Francisco Pablo Galay recibió una caricia al alma, un homenaje en su tierra, Dolores, a un mes de las 74 primaveras, mientras siempre respira el fútbol y el aire de campo. Uno de los delanteros rápidos y definidores que Estudiantes de La Plata y varios clubes de la Liga Marplatense disfrutaron en la década del 70. Totalizó doce camisetas, sin contar los amistosos en que «El Quito» tuvo el gusto de ser sparring de la Selección en la previa a los mundiales de Argentina 78 y de España 82, y una vez lució la roja de Argentinos en una copa de verano, cuando los “Bichos” vendieron los goles de Diego Maradona a Boca y lo buscaban a él.
Atardecer frío del viernes, salón blanco del Consejo Deliberante, pocas butacas libres, llegan con la alegría propia de los pueblos… del “primer pueblo patrio”, como saben decir los dolorenses. Van a ver al legendario goleador hoy maestro del fútbol infantil. Un evento que une al arco político en el Consejo Deliberante, donde se realizó la primera edición del Conversatorio “Voces de Dolores”. Francisco “Quito” Galay, “uno de los más grandes deportistas que ha dado la historia de nuestra ciudad, destacándose como futbolista y principalmente como formador”, dice la invitación y folleto digital. El personaje movilizó a los propios, del Club Ferro, donde dirige la Escuela, y a otras instituciones amigas como el Club Social. Y contó con la hinchada que mejor lo conoce: su señora Estela Beatriz Parodi, los dos hijos y tres nietos, una nuera, amigos, vecinos, funcionarios del actual gobierno municipal, y los hinchas del fútbol en general y del «León» en particular.
Sus ojos claros luminosos, la voz bajita y segura de cada frase. Transmisión en vivo por la radio. Un maravilloso regalo (la camiseta 9 de Estudiantes con su apellido impreso) y la emotividad de un video donde lo saludaron las figuras de Gabriel “Bambi” Flores, Enrique “Tinga” Flores, Daniel Romeo, Abel “Titi” Herrera, Guillermo “Paolo” Trama, todos de la galería de campeones Pincharratas del terrible goleador; ayer rubio, ahora canoso, pero siempre sencillo.
Con 14 años, como suele pasar en “el interior”, tuvo su precoz debut en 1ª división de Ferro de Dolores. Y las dotes de atacante nato lo llevaron a que un contacto lo probara en La Plata, “gracias a un juez del Crimen, el doctor Toscano, hincha de Estudiantes habló con el doctor Ponce, miembro de la comisión directiva del Pincha”.
Fue a la prueba y lo vio Ignomiriello. Era 1966. La voz seriedad de Don Miguel —que vestía a los jugadores con uniforme y exigía conducta—, le comunicó que debía volver a fin de año. Relató Galay que “cuando llegué no estaba más Ignomiriello, y me recibió Urriolabeitia. Gusté, pero me dijo que volviera con otros dos muchachos que le habían recomendado de Dolores. Vine otra vez, y ellos anduvieron bien, pero no quedaron por la edad. Yo me incorporé el 20 de enero de 1967”, precisó Francisco Pablo Galay, nacido el 27 de agosto de 1950.
“El futbol es fácil, dicen… Bueno, si, pero ¿¡y el sacrificio? Para ser primera figura hay que pasar por muchas cosas. Para este deporte hay que nacer, pero además hay que hacerse”, se oye su voz ante un respeto total.
La sociedad y el fútbol son distintos, pero Quito sigue siendo por dentro el mismo hombre. Los vecinos en el Consejo Deliberante quieren saber.
—Estuviste cerca de Maradona, contale a los chicos como fue jugar con él…
—Haber estado enfrente a Diego fue una satisfacción muy grande. En un partido tuve la suerte de salir abrazado y le pedí si me regalaba la camiseta. Me fui al vestuario y aparece Lalo (el hermano… con una camiseta en la mano. ¿Quién es Galay? Pegué un salto. ‘¡Pará’!… si no le das la tuya no te la da’. Lo miro al utilero… Si, Quito, desela, yo la repongo. Nunca visto… Diego me mandó la camiseta. Decían que era medio soberbio, pero no, era de un corazón bárbaro. Y cada vez que jugábamos venía él a saludarme a mí. Fijense la humildad”.
—Cuéntese otra anécdota con Maradona…
—Jugábamos San Lorenzo de Mar del Plata y Argentinos, había llovido, 30 del segundo tiempo y cero a cero… yo erré dos goles que no se podían creer. Se despertó Maradona y en quince minutos nos ganan 3 a 0, ¡imparable! El monstruo más grande que vi. Lo vi entrenar con los botines desatados y no se caía o no se pisaba los cordones…
La trayectoria de Galay tiene pintada a su piel doce camisetas, con los colores de Estudiantes, de 1967 a 1972 (los últimos tres años en Primera), Los Andes (Primera B) y en Mar del Plata se afincó en San Lorenzo, donde pedían el pase como refuerzo (para el Nacional A o el Regional) los de Aldosivi, Alvarado, Peñarol, Quilmes, Otamendi, Villa del Parque de Necochea y Estudiantes de Olavarría. Y sus últimos trotes los tuvo en Dolores para Ever Ready y Ferro.
El fútbol argentino tenía todavía la fiesta de tres partidos un mismo domingo, desde la Tercera, la Reserva y la Primera, con figuras y promesas. En 1969 Estudiantes obtuvo el título del Metropolitano en tercera y un altísimo porcentaje alcanzó a jugar en forma profesional. De hecho, dos de esos pichones Pinchas, Baley y Pagnanini, integrarían la nómina de Argentina campeón del mundo 1978. Otros cracks: Romeo, Verde, Pezzano (el de la camiseta violeta), Horacio Rodríguez (con sus bigotes a lo chamaco) y el recordado Taverna (por una lesión de «Juanchi» tuvo su debut). Otros compañeros de la misma categoría 50 y 51 que han sido amigos: Trullet, Dominé, Leone, Jara, Demarta, Sacconi, Rocca, Alemani, Del Curto, Britez y Martínez.
Antes, Galay había tenido su bautismo como campeón de la Quinta. “Osvaldo Zubeldía nos llama a Romeo y a mí, de la Quinta, a entrenar con ellos, los campeones del mundo. Un año más tarde, ya me llevó de suplente en Primera. Cuando debuté, lo hice en lugar de ¡Marcos Conigliaro!».
“La escuela de Estudiantes»
«Orden, respeto y disciplina. Eso sirve, por más que después no seas jugador, pero vas a ser una persona hecha y derecha. Porque si vivís con soberbia no vas a ningún lado, porque así como vas para arriba después te caes. Si nos decían a las 9.30 en la cancha, no era ni un minuto más, ni un minuto menos. Eso lo sigo haciendo en casa, con la familia. A los chicos les aconsejo que sean humildes, que quieran llegar a ser alguien, por supuesto, pero en ese camino hay que sacrificarse”, recita Galay, dando apellidos de maestros prestigiosos: Urriolabeitia, Ignomiriello, Cheves, Zubeldía, Silvero, Massa, Sivori, Mareque, Bilardo”.
Fue el “Narigón” quien le recomendó pasar a Los Andes, a foguearse un año en Primera B de AFA. “Tenía dos años de contrato, fui, pero los dirigentes de allá no pactaron y después de cuatro meses me vine a La Plata. Le pedí el pase a Carlos Bilardo y me dice ‘¿por qué no vas a Quilmes’ Pero fui a Mar del Plata, y resulta que Quilmes fue campeón, mirá qué pifiada… pero igual no me equivoqué con ir a Mar del Plata”.
El Conversatorio siguió con momentos inolvidables. Por allá uno preguntó.
—¿Que se siente hacerle un gol a Gatti?
—Se lo hice en la cancha de Estudiantes, contra Gimnasia… No lo puedo decir, tengo a un hincha del Lobo al lado mío…
—La dejó picando… ¿Es verdad que Gimnasia te quiso comprar?
—Estuve escondido en Dolores, mi señora, que era mi novia, puede decirte que no salía ni a la puerta, no quería que me vieran. No se hizo el pase.
El pibe que debutó con 14 en Dolores, había vuelto a los 40. Se sorprendió que la hinchada de Ever Ready gritaba “¡Dolores…! ¡Dolores…!”. Enfrentaban en el estadio Municipal a Huracán de Tres Arroyos y Galay la calzó con ganas, desde mitad de cancha, con tres dedos, y la pelota tomó una hermosa trayectoria que terminó en la red. “El referí y los cuatro defensores vinieron a darme la mano. Lo tenía grabado, ese video lo presté y lo perdí”.
A los 43 se puso la verdolaga, y se retiró, “la camiseta que me vio nacer, es la misma que me vio morir como jugador… Cuando fui a firmar, tenía la libreta de enrolamiento, que parecía un cuaderno del almacén, un árbitro se rió… Me dio vergüenza y ahí dejé… Pero me fui bien, eh”.
Su espíritu sigue vivo, su honestidad intacta, como la vocación por servir y hablar con ese timbre suave, con los chicos, el futuro de su pueblo. Les explica cómo parar la pelota, ir a buscar y tirar el centro. Pero más le interesa que sigan una sola verdad en el fútbol y en la vida. Perduran los hombres buenos. Eso es victoria, superior al exitismo y el dinero… que muchas veces te quitan, aunque no es el caso de Quito.