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martes, julio 2, 2024

Francia, ante el fantasma de la extrema derecha: «No reconozco a mi país. Nuestros valores están en juego»

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En la puerta de la escuela infantil de la calle Bruselas, en el distrito 9 de París, hay varios carteles electorales pegados, todos pintarrajeados o con tachones a los candidatos. Los hay de todos los bandos, desde la extrema derecha de Eric Zemmour hasta la izquierda, unida bajo el Nuevo Frente Popular. Al primero le han pintado la cara y le llaman «sionista»; al segundo le acusan de «facha».

Esto da una idea del clima al que acuden los franceses a votar hoy. Sylvie espera a su hijo en la puerta para ejercer juntos su derecho en esta primera vuelta de las legislativas en Francia. No le importa decir a quién apoya y tiene claro el diagnóstico del país, que le preocupa: «Es una situación caótica.Macron ha tomado una decisión dramática, que nos lleva al caos, y a unas semanas de los Juegos Olímpicos. Macron no es un ciudadano», dice la mujer.

Se presentan 4.000 candidatos en 577 circunscripciones. Macron decidió disolver la Asamblea y adelantar elecciones tras el triunfo del candidato de la extrema derecha, Jordan Bardella, el pasado 9 de junio en las elecciones europeas.

A las diez de la mañana, ya hay un movimiento inusual en este centro de voto, donde no para de entrar y salir gente. «Ya no hay partidos políticos en Francia, ni Los Republicanos, ni el Partido Socialista. Sólo los extremos», explica Sylvie, en referencia a los dos partidos de derecha e izquierda que, en su día, dominaron la política francesa.

La llegada al poder de Emmanuel Macron en 2017 diluyó mucho el peso de ambas formaciones, más centristas. El país asiste en cambio a un auge de los extremos, el partido de Marine Le Pen, a la derecha, y el de Jean-Luc Mélenchon, a la izquierda, lo que complica la gobernabilidad.

«Creo que, hoy, la extrema izquierda es más peligrosa que la extrema derecha. Se han radicalizado mucho, mientras que el partido de Le Pen ya no es el Frente Nacional que fundó su padre», dice Marine.

Muestra de la importancia de la cita electoral es la masiva participación, que no se ve desde los años 80. A las cinco de la tarde era del 59%, 20 puntos más que en las legislativas de 2022. Bertrand se prepara «para lo peor»: «Está claro que va a ganar la extrema derecha, lo preocupante es qué van a hacer cuando lleguen al poder».

Colegio electoral en Rennes, oeste de Francia.JEREMÍAS GONZÁLEZ | AP

«Es inquietante. No reconozco esta Francia», admite Anna, que va con sus dos hijos pequeños a votar este domingo. «Este es un barrio privilegiado, pero cuando sales de aquí, te vas a los barrios populares o fuera de París, te das cuenta de que hay otra Francia, de que Le Pen ha progresado en las clases sociales antes impensables. Son los valores franceses los que están en peligro».

Las dinámicas y lógicas que funcionaban antes, en otros comicios, ya no valen. No está claro, por ejemplo, si una alta participación puede beneficiar a la izquierda, como pasaba hasta ahora, o al partido de Le Pen. Se ha debilitado el cordón republicano, el que hasta ahora ha hecho que todos los partidos se alinearan e hicieran barrera para evitar que la extrema derecha llegara al poder. Esta alianza parece haberse roto, a pesar de que durante la campaña desde las fuerzas moderadas a la izquierda, el mundo del deporte o de la cultura, han insistido en mantener ese cordón.

«Si se ha roto el frente republicano anti Le Pen es por culpa de la extrema izquierda, con sus posturas, que lo ha mezclado y revuelto todo. Ahora ya no sabes quién es quién, aunque no hay que equivocarse: el partido de Le Pen (Reagrupamiento Nacional) sigue siendo el Frente Nacional de su padre», dice Anna.

Pocos entienden la decisión de Macron de disolver la Asamblea y convocar legislativas antes de tiempo: «No es fácil gobernar Francia, pero a Macron no le gusta perder, por eso convoca elecciones y nos lleva al caos: quiere irse diciendo que ha sido culpa de los franceses», dice Sylvie, que, no obstante, ha dado su apoyo al diputado del bando presidencial: al primer ministro, Gabriel Attal, «un político de altura, que da ejemplo de ciudadanía, así que voy a acompañarlo en este viaje. Esto es lo que necesita Francia ahora más que nunca: ciudadanos».

 

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