VIVE Global: Descubre el Mundo en Directo

16.1 C
La Plata
lunes, agosto 25, 2025

Un viaje al corazón en Villa Lenci, más allá de los títulos

Más Noticias

- Advertisement -

“Vení cuando quieras…” La frase de Pablo tiene el tono de una forma de ser, una invitación que eludía toda “marca estricta”, sencillamente atrevida, como aquel Pablo que fue jugador.
Sábado 3 de la tarde. Ahí estoy, en 21 y 78. Una hermosa figura hizo eterno el rostro de Antonio Mereles en los colores que merecía llevar, con fondo de hinchada, alentando al celeste y blanco del sur platense. Un año después de haber visto inaugurado el predio, partió en 2014. El diagnostico de un cáncer avanzado no dio lugar a los milagros. Pero el milagro de corazón ya lo había hecho, con Pablo, con Pinino, esos jugadores que él mismo iba a ver a todas las canchas de la Liga. De hecho, sus fuerzas habían empujado para el regreso oficial a la Liga en 2010 luego de quince años de ausencia del Villero. ¡Y ya llevan quince ininterrumpidos!

El retrato de Antonio Mereles, hincha y dirigente que trabajó por el predio

«Son pocos pero muy fuertes», me nació. Frase en la que estoy con mi mano en el corazón. El último Día del Amigo había recibido otra invitación de Pablo y sentí otra pérdida, la del entrenador Héctor Luján Stachiotti, que fue el que le dio un campeonato en 1987. Hasta hoy es el único torneo oficial conquistado en la A, y por el cual compitió en la Copa de Campeones de la Liga Amateur Platense (torneo por ahora cancelado en el programa).

Este Lenci que raspándose las rodillas en Primera B añora siempre aquel pasado. Pero no pidan esa cantidad de toques y lujos que se tiraban en la Liga de antes. No hay más 10 como el «Tano» Salvatore, crack del subcampeonato 1986; no es fácil encontrar a los típos como “Coni” Nievas, César “Lolo” Regueiro y “Loro” Vila, pibes de temperamento y juego ¡que vivían jugando con la bocha! Se están terminando los potreros, la «fábrica» donde no hay más que dominio y otras cuestiones de supervivencia en un partido. Ese periodista vio al último gran Villa Lenci, cuando enfundados en amor a la banda varios corrían y jugaban para llegar a los primeros lugares en 1996. Le sacaron el invito al imparable Fuerte Barragán de Ensenada (el campeón), con Luis Martín como capitán y otras grandes figuras.
Oh, destino maravilloso. Aquel técnico Ovidio Maidana es el mismo «Colorado» que me abraza en el entretiempo.

Jugadores de alma como “Pinino” Jorge Ojeda, el 10 (hoy colaborador en las obras en el Predio) y el wing Pablo Poggio, el 11 (también ayudante). Con ellos y con “Lali” Azcona me vuelvo a ver, y es un placer volverte a ver… como se lee en una linda bandera. Era el ole y el sombrero de mis tardes de adolescente cuando, grabador y pilas en bolso, uno los podía ver y se iba con la sensación de que estaba con los más grandes cracks del mundo. Y adormecían la pelota más que en el pecho… en el corazón.
Como también lo hacía Andrés Roldán en la década pasada, el querido «Queso», hoy director técnico.

Pablo Poggio, aquel imparable wing, en la tribuna de su casa suburbana: Lenci

PAISAJE DE BARRIO

Hay una cronología en la vida de Lenci. Los años que se bancaron sin cancha, y por tanto esfuerzo de aquellos dirigentes, hoy verlos en esta porción de tierra es como entrar a un paraíso prometido. Tanto alquilar en Tricolores y en Montoro. Y estas sonrisas del sábado, una identidad de la gente que viene de abajo, gente de trabajo, a los que la vida les enseñó a prescindir de lujos. “Joel, vamos ganando, vas a tener que marcar otra vez la línea de cal, pero hacela pareja por favor”, le gastan una broma al presidente Joel Paz. Un hombre sano, transparente, emprendedor nato.
En Villa Lenci no hay una multitud, pero basta con un puñado. Un purrete alcanza la pelota. Una pelota desgajada que me pega en los talones, y veo la camiseta que dice 2017, y no dudo que ese niño tal vez en el futuro puede ser un hombre de la obra, de la Comisión, de algún cuerpo técnico.
Mantener la casa no es fácil, porque depende de las fuerzas del cuerpo y no de empleados pagos. Varios hombres estuvieron escurriendo el agua del campo de juego “hasta las diez de la noche del viernes”.
Pero la casa empieza a tres cuadras, donde la fachada y el interior se han modificado por completo.

Antes. La sede de calle 22 y 76, en septiembre de 2024

Jorge “Quique” Poggio, hermano de Pablo, fue uno de ellos. Me ataja en un abrazo de esos que reza un querido tango… “para morir abrazao’”. Lo escucho, porque en 33 años de periodismo de esto aprendí. Hay una vida transcurrida en esa zona, la infancia. “Eramos pobres…” dice con la vista puesta sobre el arco donde iban a festejar 4 de los 5 goles ante Expreso Rojo. Por ahí está todavía la casa de la calle 80 número 1263 entre 20 y 21 donde fueron “pobres pero felices, con nada”, porque “el viejo trabajaba las 24 horas y la noche también… 44 años en YPF, de albañil, de repartidor de diarios, porque no alcanzaba. Mirá, cuando iba a Estudiantes yo no tenía botines, te hablo de la época del Mundial ’78; primero jugué en el campito y después para Emilio El Mujtar, que armó Fletes El Platense en LIFIPA, y me venía a buscar en la camioneta, con Lalo Bianco”.
Ahora él es un reflejo de ellos… Del trabajo voluntarioso para los chicos y para que el club siga creciendo, “¡queremos que los chicos de primera tomen la posta!”.

En 2025, «Clubes en obra», el programa del gobierno que aprovechó Lenci

Volvemos al anterior Lenci, donde las baldosas de la sede eran encuentros interbarriales, intensos.
Sobre la 80, de 23 a 26, había una cancha que no era de ningún club pero jugaban de locales —en los setenta— Lenci y Julián Aguirre.
Al sol está lindo, pero me quedé en la sombra por dos motivos: ahí estaban dos hinchas, Mariano y Elio, de distintas generaciones, meta cruzar frases con Jorge. Elio tiene un orgullo, en 1981 jugó el preliminar del debut de Maradona en Boca, aquel domingo contra Talleres.

“Pasar la 72 era ir a Miami”, tomo nota.
“Si me decís ‘tenes que volver a vivir’, ¿como querés vivir? ¡Igualll!… Porque salí gente”. Sigo tomando más lecciones al aire libre en la escuela de un club de barrio.

La tribuna local, la familia de Lenci, a pleno

Soy periodista, el oficio que cambió, pero no los principios que llevo. Trabajé en las redacciones, aquellas que lucieron llenas de colegas en los diarios, donde el llamado al teléfono era al fijo. Y recuerdo los sábados o domingos charlando por el «tubo» con el increíble Carlos Coria.
Hoy todo es efímero, todo un flash, pero tengo la obligación de contarle a los jovenes por qué en el entretiempo uno ingresaba al campo de juego para recibir una sorpresa. Tal vez ya lo saben los que me leyeron alguna vez desde 1992 a la fecha. Son treinta y tres años, siempre con la Liga. No soy de todos los deportes, sí soy de todos los clubes. Tal vez debo representar a muchos, pero mi tarea siento que es ínfima frente a la titánica acción social de los dirigentes.
Una plaqueta de vidrio me invita a leer, mi vista se clava en el garganta… López… Gabriel “Colo” López… Me entró el aire para hablar y de repente llevé al pecho la palma de mi diestra, solo quedaba ofrecerle un saludo a todo Villa Lenci.
El de la sede en 22 y 76, y la cancha de 21 y 78 bis. Una memoria de la infancia porque por ahí se afincó la familia de mi padre, en la cuadra donde hoy entran a jugar, a aprender, a enseñar, a comer, a proyectar.

Un aire de misterio y de leyenda mantienen a los clubes de barrio. No se puede encontrar en una razón monetaria, sino en la experiencia de vivir.
Pinino alzará la voz a la tribuna para darme una caricia: “Es un periodista, que conocemos desde chiquito y apoyó a Liga y a nuestro club”. Un guiño de Pablo, ayudante de la Comisión Directiva, me predispone a recibir esos regalos… como si lo mereciera. “Sos uno de los que estuvo siempre…”, me alienta. Y la verdad que me dio en el alma, justo, como lo hacía con la pelota. Y me pintó la cara de lágrimas cuando, ya en la gramilla, pusieron en mi mano la placa de vidrio: “Por toda la voluntad que pones hasta hoy”.  

En Villa Lenci habita la simpleza, la sensibilidad y la alegría que lleva 15 años desde la reaparición en la Liga en 2010. Ahí están, los mas conocidos y los de la nueva época.
El ascenso parece por ahora algo dificil de pronosticar. Es como en las elecciones, todo en veremos… Por fortuna esto es un juego, un maravilloso deporte, amateur y no hay más presiones que las que uno mismo se pone.
Una de esas personas queridas de la Liga, emotivas, se acerca ahora y me abraza. Pasaron muchos años sin su mirada. Basta eso para entender que venimos de una generación distinta.
Carlos Mereles, hermano de Antonio, mete un recuerdo que guarda su inteligencia nada artificial. Auténticamente, me ve y sonríe a la vez que desliza una opinión vertida por este escriba, algún sin sentido. Ya fue. Se ríe y es la música del alma. Como se ríe desde el más allá Antonio, cuyo retrato me dio la primera bienvenida.
“Villa Lenci, un sentimiento. Miles de chicos y chicas disfrutan tu sueño hecho realidad. ETERNAMENTE GRACIAS. Villa Lenci ya tiene su ángel Antonio Mereles”.
Me voy leyendo, me voy como un pibe, ese que tenía a los abuelos paternos en las mismas baldosas de la calle 22.

- Advertisement -spot_img

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

- Advertisement -spot_img

Te Puede Interesar...

Escándalo en Berisso: concejal denunció coimas en La Libertad Avanza

El concejal de Berisso, Daniel Del Curto, realizó una fuerte denuncia contra dirigentes de La Libertad Avanza (LLA) y...
- Advertisement -
- Advertisement -spot_img

Más artículos como éste...