La avenida 60 es un embudo a la altura de uno, en la esquina donde se venden girasoles a dos paquetes por cien pesos o la tapita de vacío a mil la porción. El Día del Hermano se acomodó en Argentina un 4 de marzo por temas materiales, pero el día del hermano es el 5 de septiembre y simboliza la solidaridad con el otro (se inspiró en Madre Teresa, aquella que en 1990 recibió a los jugadores de Gimnasia). Hermanas son las bandas del Lobo y del Sabalero, y atrás del arco están los colores rojinegros pues los han recibido en un asado.
“¡Hermano!”, uno queda abrazado a uno de esos que deja de ver pero te devuelve el paso por una cancha, Augusto Dallachiesa, tripero, del ramo de los periodistas bohemios que llegan a 1 y 60, con su hermano de sangre Dardo.
Voy al sector de plateas Basile, y viene conmigo una nota de Tribuna Gimnasista, donde el querido Néstor Basile, el Loco, el Ronco, contaba una anécdota de la década del 70. “De pronto me encontré con una nueva cara, un cuarentón con cara de tango y mucha noche recorrida. Al toque pregunté y me batieron que era el nuevo Intendente del Club, Oscar Abelenda. Soy santafesino, hincha de Colón (le dijo el hombre) y ni bien llegué a La Plata, como soy fana del fútbol, fui a ver a los dos equipos. Necesitaba identificarme con uno. Colón es el pueblo y elegí un hermano”. Fue en agosto de 1995, para los Negros habían firmado el Pampa Gambier y el Momia Kuzemka (el Sotelo al que hace mención el título era por otro que ya no está, el ex jefe de deportes de El Día, César Omar Sotelo, firmaba sus notas COS). «Soy del Lobo y de Colón, en Santa Fe nací y en La Plata me hice». No tuvo drama en confesar el amor; menos cuando hay trabajo y se cubre al rival de la ciudad, ya que al Negro le tocó viajar con el Estudiantes de Zubeldía en aviones con destino copero.
Frente a frente, dos con necesidades, Colón 8 sin ganar, Gimnasia viene de un sopapo en cada mejilla (Excursionistas y Barracas, quien te ha visto y quién te ve).
Tanta hermandad que los jugadores y los cuerpos técnicos se frenan, se abrazan y se besan antes de jugar, como en una congregación religiosa; Gorosito y Zapata, con los Romero, ¡larga vida para ese par hermanos!
«El Bosque» vibra, por más que en 15 minutos recién tira una vez al arco, Lescano la levantó hasta el parapelotas…
Media hora y abundante pierna fuerte. El “Dale Lobo” es el carnaval continuado del domingo pasado. Paciencia y alegría, las dos virtudes que se manifiestan, tanto de los que gritan como como de los que están sentados en un palco, el de las familias Gliemmo, Chumbita, Federico. Saludo con honor a un Ciudadano Ilustre, Francisco Gliemmo, quien fue presidente en otra crisis. Gimnasia es como la Argentina. Sale y se hunde, sucesivamente.
En el primer tiempo se vio lo mejor. Con un «¡vamos Lescanooo!» que le nació a Pancho Gliemmo, italiano que a los cinco años trajo un barco (el mayor de siete hermanos en una casa donde mamá hacía rendir todo y el padre lo sumaba rápido al «laboro»), llegó a ser ingeniero químico, docente universitario y desde 1967 asociado a la causa Gimnasia. Lo cierto es que Lescano metió una pelotita brillante, para que corra Domínguez sin abrochar la última puntada: “Era por arriba, Benja”, se lamentó Flavio Gliemmo, abogado, que se cruza la mirada con su hermano, el geógrafo Fabricio Gliemmo (los dos son hijos de Pancho).
Colón los pone a sufrir, con el mano a mano del “92” Jorge Benítez (por número y velocidad puede ser un auto de Turismo Carretera), la filtró para Peirotti y ¡salvó Tomás!, con las piernas.
Cero a cero… Cero a cero… Colón siempre es bravo. En el Día de los Hermanos, descubro a Carolina Barros Schelotto, la mayor de cuatro, de los mellizos que tiraban poesías con esta camiseta y del cirujano Pablo Barros Schelotto, o sea, el padre de quien debutó como titular, Bautista Barros Schelotto, camiseta 28.
Recuerdo exacto de cuarenta años, marzo de 1983, en la Primera B, empate en el Bosque y renunció Della Savia; llega de interino Restelli, asume Victorio Cocco que duró una docena de partidos y se designa para apagar el incendio al Gallego Rosl. ¡Esa sí que era una de las malas más malas de Gimnasia, colistas en la B!
Otro bocadito de nostalgia: Me alegra saber que estuve el 19 de marzo del 2000 en una igualdad 6 a 6 (con goles de Sava por 4, Vitamina Sánchez y San Esteban de penal; Fuertes por 3 en la visita, Valencia, Morant y Cufré en contra). Hermosa remontada, ya que los de Griguol perdían 1-4.
Esa tarde sí que no tuvieron trabajo los «alcanza pelotas», porque todas iban adentro… Epa, qué sorpresa la de Gimnasia, que puso todas chicas en esa función tan cuestionada, sobre todo en la cancha de Barracas Central la fecha pasada. Linda postal que armó el reportero Nico Braicovich.
Entretiempo, nos cruzamos la sonrisa con el ser macanudo que sigue siendo Seba Barclay, el delantero de la 78 que atacaba con Gatti, Messera y Chirola (y llegaron los cuatro). “Acá firme con Chirola, un hermano, tantos años jugamos juntos”.
El DT no pasa un minuto sin moverse, camina al ritmo de un cobrador puerta a puerta, golpea las manos, apurado, va y viene, y ahora mete dos pibes que el hincha empieza a conocerlos: Ivo Mamini (29) y Alan Sosa (35). La gente apoya de forma incondicional, y aprueba a los que entran y a los que salen.
“Es la actitud que se percibe”, me devuelve con su habitual calma Esteban Chumbita, que a los 65 años aprendió a esperar hace mucho y a rescatar lo bueno. Para él, tampoco la vida fue fácil de entrada, desde su cuna en San Miguel y el arribo a los dos años a La Plata, creciendo en El Triunfo cuando el barrio vivía de las quintas. “Van sumando minutos”, mira a esos jugadores que honran la historia gimnasista de sudores. Se emociona cuando habla de otro chico que dignificó un equipo de fútbol, el Dibu, “lleva a su profesión del fútbol el espejo de sus padres, el del sacrificio para conseguir lo que se proponga”.
El partido se desvaneció y, salvo alguna bola que zumbó al arquero Chicco, hacía tiempo que parecía sellado. Zorro, o perro callejero del fútbol, el DT del urgido Colón ya consiguió que no le marquen goles en dos partidos. Y les marcó terreno: “no me gustan los equipos sin alma”. ¿Qué le habrá dicho a Stefano Moreyra (el 34, titular) para no dejarlo ir a Madryn cuando tenía un pie en el avión?, se pregunta un colega del diario El Litoral. La porra canosa de «Pipo» se hizo querer durante los últimos tiempos, tan particular en su forma de ser, como en el uso de un saco (negro) que no se sacó en toda la tarde a pesar de la temperatura agobiante. Volvió y tiró besos, manito al corazón y le devolvieron el afecto. Fueron sesenta partidos y 97 puntos cosechados. Cada uno seguirá por su lado.
Siendo las 22 hora del sábado, ya en casa, el teléfono y la conversa me pone al día con otro periodista, Marcial Cabello, hermano del alma, e hincha de Colón, que en su Wathsapp tiene una estrellita con los colores rojo y negro y una fecha: 4/6/2021 (campeones de la Copa de la Liga: Colón 3 Racing 0, en San Juan). La charla tiene un solo momento donde el amigo me confirma que el fútbol lo alegra pero también le preocupa: “Gol de Tucumán, quedamos últimos”.
Tranquilo Sabalero, que usted tiene un lindo equipo de barrio para disfrutar, preparando el debut en la B de la Liga Amateur, como técnico de la reserva de Comunidad Rural.
Tranquilo Tripero, usted ya sabe lo que es caer y levantarse, y cuando todo parece perdido, aflora más lindo una canción como esa de
Vamo’ vamo’ los pibes, vamo’ vamo’ los pibes.
Ver a Gimnasia, a veces con eso basta. Encontrarse con la gente que se quiere, con los que solo podés descubrir en una cancha. Dos pibes como Catalina y Benjamín, con su abuelo Miguel Angel Federico, de los que antes iban a mirar tres partidos y no uno, cuando era Tercera, Reserva con el sanguche y la Primera.
