El uso de pirotecnia se multiplica durante las celebraciones de Navidad, Año Nuevo y fechas festivas, pero lo que para muchas personas es un momento de diversión se convierte en una situación crítica para miles de animales. Cada año, grupos proteccionistas registran aumentos en las denuncias por mascotas perdidas, animales heridos y comportamientos alterados en fauna silvestre como aves, roedores, zorros y murciélagos.
Mientras que para un humano un estruendo es molesto, para un animal puede equivaler a una amenaza inminente. El sonido amplificado, la vibración del suelo y la luz repentina generan un estado de alerta extrema que dispara mecanismos de supervivencia.
Los perros y gatos son especialmente vulnerables debido a su capacidad auditiva: pueden percibir sonidos hasta cuatro veces más lejanos y con una frecuencia mucho mayor que los humanos. Frente a los estallidos, los animales experimentan:
- Ansiedad intensa y ataques de pánico
Con síntomas como jadeo excesivo, hiperventilación, temblores, salivación y vómitos. - Reacciones de huida
Intentan escapar rompiendo puertas, ventanas o cercos, lo que provoca heridas y extravíos. Las veterinarias reportan que la noche del 24 y 31 de diciembre son las más críticas del año. - Agresividad puntual
El miedo extremo genera respuestas defensivas que no son habituales, incluso hacia dueños o compañeros animales. - Auto-lesiones
Animales que se muerden, se golpean o se lastiman intentando esconderse.
En casos graves, el estrés puede detonar convulsiones y paros cardiorrespiratorios, especialmente en animales mayores, con problemas cardíacos o de razas braquicéfalas.
A los riesgos emocionales se suman los físicos:
- Quemaduras por restos encendidos o explosiones mal manipuladas.
- Intoxicación por humo y sustancias químicas como nitratos, metales pesados y azufre.
- Lesiones oculares provocadas por partículas o chispa.
- Residuos contaminantes que afectan agua, suelo y alimentos silvestres.
El humo y la caída de pirotecnia también afectan a caballos, vacas y animales de granja, que pueden descontrolarse y provocar accidentes, algo reportado cada año en zonas rurales.
Aves y fauna silvestre: los principales perjudicados
La fauna silvestre es la que más sufre y la que menos contención recibe. En ciudades como La Plata, Buenos Aires, Córdoba y Rosario, organizaciones ambientales han registrado:
- Bandadas enteras desorientadas que chocan contra edificios o caen sin vida.
- Abandono de nidos, dejando crías expuestas a depredadores.
- Cambios en los patrones de alimentación y sueño, afectando la supervivencia de varias especies.
- Salidas descontroladas de animales nocturnos, que quedan expuestos al tráfico o a depredadores.
Se estima que el impacto de una sola noche de pirotecnia puede alterar el comportamiento animal durante semanas.
En Argentina, esta problemática ya está contemplada en distintas normativas que buscan reducir los efectos negativos. A nivel nacional, la Ley 14.346, conocida como Ley Sarmiento, castiga el maltrato y los actos de crueldad animal. Aunque no regula de manera específica la pirotecnia, su aplicación puede extenderse a situaciones en las que los estruendos provocan daños comprobables. En la Provincia de Buenos Aires, varias localidades adoptaron políticas de “pirotecnia cero”, y la Ley Provincial 15.406 habilita a los municipios a restringir o prohibir la comercialización de artículos ruidosos.
En el caso de la ciudad de La Plata, desde 2018 rige la Ordenanza 11.336, que prohíbe el uso, tenencia, comercialización y depósito de pirotecnia sonora. Esta norma surgió como respuesta a los reclamos de organizaciones proteccionistas, familias de personas con autismo y entidades ambientalistas que venían advirtiendo sobre el impacto del ruido en sectores vulnerables, incluyendo a los animales. Si bien aún persisten casos de uso clandestino, la ordenanza marcó un avance significativo y permitió impulsar campañas de concientización y controles más estrictos durante las fiestas.
El cambio cultural avanza lentamente, pero cada vez más personas se suman a la consigna de “pirotecnia cero”, promoviendo alternativas como shows lumínicos y fuegos artificiales silenciosos. Los especialistas coinciden en que la reducción del estruendo es clave para proteger a los animales y lograr celebraciones más inclusivas y responsables. A medida que crece la información y se fortalecen las normativas, el desafío es sostener prácticas festivas que no impliquen sufrimiento para quienes no pueden expresar su miedo.



