ring mío?”, se enorgullece a treinta años del inicio de ese camino, que coincidió con el nacimiento de Maximiliano (profesional en Estudiantes). Al «Potro» le salió su «Potrillo” y vuelve a emocionarse cuando recuerda sus primeros días de vida: “Tenía un año y empezamos con el primer gimnasio en casa». Lo ayudaba Damián Alzamora, y las peleas eran seguidas por mucha gente, con varias promesas de los puños: Sergio Estrela, Jonatan Godoy, Inés De Luca. Esos pibes que de a poquito llegaron a la FAB. Nunca dejó de organizar peleas en tres décadas, a pulmón, con apoyos que se cuentan con los dedos de una mano: “El intendente de Ensenada, Mario Secco, estuvo siempre. También organizamos buenos eventos en Unidos del Dique cuando peleaba como amateur Luciano Cuello y gracias a la ayuda de su padre, Eduardo Cuello, una buena famiia. A mi ring se subieron a hacer  exhibiciones Patri, Camargo, Matteoni y Arroyo, y una vez nos acompañó Rocky Flores”.

“Flaco, gordo, pelado, si no tenés pierna, si no tenes pegada, si no te parás como un boxeador… temas que se hablan puertas adentro, pero que con Corso no las escuchas, ya que muchos tuvimos esa virtud del Potro, que te va puliendo”, opina David Caliva, púgil pesado, de La Plata, con 34 años, muchos deportes realizados y un sueño por cumplir: alcanzar la licencia profesional en boxeo.

“Nuestro amigo Corso necesita una pierna ortopédica”, se lee en un afiche que está recorriendo las redes sociales. Anuncia un festival para el próximo viernes 15 de marzo de 2024, donde precisamente “El Picante” Caliva se medirá con un histórico Alejandro “Mojarra” Valori, quien en su veteranía (de ex campeón argentino y sudamericano, con añoranza de una faja mundialista que no se le dio) recordó una de “las marcas” que tiene el boxeo, las buenas marcas que regocijan al alma. Algo vio Valori en Corso y su familia. Algo tiene para agradecer Caliva, que “cuando El Potro ya no podía más con su pierna me puso en contacto con Estudiantes, además de otras manos que me dio en la comisión mexicana”.

Surgió del afecto este festival, donde la barra eterna del boxeo, solidaria y pasional, hace planes para ir a Bernal. Acaso porque, como en la vida, en el boxeo también regresa lo que se da. Corso siempre tuvo tiempo para los demás, Corso nunca discriminó, y Corso le metió ganas y amor a cada día.
“Ya había caminado con su pierna ortopédica, que es de las mejores, alemana, pero el cubo es carísimo (dice Laura, su esposa, explicando la nueva situación). Pero el muñón se achicó y el cubo quedó grande, por lo que se salía a pesar del vendaje especial”. La cuestión es que necesita una nueva prótesis, que pueda ser adaptable.
A una vida de campeón, no le va a faltar un condimento. Ya que el 15, en honor al Potro, se expondrá un título argentino de la WPC. Será en las instalaciones del Club Villa Alcira, ubicado en Bernal, calle Almafuerte 496, con una entrada económica a $1.500. Para llenar el gimnasio, como en los viejos buenos tiempos cuando nacía la leyenda de Agustín “El Potro” Corso.

(Contacto de WhatsApp para mayor información: 221 674-9557).

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