Lo que se tarda en tomar un té: «Don Padilla» Zozaya y el primer grito de gol del fútbol profesional

La primera fecha del nuevo régimen profesional del fútbol fue un domingo 31 de mayo de 1931, y el primer gol fue convertido por Alberto Máximo Zozaya, un entrerriano que jugaba para Estudiantes.

Ahí quedó la historia de la primera fecha y el primer gol convertido. Fueron 8 partidos, en La Plata, Quilmes, La Boca, Recoleta, Boedo, Villa Crespo, Caballito y Lanús, quedando postergado el clásico de Avellaneda, porque Racing no tenía el plantel suficiente.

Un total de 25 goles y la alegría de aquel eje delantero, entrerriano, que venía jugando desde el amateurismo, “Don Padilla”, sinónimo de gol albirrojo que esa tarde, en lo que tarda en hacerse un té, metió el gol inicial del profesionalismo, ante Talleres de Remedios de Escalada y a su arquero Ángel Bossio. El arbitraje de Neme y la progresión del marcador que fue así: a los 5 minutos Zozaya, a los 32 Miguel Lauri, berissense de alma, y al descanso. La parte final tuvo el tercero por obra del «Conejo» Scopelli a los 34 minutos.
Zozaya en aquel equipo se destacó por la habilidad para unirse a los toques en ataque, yendo por el centro, mientras el dúo Lauri-Scopelli armaban por la derecha, y Ferreira-Guaita fue el ala izquierda. Los bautizaron Los Profesores. Salían a la cancha vestidos de saco. Se divertían.

Zozaya, con la pelota, en un equipo de «Los Profesores» de 1931 (Museo Estudiantes)

Además del triunfo de Estudiantes, también arrancó derecho Gimnasia, que se impuso de visita ante Lanús, 2 a 1, con “doblete” de Palomino, minutos 39 y 56.
Un Boca Juniors triunfador con debut de “Panchito” Varallo (había sido comprado a Gimnasia en 8 mil pesos) no pudo con Chacarita; y un Huracán que estrenó  centrofoward, el ensenadense Herminio Masantonio, en goleada de visitante a Quilmes (el jugador proveniente de la Federación Amateurs Platense convirtió el primero y el último de aquel 4 a 0 (el primero a los 29’ y el último a los 57’).

Los Profesores eran un vals de fútbol y goles, con 104 tantos que lo llevaron a ser los más contundentes, aunque salieron segundos. El halo goleador de Alberto Máximo Zozaya hizo honor a su segundo nombre: fue el máximo goleador, con 33.
El campeón fue Boca, que como decían los tangueros de entonces “se quedó con la percanta”, palabra del lunfardo que refiere a la novia. “La copa es percanta porque se besa como si fuera la novia”.

Alberto Máximo Zozaya en la cancha de calle 1

A Estudiantes se le escapó al perder con el último, Atlanta, en la anteúltima fecha. Ese partido se jugó en el viejo Gasómetro, en Boedo, el 3 de enero de 1932; el día después Boca ganó y se consagró ganador del torneo regular.

Volviendo al ídolo (de Selección), había nacido el 13 de abril de 1908 en Urdinarrain, departamento de Gualeguaychú, y llegó a jugar para Estudiantes hasta 1939 cuando una lesión de ligamentos lo llevó a pensar en el retiro. Intentó en Racing en 1940 (2 partidos) y luego en el uruguayo Bella Vista, pero largó y decidió ayudar en el cargo de director técnico donde fue uno de los primeros innovadores: trabajó en Estudiantes, Platense, Gimnasia, Lanús, Cambaceres y Benfica de Portugal. Falleció el 17 de febrero de 1981 a los 72 años.

En el diccionario de Olé, Zozaya, 144 goles en 183 partidos

FÚTBOL, CARRERA CON OBSTÁCULOS  

Los últimos certámenes amateurs dejaron demasiadas diferencias entre las dos ligas organizadoras. Por un lado, los clubes que abandonaban en pleno torneo, otros que jugaban medio partido y se iban para no ser goleados, y las recaudaciones de 14 pesos contra otras de 22.000, reflejo de la disímil importancia de entidades y volumen de hinchadas. Irritaba también un campeonato largo, con 35 fechas (de 36 equipos) que terminaba en pleno verano y con los problemas de temperaturas elevadas que derivaron en problemas insalvables.

Pero el obstáculo que querían salvar los propios jugadores era el tema económico. Algunos clubes pagaban bajo cuerda y querían que se hiciera a cara descubierta ese pago mensual o por partido. Otro de los aspectos que reclamaban era que pudieran pasar de una institución a otra, sin necesidad de conformidad «del patrón”.
Muchos años después, gracias a la columna de investigación que dio la ciudad de La Plata con el periodista Osvaldo Tomatti (firmaba bajo el seudónimo de Mercurio) se puede leer que “desde varios sectores empezó a nombrarse la palabrita que dolía o repugnaba: profesionalismo. En la desorientación pensóse en hacer sociedades anónimas como en Inglaterra”, amplía aquella crónica mercuriana, publicada varias décadas más tarde y con algún ribete de actualidad en la que emerge la misma duda sobre las sociedades anónimas.

En definitiva, antes de ser oficial, se justificaba esa forma de profesionalismo encubierto, ya que «abundaban los muchachos de situación económica precaria, que no están en condiciones de abonarse los viajes, adquirir equipos y elementos de juego”, especificó el recordado escriba.

ESTALLÓ LA HUELGA AL MORIR UN JUGADOR DE GIMNASIA

el 1 de marzo de 1931, con la muerte por insolación de Héctor Arispe (su deceso se produjo horas después de finalizado el partido en Sportivo Barracas), junto a la crisis económica, la situación derivó en huelga ante tantas situaciones anormales. Además, nació una de las primeras formas organización sindicales en el país, por los «players», como se definía a los futbolistas en los diarios de época.

En la foto Carlos Peucelle, el precio récord que pagaron los «Millonarios»

Los jugadores mismos llamaron a un paro el 10 de abril y marcharon al despacho del presidente de facto, el General Justo Uriburu, que les concedió una entrevista en Casa de Gobierno. El año anterior se había producido la primera irrupción de los militares, cortando un gobierno democrático del radical Hipólito Irigoyen.
La protesta no la trató el presidente sino el jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, José Guerrico.
Muchos años después de los hechos, uno de los líderes de aquella medida de fuerza, Hugo Settis, ex jugador de Huracán, contó: “El Intendente Guerrico citó a los presidentes de los clubes el 27 de abril y lo único que les dijo fue que la huelga de nosotros y el profesionalismo constituían un solo problema y que debía arreglarse. Se implantó el profesionalismo, que ningún jugador pidió”.

Así, 18 clubes se apartaron de la Asociación Argentina de Football (AAF) y formaron la Liga Argentina, en una elite que el 31 de mayo de 1931 puso en juego una nueva etapa, la del fútbol profesional, el gran paso al que casi nadie se animaba.
Cuatro años tardaron en darse cuenta los de la vieja AAF que la infraestructura de sus equipos y el sistema era vetusto; y a partir de 1935 el fútbol porteño pasó a ser en una solo entidad, con la creación de la nueva Asociación del Fútbol Argentino (AFA).



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