En una jornada histórica para la Iglesia Católica, el cardenal estadounidense Robert Prevost fue elegido como el nuevo Sumo Pontífice y adoptó el nombre de León XIV, sucediendo al papa emérito Francisco. La tradicional fumata blanca se vio a las 18:08 hora local, y poco más de una hora después el nuevo pontífice salió al balcón central de la basílica de San Pedro, donde ofreció su primer mensaje ante miles de fieles congregados en la plaza.
Prevost, de 69 años, nació en Chicago pero tiene también nacionalidad peruana, país donde desarrolló buena parte de su misión pastoral y fue obispo de Chiclayo, designado en 2015 por el propio Francisco. En su primera aparición pública como Papa, León XIV emocionó a la multitud con un discurso escrito, sobrio y comprometido, en el que habló en español y pidió por la paz, la justicia y una Iglesia cercana a los que sufren.
“La paz sea con ustedes”, comenzó diciendo conmovido. “Una paz desarmante, humilde y perseverante viene de Dios. Dios nos ama a todos e incondicionalmente. El mal no va a prevalecer”, proclamó desde el balcón, en un mensaje profundamente espiritual y humanista.
El nuevo papa tuvo palabras especiales para su “querida diócesis de Chiclayo”, recordando con gratitud al pueblo peruano que lo acompañó durante años. “Un pueblo fiel que ha dado tanto para seguir siendo Iglesia de Jesucristo”, destacó.
También rindió homenaje a su antecesor: “¡Gracias al papa Francisco!”, expresó con énfasis, reconociendo el legado del primer pontífice latinoamericano, que deja la Santa Sede tras más de una década al frente de la Iglesia Católica.
Durante su mensaje, llamó a construir una Iglesia misionera y sinodal, que camine junto a todos, que escuche, dialogue y acoja, sobre todo a los más vulnerables. “Debemos buscar juntos ser una Iglesia que construye puentes”, afirmó, pidiendo a los fieles y a los cardenales caminar “sin miedo a anunciar el Evangelio”.
León XIV cerró su discurso rezando un Ave María por la paz en el mundo, mientras la multitud celebraba con emoción. Su elección, que se concretó tras cuatro rondas de votación en el Cónclave, marca una nueva etapa en la Iglesia, con un líder que combina formación teológica, experiencia misionera y una profunda vocación de cercanía con los pueblos.