Ante más de treinta mil triperos que colmaron el estadio del Bosque, el Lobo cayó 1 a 0 frente a Estudiantes en uno de los partidos más importantes de la historia reciente. La derrota dejó un clima de frustración en el ambiente albiazul, mientras que los festejos albirrojos se extendieron hasta la medianoche con detonaciones y caravanas que se escucharon en varios barrios de la ciudad.
El Pincha, fortalecido por un cierre de temporada impecable, volverá a viajar a Santiago del Estero para disputar otra final, como ocurrió el año pasado.
tudiantes salió indemne y reforzado de la embestida que había comenzado menos de veinte días atrás, cuando enfrentó a Rosario Central. Ayer dio el último paso para meterse nuevamente en una definición y completar un ciclo sorprendente: será el tercer año consecutivo en el que dispute el último partido de la temporada. En 2023 fue la Copa Argentina, en 2024 la superfinal con Vélez y ahora llegará la final ante Racing, en el mismo estadio en el que venció por penales al Fortín hace poco más de un año.
La tarde en el Bosque expuso el oficio y la jerarquía del conjunto de Domínguez, que golpeó en el momento justo y dejó sin reacción al eterno rival. Gimnasia, que llegaba con cinco triunfos al hilo y con la ilusión firme de pelear el título, se encontró con un adversario que no perdonó ninguna desconcentración. La ilusión del Lobo se desinfló frente a un rival que mostró personalidad, experiencia y un plan de juego claro.
Un clásico que se jugó en detalles
Desde el arranque, Estudiantes se adueñó del partido con la conducción de Medina, la profundidad de Cetré y las apariciones de Tiago Palacios. Los juveniles de Gimnasia casi no cruzaron la mitad de la cancha durante los primeros veinte minutos. El equipo sintió el desgaste acumulado y también las consecuencias de otra semana turbulenta, marcada por una nueva huelga y entrenamientos interrumpidos.
El análisis del planteo dejó en evidencia la falta de respuestas de un Gimnasia que no logró ajustar su estrategia. El joven entrenador Zaniratto eligió afrontar el clásico con el mismo libreto que había utilizado ante Unión o Barracas Central, sin contemplar el peso específico de un rival con experiencia internacional y acostumbrado a partidos decisivos. Estudiantes impuso condiciones desde la intensidad y desde la calidad individual de jugadores como Piovi, Muslera, Cetré y González Pirez.
El gol que definió la historia
El Pincha fue ordenado, prolijo y eficaz. No repitió los errores defensivos que había mostrado en otros encuentros y encontró en Muslera una figura clave para neutralizar a Max y Barros Schelotto, sostenido por la presión alta de Ascacíbar y Piovi. Del otro lado, la defensa tripera mostró grietas profundas. Pintado y Giampaoli quedaron expuestos a los 17 minutos del complemento, cuando Cetré ganó por derecha casi sin oposición y asistió a Palacios, que definió abajo del arco, en una jugada muy similar al gol convertido ante Central Córdoba días atrás.
Después del gol, Estudiantes jugó con la desesperación de Gimnasia. El Lobo sintió el golpe, la presión del primer tiempo y también la falta de entrenamiento fuerte durante la previa, marcada por la decisión del plantel de parar las prácticas. Esa mezcla se tradujo en imprecisión, nervios y falta de reacción ante un rival que manejó los tiempos con autoridad.
La derrota dejó al hincha tripero con un sabor amargo y una sensación de oportunidad desperdiciada. El clásico volvió a mostrar la distancia que aparece en los momentos decisivos, cuando los partidos se definen por detalles que exigen jerarquía y temple. Estudiantes supo encontrarlos. Gimnasia, esta vez, no.



