Los Pérez estaban al borde del bus, dos hermanos, de la ciudad Berisso, con pinta de ser los hinchas más veteranos de los 59 pasajeros que el lunes a las 22 horas partió con destino a Goiania, Brasil, con la empresa argentina 2.190.0. De los dos viajó uno, pero el otro los despidió, porque son las cosas de la familia postiza, la familia que se une cantando en una cancha. Los dos tienen una razón más que especial para apoyar a su «Lobizón», este año, el entrenador es el mocoso que vieron crecer y patear en el barrio, los otros hermano, Romero. Me van a tener que disculpar, lectores, pero el partido arrancó dos noches antes que el miércoles 8, y fue cuando el chofer les decía, “tenemos 24 horas, cruzamos a Brasil y cuenten otras 12 más sentados”.
Puede que el empate sin goles fuera insaboro para las apetencias del equipo, pero el Goias Esporte Clube llegó como líder del grupo, tranquilo. Amén del fútbol, será una obligación en tiempos violentos, resaltar que no hubo problemas fuera ni dentro del estadio, cuando en la mente se agolpan hechos caóticos, horrendos, con Boca en Chile, y con Racing en esta misma tierra brasileña, la del de fútbol de O Rei Pelé, de la samba de las comunidades afrobrasileñas y de la cerveza que los torcedores se dan a beber con la naturalidad que nosotros tomamos unos mates. ¡Que les guste sociabilizar con un vaso bien fresco y espumante, y eso sea una tradición, vaya cada uno con su libre albedrío!, pero tienen espacios abiertos para tales estados. Un tema alarmante, que debería tomar en serio los dirigentes políticos de los organismos del fútbol mundial, tanto como los diputados y senadores que legislan en cada país. Ayer, el expendio de la bebida también circuló en el buffet de la tribuna visitante… Y los argentinos, en la cancha, no tienen permitido el alcohol.
Con las averiguaciones del caso, todo se precipitó luego de que la FIFA levantó «la ley seca» y vendió “cerveciña” adentro de los estadios durante el Mundial 2014 (por un contrato millonario con una empresa que empieza con “B”), y al año siguiente un diputado se organizó para llegar a levantar la prohibición de la venta de alcohol. Bastante cómico, porque “prohíbe la venta de cualquier otra bebida alcohólica”.
Afortunadamente, existe una buena relación entre las dos hinchadas, se comentaba. Ningún inconveniente con la policía, con 22 grados, en noche de remerita. Estadio chico, onda Banfield (más chico) y en pleno centro. Los triperos entraron a cantar la última melodía predilecta, mientras esos pibes delante de sus narices hacen la entrada en calor, que en la jera de los profes se dice «movimientos precompetitivos».
Aunque el tiempo y el progreso pretenda borrar todo rastro de un rico pasado que se fue y se añora, este Gimnasia y Esgrima tiene la suya en materia internacional, de un lujo que vieron sus hinchas para el cumpleños número 75, allá por el año 1962 (tiene 136 desde la semana pasada). Un partido contra el Santos, de Pelé, equipo que marcaba la temperatura en el planeta, tenía al mejor jugador ¡y qué jugador!. Cuando llegaron al Bosque, venían de golear 6-2 al Barcelona, campeón ecuatoriano; 6-3, en Quito, al Deportivo Universitario; y embaucaron a cuatro rivales peruanos, 5-2 al Alianza Lima, 5-1 al Universitario de Deportes, 5-1 al campeón Sporting Cristal, 3-2 al Municipal; bajaron al Uruguay, triunfaron 3-2 ante Nacional; y de paso por la Argentina, gozó ante Racing, 8-3; perdió con River 1-2, y empató con el que ese año será proclamado por la gente «El Lobo”: culminaron 2-2, y las dos veces se puso arriba el Tripero. En el ataque paulista Coutinho, Pelé y Pepe. Esa noche Gimnasia tuvo que apelar a una emergencia y jugó con una camiseta roja, lo que hoy podría ocasionar una catarata de quejas, por todos los canales de comunicación.
En el Estadio “Da Serrinha” (la ciudad ofrece el paisaje de colinas y montañas), el arquero Tomás Durso a los gritos y con reacciones fue el Minoian del presente, ante dos cabezazos, de Maguinho y de Sidimar, que empezaron a inclinar la balanza para los verdolagas.
Volviendo al arquero berissense del Lobo del 62, que cuando jugó con el Santos, el mismo había volcado con su jeep, pero pudo jugar, según una crónica de Mercurio, la pluma periodística que dio la ciudad, desde las páginas de El Día.
Si Leo Morales no se cruzaba en la línea, en el final de la primera etapa, el local se hubiera ido bien en ganancia. El Azul y Blanco fue una media vuelta de Tarragona, arriba de los palos.
Segundo tiempo. Los que pedían un trago de birra en el entretiempo, seguro que ya habían olvidado los malos manejos del VAR que tiraron abajo la moral del equipo, en las dos competencias (casos paradigmáticos, como el último gol que ahogaron en el Bosque).
Esta vez, el VAR vuelve a acompañarlos para quienes se habían olvidado de su “poder de control”. El árbitro cobró un penal para Goias por mano de Miramón, que levantó las voces en la cabina del VAR: la mano fue usada como apoyo, y se deliza naturalmente. El árbitro revirtió su fallo.
En el minuto 66 el local quedó diezmado por expulsión de Ariel, que un rato antes se perdió el gol.
Gimnasia entró a mirar el arco como una necesidad, con el cambio por un puntero como Benjamín Domínguez para crear sus fantasías, pero sin punch.
Son uno de esos pibes a los que han visto llorar cuando se han ido derrotados, como lloran los que viven en la plenitud de sus vidas.
Allá en lo alto, debajo del cartel electrónico, los integrantes de la Comisión Directiva, se ilusionaron con un remate del «Yacaré» Morales, en un gesto técnico del «tres dedos» que zumbó el poste. Y otro tiro libre de Tarragona que pegó en un cartel.
«Hay clubes grandes en la Segunda de Brasil?», inquirió un gimnasista, cuando el hotel daba para la charla con lugareños. «Ninguno», le responden.
La TV confirmó números al cerrar su trabajo. Remates, 16 a 10; al arco, 6 a 2 (para los brasileños).
Los números apretados también caben en el bolsillo de los hinchas del «bondi» a una ciudad recóndita, donde algunos llegaron con monedas a cubrir el costo. «Acá vinimos con mucho sacrificio, para los que no tienen una tarjeta de crédito», dice otro.
En la cancha, lo mejor fue que en la posesión de la “bola” fue dominador (53%) y acertó en más pases que los anfitriones.
Colorín, colorado… El avión charter de tres horas, salió a las 0.05 y arribó a las 4.05 de hoy, a Aeroparque, mientras el micro está circulando, pensando en el martes 13 que viene Belgrano al Bosque. El diario Olé en su edición digital tituló “Gimnasia empató y tiene un pie afuera”; y Espn en su noticiero escribió en el zócalo informativo “Quedó último en el grupo G”. Todos estos que persiguen ilusiones, siguen cantándoles «¡No me importa el resultado!».
Sin embargo, los sueños siempre están. Las posiciones lo dicen: Goias 9 puntos (+, Universitario 7 (0), Santa Fe 7 (0), Gimnasia 4 (-3). El próximo partido será en Lima, capital del Perú, donde se juega la sexta y última fecha de la zona clasificatoria.
La controversia en el fútbol es tema para directores técnicos, espectadores que entienden un poco más del juego, que analizan y discuten tácticas, pizarrones. Hay una cosa que, a esta altura, no admite discusión. El hincha, el socio, el enamorado. “Más importante que el nombre que llevás en la espalda, es el escudo que llevás en el pecho” (Alicia Casamiquela). Esta es una de las frases que aparecieron en el Polideportivo, y frente a las cuales uno puede pensar, meditar y valorar la existencia de las instituciones.
En el pasillo del Polideportivo, bordeando todo el perímetro de la cancha de básquet, aparecieron algunas frases que hablan del espíritu mens sana: “No se consigue nada sin esfuerzo” (René Favaloro), “Por más elogios que reciba, no me voy a sentir superior a la persona que tengo a mi lado” (Emanuel Ginóbili), O aquella otra que está justo en el casillero 22: “El mundo no se divide ni entre fuertes o débiles, ni entre éxitos y fracasos, se divide entre quienes aprenden y quienes no” (anónimo).
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