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sábado, febrero 8, 2025

Un túnel del tiempo que lleva a Berisso, con Luis Martín y el Chiqui Tapia, rivales en la D

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La antigüa Primera D de la AFA no era una competencia masiva, pero el gran idilio popular nacía en los barrios, en las ilusiones de algún viejo barrio obrero, encolumnado detrás de una camiseta. Algún lector de la Solo Fútbol (revista desaparecida, también la divisional) y diarios masivos que el domingo le daban un espacio a las síntesis, especialmente Crónica, con su edición vespertina (lo más inmediato en materia gráfica), junto al gol a gol cantado por cronistas de radio Colonia, cuando Internet no estaba en los planes.
Entre tantos partidos, hay uno que es muy especial y que lo halla el mismo corazón futbolero que no cambia su forma de sentir. Un partido que arranca la tarde del 19 de septiembre de 1990 en Berisso y tiene punto cúlmine el 18 de diciembre de 2022 en Qatar.
Luis Oscar Martín (preparador física de la Selección) y Claudio Tapia (presidente de la casa madre del fútbol). Los dos atacantes, Dos hombres nacidos el mismo año ’67, los dos delanteros de sus equipos en la «D» y además «maradonianos», como tantos que en esa época veneraban la figura del 10, ¡Por supuesto hoy más messiánicos!
Se enfrentaron en Villa San Carlos-Barracas Central en el marco de la temporada ’90/’91, por la séptima fecha de un campeonato que no iba ser bueno para esos equipos. La cancha de Villa San Carlos fue un guiño hacia el futuro, una que sigue en el mismo lugar pero con dispoción distinta de arcos, tribunas, torres de iluminación y vestuarios. Un partido que el diario El Día tituló «lluvia de goles», anticipándose al día de la primavera que dos días después tendrá un mal recuerdo por una cortina de agua caída en la región capital bonaerense.
Pocos espectadores habían llegado al estadio «Genacio Salice», era miércoles y no se definía nada importante. El fútbol argentino estaba en boca de todos, y saliendo de la bronca porque dos meses antes, en la final del Mundial ’90, en el estadio Olímpico de Roma, Alemania ganó con un penal que tuvo ayuda del árbitro. Un relato al que tuvo acceso este periodista dice que Tapia, «El Chiqui», salía a celebrar al Obelisco con un amigo cada avance milagroso del equipo de Bilardo. Con el que estaba siempre era Sergio Ramos (ex defensor de ese Barracas y ex DT de la Reserva del club que en 2023 ya estaba en la Primera de la Liga Profesional). El Obelisco no le quedaba lejos al entonces hombre soltero y laburador.
Martín también era enfermo de Maradona y habrá agotado sus lágrimas. No pensaba ninguno que en otra final de un Mundial, 32 años más tarde, iban a ser protagonistas centrales de una Selección que trajo la copa por tercera vez.


El rubio Martín, que vivía entonces en los monoblocks de Tolosa, llegó a La Villa por el director técnico Carlos Balicchia, quien lo dirigió en El Cruce, un aguerrido club de la Liga Amateur Platense de Fútbol (desafiliado). Totalizó 12 camisetas, en siete competencias diversas, logrando un campeonato en Fuerte Barragán de Ensenada, en 1996, y un torneo provincial con la Selección de la Liga en 1997, el torneo de la Federación del Este bonaerense, hecho por AFA a través del Consejo Federal.
El almanaque acentuaba un número… 19/9/1990. Pero ni Martín ni Tapia llevaron esa camiseta, ni pudieron convirtir. La contundencia fue del «Gato» Mauro Arrosa, autor de una «tricota» con la que La Villa dio vuelta el partido de dominio alternado.
Luis, de 23 años, «jugó en una posición más de enganche», afirman sus compañeros. Y el morocho, sanjuanino de cuna, iba festejar los 22 carnavales de su vida el 22 de septiembre (a exactos tres días del partido perdido en San Carlos). Ya estaba de vuelta en los albirrojos tras un año en Dock Sud en el 89/90.

El «9» es Tapia, en una foto que posteó el propio «Chiqui» ya como presidente afista

La «D» era muy competitiva, con ejemplares del potrero y mezcla de los jugadores que no encontraban lugar en el fútbol grande, cuando aún no existía la globlización en materia de transferencias. Recién se empezaba a dar, y en San Carlos quedaron sorprendidos cuando los tres delanteros tremendos del 1989/90 (Gustavo «Lomo» Salinas, Claudio Santacrocce y Leonardo Trinchín) pasaron a clubes de la liga de Bélgica, en ascenso y nivel regional del país europeo. “Al irse lo traigo a Luis Martin, un gran tipo y gran profesional al que ahora la vida le ha dado los frutos de tantos esfuerzos”, cuenta Baliccia, ya jubilado y en el calor de su hogar de Gonnet, rodeado de los nietos.
En la divisional más baja de Primera no se registraban contratos pero se daba el «amateurismo marrón» por la decisión de cada institución de pagar (por lo general se hacía por partido jugado y puntos). En otras palabras, la «D» era exclusiva para aficionados, como hoy se da con el Torneo Promocinal Amateur (creado en la era Tapia), donde compiten Everton de La Plata y Estrella de Berisso.
El once Villero tuvo a Bonatti; Marcelo Martín, Jorge Giani y Sergio Daher; Cristian Romero, Gabriel Ré, Carlos Figueroa y Luis Martin; Leandro Garibaldi, Mauro Arrosa y Guillermo Asaff.

La sintesis del diario apareció en las calles el 20 de septiembre de 1990 (diario El Día)

A los 2 minutos, un grito de los barraqueños. Mansita se metió la bola en la red para el 1 a 0 sin que la tocara nadie de rojo y blanco, ni Tapia… ¿Quién? Cristian Romero (el hermano de “Chirola” Romero, que en ese momento era un pichón del fútbol infantil del Lobo). Fue en contra de su valla, todo un blooper, porque el «5» tocó atrás para que saliera jugando el arquero Bonatti, quien se encontraba distraído sacando una serpentina. «Fue en el arco que daba a los viejos vestuarios», recuerda Romero que tenía 19 y hoy es intermediario de futbolistas. “En ese momento se permitía que el arquero tome la pelota con sus manos y salir con un pelotazo», recrea. «Yo venía de jugar en Estudiantes donde me acostumbré que, si no había una opción de pase, jugábamos con el 1, y aquel día la pasé así, sin mirar y pasó eso…”. La Villa era una de las pasiones de la familia Romero, donde jugaron también Pablo Romero (el segundo de los tres hermanos) y en los últimos años jugaron Joaquín Romero (hijo de Cristian, en inferiores, y hoy vive en Sevilla, tierra donde alguna vez brillara su tío «Chirola» para el Real Betis) y hoy luce la Celeste Tomás Romero (hijo de Sebastián).

La Villa de la «D» 90/91. Martín, Fifgueroa, Asaff y el capitán Daher

Volviendo al túnel de hace 34 años, el primer tiempo terminó 1-1, por el grito de un goleador del club, Leandro Garibaldi, de 19 años, “El Indio”.
¿Y qué tal Claudio Tapia? Llevó puesta la 7, el diario local «El Día» lo calificó con un 5 y la síntesis de la revista «Solo Fútbol» lo vio mejor, con un 6. El propio Cristian Romero no duda que se encargó de ir sobre él, «encimarlo». En tanto, el líbero Marcelo Martín (sin parentesco con Luis Martín) evoca que Claudio era «un media punta, habilidoso, algo retacón, buen jugador, esa tarde estuvo tirado a la derecha”, dijo «Chamizzo», hoy referí de ligas infantiles y amateurs.

En Yupanqui (cancha de Savio 80). Arriba: García Fiordomo, Bonatti, Tambasco, Gianni, Daher, M. Martin. Abajo: L. Martin, Re, Tirao, Moretto Figueroa

En la segunda parte tres goles en 15 minutos; el 2-1 a través Guillermo Asaff, a los 5 minutos, y la remontada visitante con el gol de Luis Duré, a los 9, y el penal convertido por Claudio Scigliano, a los 13.
Hasta el «Gato» Arrosa, a los 21, dejó el tanteador igualado en tres. A partir de ese momento reemplazaron Tapia, a los 27, por Enrique; y cuatro minutos después Arrosa conquista el cuarto de la victoria. El goleador hoy conforma un grupo de covers de rock nacional «El Túnel» y sigue prendido al vicio de la pelota, habiendo integrado un equipo de Seniors del Club Gimnasia y Esgrima La Plata.
Existía la regla de dos cambios y en el local ingresaron Nelson Herrera y Pablo López, quedando entre los suplentes Alfredo Rodriguez (actual entrenador de arqueros del DT Omar De Felippe).

«El Gato» Arrosa, la figura del partidazo en Berisso, con Tapia y Martín en cancha

En la rueda de revanchas, por la decimosexta fecha, se midieron en campo de Barracas (actualmente Estadio «Claudio Tapia») y los locales vencieron 3 a 2, pero no jugaron ni «Chiqui» ni «Luifa».
“Al final fue el peor torneo en la D que registra San Carlos”, señaló Daniel Alvarez, un hincha y socio villero (que vive en Ituzaingó) que publicó dos libros de estadística que reúne toda la historia en AFA de su amado equipo. «Aquel torneo se dividió en dos zonas, Norte y Sur, y como el equipo no clasificó, estuvimos casi un año sin jugar oficialmente», agregó Daniel.
Luis Martín se despidió de Berisso con destino a Los Andes. Había logrado un par de goles en San Carlos, pero en la red le fue mejor los domingos en el Club Atalaya donde fue campeón de la Liga Magdalenense el mismo año ’90. Los jugadores podían tener «doble fichaje», es decir, en AFA u otra liga oficial, y a la vez jugar en la Liga de Magdalena porque no estaba adherida al Consejo Federal.
Por eso Luis podía hacerlo los sábados en San Carlos y los domingos en Atalaya. Una perla del año ’90: Luis se cruzó como rival en Racing de Bavio a Pablo Blanco, hoy colegas, y en el caso de Pablo con otro antecedente histórico: preparador físico de la Selección de Sabella subcampeona del Mundial de Brasil 2014.

Luis Martín y Darío Britos, en Club Atalaya, campeones en la vieja Liga de Magdalena

Como tantas historias, Luis y Tapia, locos del futbol en su juventud, vieron caer el telón de aquel campeonato de Primera D 1990/91. La memoria de los dos habrá olvidado que aquel torneo que los tuvo como rivales, con 20 equipos divididos en dos zonas, habían dado el pasaporte a una final a Victoriano Arenas y a Puerto Italiano de Campana, que se jugó en el Estadio «Julio H. Grondona», de Arsenal, con la goleada 5 a 1 del club de Valentín Alsina.
La vida quedó entre abrazos de Qatar y dos Copa América, y sigue andando con el escudo de la AFA que tiene tres estrellas y desea una cuarta… mientras se fue la juventud y queda la experiencia con una que otra cana de dos hombres de 57 años, portadores de la gloria.

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