El Papa Francisco falleció este lunes de Pascua a los 88 años en la Casa Santa Marta, su residencia en el Vaticano, tras varias complicaciones de salud que se agravaron en las últimas horas. La noticia fue confirmada oficialmente por el Vaticano, que detalló que el Sumo Pontífice sufrió dos episodios de insuficiencia respiratoria aguda, provocados por una fuerte acumulación de mucosidad bronquial. También padeció una insuficiencia renal, anemia y una infección polimicrobiana durante su internación.
La muerte de Francisco marca el final de un pontificado transformador, que abrió caminos inéditos dentro de la Iglesia Católica y dejó una huella profunda en los debates sociales, ambientales y religiosos del siglo XXI. Con un estilo cercano, humilde y frontal, Jorge Mario Bergoglio —nacido en Buenos Aires el 17 de diciembre de 1936— se convirtió en el primer Papa latinoamericano y jesuita de la historia tras su elección el 13 de marzo de 2013, tras la renuncia de Benedicto XVI.
Durante más de diez años al frente del Vaticano, Francisco impulsó reformas estructurales en la curia romana, promovió una Iglesia más austera y comprometida con los pobres, y denunció con firmeza los abusos sexuales dentro del clero. Fue también un actor clave en la lucha por el cuidado del medio ambiente, el acompañamiento de los migrantes y una mayor inclusión dentro de la comunidad católica.
Su legado va más allá de las fronteras religiosas. Francisco fue una voz moral reconocida en todo el mundo, capaz de tender puentes y dialogar con creyentes y no creyentes, sin renunciar a sus convicciones.
En las próximas horas, el Vaticano brindará detalles sobre los actos fúnebres y el proceso para la elección del próximo Pontífice. Mientras tanto, el mundo llora la partida de un líder que transformó la historia de la Iglesia desde el sur del mundo.
