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domingo, julio 7, 2024

La luz de Carlos Saenz no se apagará nunca: un dirigente de bien público que hizo grande a la Asociación Coronel Brandsen

Los clubes son como montañas y cada persona que pasa por ellos son las manos, que mueven, levantan y embellecen a la comunidad. Carlos Alberto Saenz, presidente de la Asociación Brandsen entre 1982 y 2002, fue uno de esos seres que llevaron a cabo la construcción silenciosa.

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Carlitos nos dejó el último día del año, a sus 79 años de edad. Hacía tres temporadas disfrutaba de la paz en Las Toninas, ya jubilado de su oficio de imprentero, donde también fue muy querido por clientes y colegas.

Los primeros pasos en Brandsen fueron en 1979, junto a su mujer Elba Edit Filattiera, con quien hacía un tiempo vivía en el barrio de Plaza Brandsen. “Nos casamos en 1969 y compré la casa», que estaba a dos cuadras de la Sede de 60 entre 23 y 24. «Mi primer hijo Diego nació en 1971, el segundo fue Gabriel en 1976 y Leandro en 1985”, recitaba en una nota que concedió a este periodista justamente en otro fin de año, el último día del 2020.
“Salí con pensamientos dirigenciales como mi padre, Cecilio Saenz, que en el barrio La Loma había participado como socio fundador en los clubes Azcuenaga, Estrella de La Loma y Esteban Echeverría», recordó.
Por ese legado, fue en 1981 cuando no dudó en aceptar ser el presidente de la subcomisión de Fútbol Infantil.
El «Coronel» vivia una suerte de estancamiento, y el fútbol de los chicos había llegado para ser un envión. «Había poca gente en la CD, no se llegaba a pagar la luz, y siempre acudían a nosotros. ¡No éramos ricos, pero manejábamos más dinero que la Comisión», recordaba.
Los chicos de AC Brandsen entrenaban en la Sede, en una canchita de tierra que hoy está ampliada y con césped sintético. La categoría 75 era una de las más atractivas.

Ese padre con inquietudes terminó aunando su voluntad con la de otros jefes de familia, y su sola mención traen a la memoria días muy felices: Oscar Martins Serrano (padre de Javier, arquero de la 72), el “Tito” Aparicio Rosas (padre de Gastón de la 73), el “Pata” Hugo Raimondo (padre de Ale de la 71 y de Pablo de la 75) y el “Lucho” Luis Tarquino (padre de Lautaro de la 76).
Con la premisa de mejorar las instalaciones y mejorar el ambiente, se presentaron a las elecciones pero los viejos socios apostaron a la lista oficial. “Eramos un grupo que teníamos entre 30 y 40 años. El primer año se perdieron las elecciones porque los que manejaban el club tenían dominios sobre los socios y su pretexto era que los jóvenes ibamos a sacarles las bochas. Se siguió trabajando y en la segunda elección ganamos. Nos costó levantarlo. Eso fue gracias a la familia. Nos hicimos muy unidos».

Veintiún familias aportaron para una causa enorme: AC Brandsen adquirió 5 hectáreas, en las afueras de La Plata, zona oeste, 523 y 161, donde brilla actualmente. Carlitos recordó la rifa de un automóvil, y la inauguración de una cancha de Padel que sirvió para ahorrar  e invertir en el predio.
El sábado 28 de mayo de 1995 fue una fecha histórica al jugar de locales por primera vez en jornada de LIFIPA, recibiendo a Las Malvinas. Este periodista cubrió el evento.
Dejaban atrás el alquiler que se iba estirando de barrio en barrio: en El Porvenir Platense (42 entre 133 y 134), en una casa quinta de 42 entre 157 y 158, o en la cancha chica de Centro de Fomento Los Hornos.

LA LIGA AMATEUR PLATENSE DE FUTBOL
Si bien había sido en noviembre de 1976 cuando Brandsen debuto en una Primera “C” de la Liga (ganó el petit torneo de cuatro equipos que le permitió jugar en la “B” en el 77 y 78), y que en 1979 fue el primer año que consiguió jugar con el fútbol infantil de LIFIPA, habría que considerar como el despegue futbolístico a partir de 1985, en que llegaron a tener una nueva chance en la Liga, presentando Primera y Reserva.
No fue fácil y tanto Saenz como el tesorero Tarquino habían sido claros con los que trajeron la idea: «Aceptamos, pero no hay dinero». La Liga demandaba el alquiler de cancha cada 15 días, abono de policía y árbitros.
Carlos recordaba cómo fueron esos días. “En el Café Francés, de 49 esquina 6, había un señor que lo regenteaba y que además armaba equipos de fútbol, Horacio Ortíz. ¡Ese Café tenía un señor equipo! Quisieron entrar a la Liga, no tenían personería jurídica y se acercaron a Brandsen». Metieron el batacazo al ascender en el estreno de 1985.

El club ya contaba con todas las tiras a nivel competencia. Los niños en LIFIPA. Los que transitaban la adolescencia jugaban en la Federación Bonaerense de Fútbol Juvenil en el Estadio Provincial, y llegó a haber un tiempo en que queriendo jugar en LISFI, el estatuto no lo dejaba participar como Brandsen (por estar afiliado a otra liga), pero lo hicieron igual con el nombre de Olimpia.
En 1986 la Liga declaró obligatorio la presentación de Cuarta Division, un sub 19; toda una fiesta los domingos a la mañana, y en 1987, de la mano de Alejandro Nicoletti, los pibes le dieron al club una linda emoción: la primera estrellita en la Divisional A, siendo locales en la cancha del Parque San Martín.

El crecimiento no se detuvo ante los ojos y el alma de Carlitos. “Compramos un predio de 30 mil metros cuadrados. Primero se inauguró la cancha de siete (en 1995) y seguimos con la cancha de 11, para la cual se contrató un arquitecto», recordaba.
“Alambres La Plata,  con el señor Radamé —fallecido— colaboró, dio posibilidades de alambrar todo el predio de 11 y pagarle cuando el club pudiera». Entre las peripecias, don Carlos recordó que «tardó en llegar la luz… ¡no lograban colocar los pilares sin que se robaran las cajas! Y cuando venía EDELAP no podían hacer nada”.
Con la gestión de Saenz el Club festejó su 50 Aniversario, a lo grande. Fue en 1992 con la presencia del recién electo intendente de la ciudad, Dr. Julio Alak.
Por otro lado, Saenz integró el Comité Ejecutivo de la Liga Amateur Platense en tiempos del Presidente Dr. Daniel Costoya (1994).
Y la mejor campaña la disfrutó en 1999, cuando el «Coronel» vestía de naranja y lograron el primer subcampeonato en la A.

Futbolero a rabiar, gimnasista de alma, en aquella entrevista telefónica hace dos años, don Saenz repasó apellidos y campañas. Entre los muchachos que lo llenaron de emoción, tiró varias historias.
Leonardo Trinchín y Claudio Santacrocce fueron dos jugadores con buen paso. Dos pibes que van de Brandsen a Villa San Carlos y luego a Bélgica, a través de un representante que les vendió el pase”. (Tomaron el avión en 1990 y el pase fue desde la Liga Amateur).
Alejandro Raimondo era un jugadorazo, en los años que peléabamos por no descender. Un día le digo ‘vos me vas a salvar, tus piernas valen 30.000 dólares’ (risas). Se dedicó al estudio y es médico neurocirujano”.
Alejandro Nicoletti fue uno de los principales que arrimó al club a los infantiles. Al poco tiempo se fue a trabajar a Gimnasia y Esgrima La Plata, y en los ratos libres también venía a Brandsen”. El popular “Nico”, como se lo conoce hoy en El Bosquecito, facilitó contactos para que Brandsen llegara a jugar campeonatos en Brasil y en el alto valle de Río Negro.
Antonio Rosl, una figura de Gimnasia, San Lorenzo y la Selección, empezó a frecuentar el Club cuando llegó Coco, Norberto Sánchez. El Gallego Rosl fue el director técnico un tiempo en la Liga. Volviendo a Coco, cuando me fui siguió él (ya había estado en los setenta), hizo muy buenas gestiones y sigue con su hijo Germán Sánchez”.
En el 2000, Carlitos se dio un gusto. El reencuentro con el plantel que ascendió a Primera, a quince años de esa hazaña. Lo hicieron en una parrilla del Camino Centenario, que era del capitán, el «Willie» Guillermo Frisón.

“Un día llegó un jugador cuando ya estaban conformados los planteles. Nos dijo que venía del interior, era zurdo, marcador de punta. No sabíamos cómo jugaba, pero por ser zurdo se lo tomó. Su nombre: Pedro Verde”.
El padre de «Pedrito» había sido campeón americano con el Estudiantes de Zubeldía. Y ese pampeano que venía a La Plata a estudiar, encontró en Brandsen un sentimiento afín a su alma. Fue un capitán histórico, que en diciembre de 2007 lograría la primera consagración de Brandsen en la A y, como broche de oro, al retirarse en 2012 presentó al plantel a su primo, el internacional Juan Sebastián Verón.
En diciembre de 2003 Carlos Saenz, ya no era presidente, pero fue a ver al «Coronel» en un partido especial. Allí, en 52 y 161, se jugaba la última fecha del Clausura y estaban citados por el recordado técnico Gustavo Solis los dos hijos de Carlitos, que jugaron juntos: el 2 fue Gabriel Saenz y el 14 Leandro Saenz.

En los útimos años iba y venía desde La Costa a la casa que compró sobre una diagonal que mira a la Plaza Brandsen (ahora Presidente Perón).
La sencillez de Carlos, muy querido en la barriada, era para detener la pelota y abrir tesoros.
Gracias a su hijo más fanático de la pelota, Gabriel, estaba informado sobre el presente. «El Hueso» sigue siendo protagonista en el senior de la institución.
Cuando el club cumplió 80 años, la Comisión Directiva que preside Coco Sánchez quiso ir a las raíces y registrar la historia. Carlos le dio su testimonio a este periodista. Aquel hombre de bigotes, soñador, bohemio y a la vez determinado, estaba sartisfecho por lo que pudo darle al club y a los deportistas que allí buscaron un espacio.
Fue un honor haber conocido a Carlitos, y a sus dos familias, la de sangre y la de Brandsen.
Con el tiempo, los pibes, como su nieto, estarán orgullosos de decir quién fue.
Mientras tanto, el tiempo pasa y Brandsen seguirá creciendo. Como hace casi 82 años.

 

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