Juan Sebastián Verón rompió el silencio en medio del conflicto más grande que atraviesa Estudiantes en los últimos años. Después de la sanción que lo dejó seis meses afuera de toda actividad vinculada al fútbol, el presidente albirrojo aseguró que vive la situación “con tranquilidad” y que tiene la conciencia “limpia”, aunque volvió a marcar diferencias profundas con el actual manejo de la AFA.
El dirigente rechazó de manera tajante la versión que lo ubicaba como posible sucesor de Claudio Tapia. Dijo que “nunca” tuvo la intención de presidir la entidad, que jamás manifestó ese deseo y que no forma parte de su proyecto personal. También aclaró que no cuenta con “palanca política”, un mensaje dirigido a quienes lo acusaban de buscar poder dentro de la estructura federativa.
El conflicto sigue escalando porque la dirigencia pincha sostiene que la sanción por el pasillo de espaldas es consecuencia de un contexto más grande, atravesado por decisiones que consideran irregulares, entre ellas la polémica designación del título otorgado a Rosario Central sin debate ni votación. Verón insistió en que la acción del plantel fue una reacción institucional ante lo que definió como una “situación anormal”.
Cuestionamientos al arbitraje y clima de amenaza
Verón también reveló que el plantel se sintió “amenazado”. Dijo que hoy uno de los primeros interrogantes que se repite en cada club es “qué árbitro toca o quién estará en el VAR”, como síntoma de un fútbol atravesado por la desconfianza. Señaló que este escenario genera alerta permanente y que incluso teme que el conflicto pueda derivar en futuros perjuicios deportivos.
Desde City Bell se mantienen firmes en avanzar con la apelación y dejar planteada la pelea jurídica. La sanción, que afecta tanto al presidente como a once jugadores desde 2026, dejó al club en una posición delicada en medio del tramo final del campeonato, mientras todavía se miden las posibles consecuencias institucionales.
Impacto político y repercusión en el fútbol argentino
Las declaraciones de Verón volvieron a encender el clima en un cierre de temporada ya marcado por discusiones, acusaciones cruzadas y decisiones controvertidas de la conducción del fútbol argentino. En La Plata, la lectura es que el conflicto no terminó y que cada intervención del presidente pincha abre un nuevo capítulo en la disputa con la AFA, una disputa que ahora también se juega en lo simbólico, en lo administrativo y en la puja por el control del sistema.
El escenario, mientras tanto, sigue afectando el rendimiento y la estabilidad del rival clásico del Lobo, que intenta sostener su campaña deportiva en medio de una tormenta política cada vez más profunda.



