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jueves, septiembre 18, 2025

Para el recuerdo, el León en aquel Maracaná donde fue de punto…

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Fue un martes 13. Un encuentro raro de la historia, cuando se habían esfumado las primeras dos semanas desde que el viejo León perdiera la divisional A. Lo llamaba a cumplir una de competencia internacional que no atendía tablas acumulativas para clasificar, sino el prestigio por integrar la nómina honoraria de los que se coronaron alguna vez en la Copa Libertadores de América. Era la “Supercopa”, sexta edición, que llevaba el nombre de Joao Havelange, el brasileño que presidió la FIFA.

El partido del 13 de septiembre de 1994 en tapa de «Jornal dos Sports»

Más rarezas: en un estadio para 155.000 personas pagaron entrada 3.000, y para hacer un cuadro, los 30 pincharratas. Ni siquiera la decisión de bajar el precio de las entradas a la mitad, sirvió para convocar a los desmotivados “torcedores”. La crisis azotaba al pueblo.
Además del plantel de jugadores y los técnicos, otros viajeros fueron el utilero Ricardo Callero y el masajista Ricardo Cedano, el profesor Daniel Córdoba, el médico Raúl Nigro, el secretario técnico Ruben Koroch y el presidente de la delegación Néstor Borán.

Tan raro que Estudiantes en cinco días tenía que debutar en el torneo Nacional B. Y en Brasil estrenó a la dupla técnica de Miguel Russo y Eduardo Manera. Raro porque en el Maracaná y ante Flamengo rascó un resultado que fue a buscar, cuando en el avión los jugadores atendían los primeros conceptos como equipo, que todavía no podía funcionar como equipo. De hecho, la cancha 1 del Country estaba recuperándose porque ya sabía a “potrero”. Además de hacer fútbol la primera, lo usaban en partidos oficiales las categorías menores. Cuando llovía se hacía barro y quedaba poceado. El nuevo Estudiantes empezó a entrenar en una cancha del Colegio de Abogados. El domingo a la noche llegó a Río de Janeiro y el martes a las 21.40 (hora de nuestro país) pisó el verde césped de un campo mítico, el mismo que hoy a las 21.30 tendrá de examen a los dirigidos por Eduardo Domínguez.

Con las dorsales también raros para el común de la gente, porque en el torneo doméstico todavía el utilero dejaba listas las camisetas del 1 al 11. La noche con Flamengo tuvo al 1 Bossio; 20 Rojas, 18 Prátola, 11 Llop, 22 Squadrone, 10 Galeano, 24 Verón, 4 Calderón, 6 Ruben Capria, 14 Mendez, 3 Armentano. Los suplentes 12 Andersen, 5 Diego Capria, 13 Martínez, 23 Luis Ernesto Sosa, 21 Salinas.

Tan raro fue aquel episodio de la historia que el “Chiquito” Bossio no solo debutó sino que empezó a mostrar por qué pasaría por el club como un ídolo. Salvó una pelota muy difícil con las piernas, y en el momento de llegar a segunda división se encontró con la cita para el seleccionado Sub 20 de Passarella.
Verón, de 19 años, iba conociendo secretos del fútbol grande al lado de un crack de 31 años, Llop, que esa noche llevó la camiseta 11. Cinco debutantes tuvo el Pincha en el mítico estadio de la final del Mundial de 1950.
En el local atajó Gilmar, de 35 años, quien volvía con medalla de campeón del Mundo, siendo tercer arquero verdeamarelho.

Ezequiel Squadrone sacó a relucir su garra, jugador e hincha

El enviado de Clarín a Río, César Litvak, mandaba el fax con sus apuntes de lo que vio en la orgullosa hinchada carioca, la más numerosa en ese país: ese año 1994 había deparado dos alegrías, la primera, con la conquista de tetracampeonato mundial de la Selección en Estados Unidos. Y la segunda: la derrota de sus enemigos del San Pablo ante Vélez en la final de la Copa Libertadores. «Los del Flamengo la festejaron como propia”.
El dispositivo táctico tuvo al “Llop” jugando un poco más atrás que los otros tres defensores; con “La Brujita”, Galeano y Squadrone alineados para atorar en el medio. Así controló sin problemas al Fla durante la primera media hora.

El enviado de Clarín fue Litvak

“El equipo que paró la dupla no tiene nada que ver con el que perdió la categoría”, firmó el comentario Litvak. Fernando Tartaglia fue otro de los enviados. «Feno», actualmente director del deportivo en Radio Provincia, por entonces trabajaba en la redacción de uno de los dos diarios platenses, y despachó su envío: “Estudiantes se hizo fuerte en defensa y rescató un buen empate en el Maracaná», título de El Día. Las fotografías fueron del inolvidable Salvador Jacinto Santoro. Viajó otro periodista, el platense Gustavo Flores, hoy radicado en El Salvador, uno de esos escribas que para los 100 años hizo un libro en honor a su querido Estudiantes. No tuvo problemas en laburar y pasear por la playa de Copacabana.

Seis del Flamengo defienden, cargan Méndez y Armentano

Producto de la lucha, el árbitro uruguayo Eduardo Dluzniewski amonestó a Prátola, Verón, Rojas y Galeano, un chico llegado de Vélez. En el eco del mítico estadio, los torcedores le gritaban “efedrina” a los argentinos por el doping y escándalo que sacó al rey Diego del mundial.
El Pincha marcó a conciencia, y Llop confesaba que “con Prátola parecía que había jugado siempre. Todo salió como lo planeamos”.
El mismo día las declaraciones de un joven Russo, de 39 años, iban tejiendo pasado y futuro. «A mí, que conocí a un Estudiantes donde todo era muy ordenado, me da pena ver al club en esta situación», decía el ex jugador, que como profesional solo vistió la albirroja y dos años de amateur en San Lorenzo.


¿Y las medias? Una llamativa prenda, blanca y negra a rayas horizontales como una cebra, que tuvo que ser adquirida en el centro de Río porque en el viaje fue extraviado un bolso con las oficiales, de la ropa Adidas que entonces vestía al plantel profesional.

El «Cabezón» Mendez recién llegaba de Morón

«Que nadie se crea que después de empatarle a Flamengo ahora le vamos a ganar 5 a 0 a Chacarita”, declaró Manera.
El debut en el Nacional B también fue empate, a las 10.45 horas del domingo. Para más datos extraños, hasta fue televisado en vivo en la B, algo que no le pasaba seguido en la A.
La revancha con los brasileños fue en el viejo templo de madera, de 1 y 57, donde goles del paraguayo Javier Ferreira (debut) y de Armentano metieron al viejo León en Cuartos de Final. Ahí fue el cruce con Cruzeiro y final de la aventura.

Entre aquellos treinta hinchas de la noche en el casi vacío Maracaná, había un socio que se sumó a la comisión directiva durante esos tiempos bravos, don Rodolfo Pirone, ahora vitalicio. «Pirola» tenía 30 años y era profesor de Historia, con un hijo al que le explicaba todo lo raro, de haber descendido, pero una vez «con el abuelo lo vimos en Uruguay siendo campeón de América». Habitante del café Costa donde hoy se hace la previa, fue uno de los pocos testigos de aquel empate…

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