Desde este jueves, los precios de la nafta y el gasoil en Argentina experimentarán un incremento del 3% promedio, en un contexto caracterizado por la caída de ventas y una notable recesión económica. Esta decisión implica no solo la transferencia al precio final de la reciente devaluación mensual del peso frente al dólar oficial, que fue del 2%, sino también una leve actualización del impuesto a los combustibles líquidos, que aumentará en un 1%.
Con esta nueva ajustación, el precio de la nafta súper de YPF en la Ciudad de Buenos Aires alcanzará la aproximada suma de $970 por litro, un aumento significativo respecto a los $940 previos. Por su parte, el gasoil pasará de $980 a alrededor de $1.010 por litro. Esta alza se produce en un contexto donde, en lo que va del año, los combustibles han subido más del 126% en términos promedio, superando la tasa de inflación.
El Gobierno ha optado por aplicar un pequeño incremento en el impuesto a los combustibles, medida que busca evitar presionar aún más el costo de vida de los ciudadanos. Sin embargo, el escenario financiero se complica, ya que los datos recientes reflejan una caída del consumo de naftas premium, ya que muchos usuarios están optando por la nafta súper debido a las restricciones económicas. Entre mayo y junio, el consumo de nafta ha caído un 10,1% interanual, reflejando el impacto de la recesión en el bolsillo de los argentinos.
Este nuevo ajuste en los precios de los combustibles se suma a la incertidumbre económica que enfrenta el país, generando preocupación entre los consumidores y las autoridades sobre las repercusiones en el costo de vida y en la reactivación del sector automotriz. La reflexión se centra en cómo, en medio de un contexto desfavorable, las decisiones de ajuste de precios impactan directamente en la economía familiar.
