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viernes, julio 5, 2024

Crónicas al pie del cuadrilátero en un festival Pincharrata donde triunfó la familia del boxeo

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Algo más que puños, porque como dice el tango, un rincón del Estadio UNO fue como «la casita de los viejos», al menos para los nostálgicos que supieron combinar pasiones, como el boxeo y el fútbol. El viernes vimos subir al ring a la historia y la memoria de un amigo que ya no está entre nosotros, José Umberto Menno, medio pesado profesional a lo largo de toda la década del 60, yendo de La Plata a Estados Unidos, de Europa al Luna Park, peleando en una época no apta para paquetes. Siempre cercano al tricampeón de América y del Mundo como hincha y custodio de los jugadores. El “Tano” Menno partió de este mundo en el que le dolían las injusticias allá por 2014, el mismo año en que Estudiantes de La Plata organizó el boxeo, de la mano de Rogelio Bustos. La Escuela lleva su nombre.

A diez años de su partida física, se realizó un breve homenaje antes de sonar el «gong» de la primera pelea. Se recordó que más allá del boxeador, «José fue un tipo fenomenal». Y fue uno de los más importantes promotores que impulsó el boxeo en la ciudad La Plata desde el Club Atenas y mantuvo entretenida y lejos de los vicios a la juventud, hasta sus últimos días.
Emocionado, aceptó subir al ring su hermano, Miguel Angel Menno, próximo a los 80, y orgulloso de su sangre italiana, con dos hijos, uno de ellos, el arquitecto Miguel Menno, quien trabajó en el planeamiento del Nuevo Estadio durante los cinco años previos a la inauguración. La generación más joven de la familia también disfrutó, tomando la palabra Nicolás Menno (hijo de José), sosteniendo a Nino (nieto) y de Luciano Menno (sobrino nieto) con su pequeño hijo Ignacio en brazos.
Aquel corpulento José peleó dos veces con Bonavena, «Goyo» Peralta y Miguel Páez, todas leyendas del país boxístico, y en el exterior bancó a otros bravos oponentes, como el norteamericano Thornton ¡en el Madison de Nueva York!. Todo pasa y todo queda, como canta un catalán, y cuando una vida digna se termina, queda el amor, siempre el amor.

En las tribunas y las sillas del ring side, como si fuera un guiño cómplice donde la vida nos dice que “las leyendas continúan”, peleó a lo grande un chiquilín de 15 años, oriundo del barrio de Tolosa, el mismo de los Menno. Santino Rodríguez debutó por Estudiantes y pudo embestir de entrada a su oponente Facundo Ernaga. El fallo de “referí suspende combate” en el segundo round generó algo más que una libreta con triunfo… Lloró hasta quebrarse, siendo acompañado en esa alegría por amigos y un padre que lo alienta en sus esfuerzos de púgil cuando eligió boxear a los 13 años. La otra cara de las emociones fue la del rival, una promesa de Tierra del Fuego. “Venimos a Buenos Aires a entrenar y hacer experiencia, fuimos a guantear a River, Huracán, Comunicaciones y aquí a La Plata al Zacarías Boxing, más éste festival en Estudiantes”, contó el DT Pedro Gómez, cuya escuela de boxeo es subvencionada por la Municipalidad de Río Grande. Fueron albergados en la FAB.

“Un evento perfecto, con buena cantidad de peleas, lo justo”, reflexionó Sergio Gimenez, fiscal de la docena de combates. Su espíritu contagia amor al deporte, seriedad, estudio y buen humor, sobre todo desde el 14 de febrero de 2024 cuando su hijo Ayrton Gimenez ganó la faja de campeón argentino de la categoría súper pluma (el “Pacman” visitó el Estadio albirrojo en la medianoche).
Son del barrio Villa Garibaldi, del sur platense. Don Sergio tuvo su quinta jornada como autoridad designada por la FAB, luego de ser jurado en la última pelea del “Chino” Maidana. Se prestó a explicar detalles reglamentarios que nunca están demás informar: “Se pueden hacer peleas de un boxeador de 14 años con otro de 14, al ser categoría Menores. Después se puede permitir uno de 15 con uno 16, uno de 16 con otro de 17, y de 17 con 18. Ya de 19 o más edad son mayores”. Siguiendo con temas de equivalencias, precisó: “en el boxeo amateur el reglamento avala que pueda pelear un debutante con uno de 30 años, pero ahí entra en juego el pensamiento de cada entrenador, pero de realizarse una pelea con esas características, como fiscal la tengo que autorizar”. Más clarito, echale lavandina…

“El viernes repasé los 10 años de boxeo pincha que vamos a cumplir en abril y fue inevitable no emocionarme”. La voz de Matías Devoto se pierde en un hilo finito que prologa un llanto. El querido Devoto lo apodan “El Tanque” y le sobraron ganas y capacidad para arbitrar una veintena de guanteos interclubes. Para su historial personal, mañana podrá contar que desde las 14.30 a las 20 horas del viernes 23 de febrero se calzó guantes y animó una de las primeras exhibiciones de dos rounds, con Luciano Díaz, de la Escuela «Luiggy» de Los Hornos. Esperó la fecha no solo por su amor al boxeo y al Club Estudiantes sino por cumplirse un aniversario del nacimiento de su madre que ya no tiene físicamente.

Piñas van, piñas vienen… cpmo dice la canción de Attaque 77, y entre medio, las historias que no salen en los diarios y hacen a la búsqueda infatigable de deportistas. David Caliva, peso pesado (100 kilos), contó que “de los 13 a los 17 años fui arquero de Estudiantes”. Hace siete meses regresó al Club como púgil, una faceta que lo apasiona más que los otros guantes que calzaba de pibe. “Llegué a fichar en AFA y atajé en la vieja cancha auxiliar de 1 y 54 y en la del Country. Mis padres me apoyaron hasta que un día la economía en casa no dio para más… Ese día agarré el bolso pero para ir a trabajar”. Teñido, con camiseta de hincha en el cuadrilátero, empató con Gabriel Morsan. Felicitaciones, «Picante».

“Estudiantes, la familia más grande del mundo”, se enorgullecen sus socios, que podrían llegar a los 60.000 en poco tiempo. En el boxeo se da una hermandad, no es la excepción. Yessica Lofredo, quien espera obtener la licencia profesional, vivenció todos los contrastes en una misma noche: resultó una madre espiritual en su aliento al borde del ring para otras compañeras pincharratas como Selene Olguín y Ludmila Accomando, abrazándolas apenas bajaron del cuadrilátero con la satisfacción de una victoria. Más tarde, Yessica sufrió un fallo adverso en las tarjetas y, como suele darse en la vida, recibió el apoyo de todas y todos.

También pudimos apreciar una verdadera familia de almas afines en la gente de AMBAPA, entidad que nuclea managers y boxeadores bonaerenses amateurs y profesionales. Pusieron un cinturón vacante en disputa, con Lofredo y Nievas. Cámara al hombro, en el mítico Estadio, conocimos a uno de sus directivos, Gustavo Ganim, de Chascomús. Dijo que esta vez llegó para disfrutar del espectáculo y como fotógrafo profesional no perdió la ocasión de capturar golpes y sociales.
AMBAPA nace en 2018 organizando torneos que emergieron a campeones Regionales, que clasificaban directamente para las finales Nacionales, en la ciudad de Las Flores. En un principio, los mejores pudieron viajar a México el primer año, pero tras la pandemia no pudo repetirse. En 2022 cada campeón por región viajó al Uruguay.
En la misma organización está Walter Crucce, de Las Flores, vicepresidente y también presente en UNO), el presi «Ricky» Montes, de Luján, el tesorero Ruben Paniagua, y también la integra Jorge Ochendusca, ex entrenador de los seleccionados de la FAB.
“Hacemos un trabajo territorial a nivel bonaerense, y en otras provincias como Salta, Córdoba, Santa Fe y Chubut”, apuntó Ganim.
Gran pelea gran la revancha entre el rincón azul Diego «Ardilla» Cabañas y Alessio Contini, que esta vez sacó una diferencia clara y se llevó el triunfo ante su gente. Oriundo de Trelew y amigo de los amigos, éste muchacho pide pista construyendo su propio futuro.

Cuestión de peso… La balanza, ese elemento decisivo en cada festival, fue una primera lucha para Santino Rodríguez y Selene Olguín.
En el caso del chico, reconoció “pasarla mal” para dar el peso. “Acordamos en 56 kilos, y yo estaba 3 kilos arriba y tuve que empezar a bajar, pero el mismo día me entero que el chico que enfrenté estaba 2 kilos por debajo de los 56”. En esas ecuaciones, había una razón: al visitante (de Tierra del Fuego) le habría afectado el cambio de clima, que fue cada vez más húmedo desde que llegó a Buenos Aires, diez días antes. “Al final doy 55,200 —cuenta Santino—, y el rival 53,200. La pelea estaba habilitada”.
El caso de Selene fue para alquilar balcones en su casa, durante toda la semana. Explicó que fue ayudada por su madre y su pareja (peleador de kick boxing) “que hicieron la dieta conmigo, para seguir cortando el peso. Con todo lo que hice, lo mínimo que merecía era ganar”, dijo “La Mona”.

Ludmila Accomando Bustos es su nombre, que configura una realidad de superación personal asombrosa. La joven de 18 años nunca olvidará esta noche. En la semana previa el Club Estudiantes la sumó a su staff de empleadas dentro del enorme Estadio UNO. Y el día del festival, estaba trabajando en un sector alejado del gimnasio donde estaba el ring. Era temprano, de tarde, cuando en las exhibiciones estaban peleando varios hermanos del corazón, como “Pocho” Bogado. Más tarde, llegaron las peleas oficiales y “La Pequeña Lulú” no podía quedarse encerrada en un vestuario, sabiendo que estaban otros hermanos. “Me emocionó ver a Santino, al que le dije ‘¡qué oportunidad tenes al debutar en Estudiantes, dale, que a mí me tocó en el sur! Subí la mano y no te vuelvas loco revoleando”, lo arengó. Ya cuando le tocó a Selene, a Ludmila le pidieron que regrese al camarín local, pero seguía con la cabeza en la compa. “Andá y fíjate como va, y alienten”, se escuchaba. Cuando le tocó entrar en acción no fue fácil Nadia Barrera, a la que venció en tarjetas. Al día siguiente, vía celular, reconoció que vive entrenando, dando el cien por ciento, y valoró el trabajo de Rocky: “Ve que queremos avanzar en el boxeo y ser mejores personas”.

Por si faltaba una emoción, cuando en el gimnasio ya habían pasado cinco combates, subió una estrella histórica al ring. Héctor Luis Patri, el minimosca que conoció 14 países con el boxeo y a los 34 años peleó por un título mundial, siendo el primer platense en llegar a hacerlo en 1991, en Iowa, Estados Unidos (perdió por puntos), además de ser medallista olímpico en Montreal 1976, donde por única vez en la historia Argentina no figuró en el medallero pero el boxeo se trajo tres de los cinco diplomas (uno fue para Patri, quinto en la categoría peso mosca junior).

En el ring side Patri se encontró rodeado de afecto, amistades y admiradores, como el “Vendaval” Santiago Acosta, quien en 2012 llegó a ser el segundo platense que tuvo la chance de un título mundial supermosca en Maracaibo, Venezuela. En esta imagen, con los puños que simbolizan la lucha, están juntos los dos, que quedaron en la galería de los «doble campeones», argentinos y sudamericanos, donde la ciudad también cuenta a otros nativos de la ciudad, Antonio Aguilar, Adolfo Arce Rossi, Walter Rodríguez, Luciano Cuello, más el adoptivo Hugo Luero. En la foto que captamos en UNO, están “El Potro” Corso (de rojo), David Caliva (gorrita) y Raúl Rodríguez (rapado), púgiles de la ciudad con mucha historia y amor al deporte de las narices chatas.

La última y a la lona… Esta noche, a las 20 horas. El colega Pablo Lofiego entrevistará en vivo por el instagram (Golpe a la Bolsa) a un guapo de Berisso, Carlos Gastón Suárez, que en las últimas peleas de su vida hará en marzo otra presentación en Estados Unidos.
A estar atentos a Estudiantes Play, ya que todo el contenido que fue visto en vivo hasta la trasnoche del sábado, volverá a estar a disposición para los espectadores y gratuito en la sección de Boxeo, con solo ingresar a la página.

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