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lunes, julio 8, 2024

El cuadro de Spilimbergo que era auténtico aunque nadie lo creía

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La tarde en la que el art dealer, Luis Cuello entró a un pequeño negocio de compra venta en la ciudad argentina de San Juan y se detuvo frente a una obra, supo que podía estar ante un original del maestro Lino Eneas Spilimbergo. Con más de 50 años de experiencia en la compra venta de arte, algo en la composición del paisaje le dio la certeza. La pintura estaba en un estado desastroso, los bordes de la tela de arpillera, deshilachados, el marco semi destruido, no tenía fecha pero sí se veía la firma: Spilimbergo. La compró y se la llevó. Comenzó así un largo camino para demostrar la autoría.

La obra fue enviada para su validación a la Fundación Spilimbergo, pero esta alegó que no tenía registrada esta pieza en sus catálogos. Posteriormente, se consultó a la Asociación Argentina de Galerías de Arte –AAGA–, que replicó lo dicho por la fundación. La desconsideración se producía tras evaluar una fotografía del cuadro. La duda era razonable. Un nieto del artista contó que en una convocatoria que hizo su padre a todos los propietarios de algún Spilimbergo, de 100 obras presentadas, 99 eran falsas.

El artista argentino, que vivió durante largos años en Paris y murió en la Argentina, dueño de una profusa obra caracterizada por estilos diferentes, expuso en la Bienal de Venecia, Bienal de São Paulo, Exposición de Pintura Argentina en Nueva York, Helsinki, México, Pekín y es junto al mexicano David Alfaro Siqueiros y los argentinos Antonio Berni y Lozano, el autor del mural «Ejercicio plástico» (1933) y junto a Berni, Juan Carlos Castagnino, Manuel Colmeiro Guimarás y Demetrio Urruchúa de los murales que están en la cúpula de las Galerías Pacífico (1946) en la Ciudad de Buenos Aires

Durante su estancia en San Juan desarrolló principalmente el paisajismo. Solía repetir escenarios.

Spilimbergo ¿sí o no?

¿Puede una obra que ha sido desestimada por el mercado demostrar su autenticidad? Esta es la historia de un caso que lo logró. La obra “Paisaje de San Juan”, sin fecha, una pintura al óleo sobre yute, de 108,5 x 87 centímetros y con bastidor marca Seurat de 2,5 centímetros con doble cuña, firmada Spilimbergo, “es una obra original del reconocido artista argentino, Lino Eneas Spilimbergo”.

Habría sido realizada por el pintor entre los años 1937 y 1946. El caso, por interesante, es uno de los que aparece, en uno de los pocos libros en español sobre el tema que recién salió de imprenta: La práctica profesional del peritaje de obras de arte (Tirant Lo Blanch), coordinado por la española, Diana Angoso y lanzado en mayo en el CCK de Buenos Aires.

Los resultados de las pericias son indiscutibles. Fueron hechas por Givoa Art Consulting, consultora con base en la Argentina y Brasil que, tras 12 años de trabajo, ha realizado más de 250 exitosas investigaciones. Conocida también por su cuidado en la cadena de custodia de las pruebas, desde 2017 sus informes periciales están protegidos por Blockchain y en el 2021 incorporaron una tecnología complementaria para reforzar esa protección.

De esto no se habla

En el mundo del arte se habla poco de estos temas. Generalmente quien manda a hacer las pericias suele mantenerse en silencio y quien las hace trabaja bajo el signo de confidencialidad.

Luis Cuello, quien vive en la ciudad de Córdoba, conocido en muchas de las casas de subasta en la Argentina, es cliente habitual de Sotheby’s y de Christie’s, en Nueva York y Londres, no tiene problemas en contar la historia como la vivió.

Tiene fama de tener un ojo avisor: “El cuadro estaba rodeado de cachivaches en un lugar chiquito que tenía de todo un poco. Yo siempre entro a sitios así y busco, muchas veces me he dado con sorpresa. Cuando lo vi, pensé que era muy el tipo de obras que Spilimbergo había hecho en San Juan. Lo primero que hice fue sacarle el bastidor, las tachas y ponerla sobre dos hojas de chapadur, a medida, para mantenerla a salvo.

“La obra la llevé a Buenos Aires, la vio uno de los asesores de una importante casa de subasta, que tenía una galería junto con otro colega. Mi intención era ponerla a la venta. Se la dejo preservada entre dos tablas de y cuando me la devuelve veo que la habían guardado enrollada y hacia dentro, en consecuencia, la capa de pintura se había agrietado y mostraba extensos craquelados verticales. Todavía no me explico por qué lo hizo. La obra se deterioró aún más. Me dediqué a buscar buenos restauradores. Pasó por dos o tres. La cuestión es que quedó finalmente en buenas condiciones”.

Luego pasó que los herederos no la reconocieron y lo mismo hizo la Asociación de Galerías de arte. “Pero algo me decía que no estaba equivocado –continúa– y ahí fue cuando me decidí a buscar la consultoría de peritos. Mi idea era (y se cumplió) que mediante peritaje, no hubiese duda de la proveniencia”.

Ahora, Cuello piensa que si se hubiera tratado de una copia, probablemente la hubiese puesto en una subasta para venderla como tal, como una recreación de una obra de Spilimbergo. “O la hubiese colgado en mi casa. La verdad no sé qué hubiese sucedido si me decían que la obra no era original”, indica.

Las pericias

En el año 2019, Cuello contrató a Givoa Art Consulting. El perito en arte, Gustavo Perino, su director, tuvo a su cargo el trabajo junto a la calígrafa María Alejandra Leyba y un equipo multidisciplinario. Ambos desarrollaron líneas de trabajo por separado que, solo al final, compararon para llegar a la certeza de la autenticidad de la obra de Spilimbergo.

Perino parte de una frase de Giovanni Morelli, que fue el creador del método Morelli en 1890: “El experto en arte es comparable al detective que descubre al autor de un crimen, basándose en signos imperceptibles para la mayoría”.

Desde San Pablo, en Brasil dice: “Muchas de las obras que llegan a un peritaje técnico-científico llegan con algún supuesto firme sobre su autoría. A lo largo de todos estos años, hemos tenido solo algunos casos donde fuimos contratados y el cliente ya sabía que la obra era falsa y el peritaje tuvo la función de confirmarlo para poder iniciar un reclamo que permitiera la devolución del dinero a los intermediarios que comercializaron la obra”.

“Hoy en día –continúa–, no hay artista que, independientemente si tiene alto valor de mercado o bajo, escape de poder ser falsificado. Si son de alto valor, se falsifican por su valor de reventa porque colocar una obra falsa en el mercado trae mucho lucro. Pero otras veces, si tienen bajo valor, son menos observadas, son menos verificadas y se venden mucho más rápido. Entonces, se apuesta al volumen y eso pasa mucho con obra gráfica, grabados y obras menores. Spilimbergo no escapa a esta práctica”.

La investigación tuvo varios momentos súper interesantes y productivos desde el punto de vista del peritaje, porque Spilimbergo fue un artista que participó de todos los salones nacionales de arte importantes en el país, por lo cual muchos museos argentinos tienen obras suyas. Eso nos permitió juntar una base de comparación (obras testigos) de todos los períodos o con una estética similar a la obra cuestionada”.

Con la obra de Spilimbergo, el estudio trabajó sobre tres ejes fundamentales: el contextual-histórico, el estético-técnico y el material.

“Por procedimiento, se consultaron todas las fuentes existentes y disponibles de información sobre el artista estudiado. Consideramos la opinión de las fundaciones, familias y conocedores y jerarquizamos el aporte de pruebas y evidencias de autenticidad por encima de las opiniones subjetivas. Más allá de los retos que presentaba esta obra por sus daños materiales y su estado de conservación, la conclusión de los parámetros contextual-históricos reforzó la hipótesis de correspondencia de la obra cuestionada con la vida y producción del artista para una fase de su carrera en específico”.

Luego, llegó el momento de los factores materiales: “Este aspecto fue realizado e interpretado en conjunto con el Instituto Nacional de Tecnología Industrial de Argentina (INTI), que identificó los pigmentos y aproximó su datación. El parámetro científico que estudió la materialidad de la obra mediante espectrometría Raman, SEM-EDAX y análisis microscópico, confirmó que los materiales pertenecían a mediados del siglo XX y coincidían con los utilizados habitualmente por el artista según los registros históricos obtenidos. Se comprobó también el uso de pigmentos que no existían antes de 1937, de allí la hipótesis de datación de la pieza”.

Por último, “el estudio de los aspectos técnicos, mediante pruebas de imagen y estudio de la pinacología fueron la clave para determinar la autoría, sin duda posible. Estos estudios mostraron una factura técnica que coincidía con la de las obras de arte testigo, había concordancias en la paleta de colores, similitud en la jerarquía espacial de los elementos, el estilo de la composición y la factura técnica del artista”.

En Buenos Aires, la calígrafa Alejandra Leyba, a cargo del análisis técnico-caligráfico de la firma señaló: “En mi trabajo como calígrafa, la tarea fue similar a la de peritar firmas en documentos. Comenzamos reconstruyendo el historial autográfico del artista y reuniendo la mayor cantidad de firmas en obras testigo, coordinados por el perito de arte que dirigía la investigación. Se analizaron las variaciones y mutaciones surgidas de la técnica, el material y el instrumento utilizados para firmar. Después de mi análisis y de llegar a una conclusión, debatí con el perito de arte. Ambos coincidimos en la correspondencia de la firma en la obra. Todo nos hizo decir que era una obra original de Spilimbergo”.

A modo de conclusión les pregunté a Perino y a Leyba si la pericia sobre esta obra en particular puede ayudar a descubrir la autoría de otras obras atribuidas a Spilimbergo. La respuesta fue: “Toda investigación pericial en arte acaba profundizando los estudios técnicos y materiales sobre las obras de los artistas. Sin dudas tener una investigación tan amplia y con la metodología aplicada, servirá de parámetros para otras investigaciones de obras cuestionadas o de obras que precisan de confirmación de autoría”.

La obra “Paisaje de San Juan” confirmada en el peritaje, fue vendida en subasta y está hoy en una colección particular. Parte de las obras testigo fueron obras similares como la que está en el Museo Castagnino de Rosario, que fue premiada en el salón rosarino de 1929 y Calle de San Juan, de la colección Amalia Lacroze de Fortabat. En el libro recientemente publicado en España donde el caso fue publicado, hay 32 páginas de información técnica sobre este peritaje.

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