La petrolera argentina YPF ha generado un gran revuelo en el sector energético y entre los consumidores al anunciar un nuevo aumento del 2% en los precios de la nafta y el gasoil en sus estaciones de servicio. Este incremento, que se hace efectivo a solo 48 horas de una suba anterior del 3%, marca un ajuste significativo en el costo de los combustibles, que en promedio ha aumentado un 5% desde el inicio de este mes.
Con este nuevo ajuste, los precios de los combustibles han acumulado un incremento superior al 79% desde el comienzo del año, lo que ha llevado a muchos a cuestionar la sostenibilidad de estos aumentos en un contexto de alta inflación y presión económica para los argentinos. Este estrecho margen en los precios no solo afecta el bolsillo de los consumidores, sino que también impacta en el costo de vida y los precios de bienes y servicios en general.
El objetivo de YPF con esta medida es reducir la brecha existente entre los precios de los combustibles en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) y el interior del país, donde los costos son habitualmente más elevados. Sin embargo, la decisión ha generado malestar en una población que ya enfrenta los efectos de la inflación y otros problemas económicos.
La suba del precio del combustible del pasado jueves fue en respuesta a un incremento del 1% en el Impuesto a los Combustibles Líquidos (ICL) establecido por el Gobierno argentino. Este cambio se ha trasladado directamente a los precios finales que enfrentan los consumidores, y el resto del incremento se atribuye a decisiones estratégicas de las propias petroleras.
Los expertos advierten que si bien el aumento busca equilibrar los precios en diferentes regiones del país, la rapidez y la magnitud de estos incrementos podrían intensificar la presión inflacionaria ya existente en la economía argentina. Con un panorama incierto tanto en el ámbito económico como en el sector energético, los consumidores y analistas seguirán de cerca la evolución de los precios del combustible en el país.
