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martes, julio 8, 2025

Una herencia de padre a hijo: jugar a la pelota

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Soñar. Jugar. Intentar hacerlo juntos. Volver a casa pensando cómo fue el partido y cuándo será el próximo. Siempre primero en forma empírica, luego las expectativas de llegar, la ilusión que muy pocas veces se hace realidad. En el Día del Padre elegimos algunas historias, prefiriendo las más recientes, de seres que son dichosos de vivir esta experiencia.
Parece cuento, pero es toda una poesía ó una bella canción, como los primeros versos del catalán Serrat desde que decidió cantar en castellano «a menudo los hijos se nos parecen y así nos dan la primera satisfacción».
Los Sanguinetti son sangre de fútbol, con recorrido internacional. Hoy trabajan en Ecuador, en Maracá. Y el uruguayo, jefe de familia que con Rita trajeron a la vida en 1992 a Nicolás Sanguinetti, de cuna platense, hoy le toca ser asistente. Ya había tenido un debut en Perú con la Universidad Tecnológica de Cajamarca, como videoanalista. “No somos los únicos”, afirma el “Topo, próximo a festejar 59 años. El diálogo con Vive repasa los casos de Mario Viera, ex arquero uruguayo, que estuvo en 2024 con su hijo Sebastián Viera en el Real Cartagena. Otros ejemplos son los del último campeón de la Copa Sudamericana, Gustavo Costas que con dos de sus tres hijos (Gonzalo y Federico) trabajan en Racing.
El ídolo tripero contesta a la requisitoria de cómo deciden largarse: “En la pandemia Nicolás hizo el curso de DT cuando una serie de lesiones no le permitían tener continuidad como jugador, y en ese período donde empezó a darse todo on line, yo estaba en Bucaramanga (con el ayudante Aurelio y el profesor Amoroso), cuando sumamos (a su hijo) como videoanalista; le dijimos al club que corría por cuenta mía. Luego nos vinimos y me salió lo de Cuenca, donde no me puede acompañar Aurelio por temas personales y le pregunto a Nicolás si quería tener la oportunidad de ser mi ayudante o si quería seguir como videoanalista”.
Nicolás Sanguinetti pasó a la nueva función y un cambio grande que empezó a experimentar en Unidos de Olmos, junio de 2023, donde armó el plantel que será campeón (cuando él ya estaba en Perú junto a su padre».
El vínculo empezó como un juego, cuando «El Topo» podía verlo en la cancha de San Cayetano, barrio La Loma, siempre que el fútbol profesional se lo permitiera en una época magnífica para Gimnasia. “El Topito” de la categoría ’92 llegó a jugar con su equipo una final ante Estudiantes, en el Estadio Unico, frente Gerónimo Rulli, hoy arquero del seleccionado nacional. Además, son amigos desde el colegio.
El “Topo”, ex hombre de la Selección uruguaya, recuerda “una linda etapa que pasé en el fútbol infantil, aunque en Uruguay era distinto, los sábados nos hacían ir a almorzar al club y a la tarde teníamos partido», dice en una nota revisteril, donde apuntó que los nombres de las categorías en aquella época eran: “Chatita, churrinche, gorriones, semillas, cebollitas…” Para repasar sus palabras, allá lejos en el tiempo, cuando sobre su Nico chiquito deseaba con sabiduría: “Que haga lo que le gusta… Quiero que mi hijo se divierta. Este es un ambiente muy competitivo, y no sabés si un día estás y al otro no”.

CUANDO UN PADRE «CONDUCE» A UN HIJO…
El papá DT, y el hijo jugador, tiene innumerables caso. Hace poco, en un torneo juvenil disputado en Brasil, Nicolás Ayr (el “Ruso”, un ex defensor profesional pincharrata debutante en el 2000) se encontró con que ese viaje iba a tener a su hijo Valentino Ayr. El chico ya parece predestinado a los viajes, y viene dando “vueltas al mundo” desde que nació, cuando el papá era contratado por distintos clubes de latinoamérica: a los 2 años «Valen» vivió en Colombia, despuésen Perú (país donde entró a una Escuela de fútbol con 4 año), Jujuy, Madryn, Mar del Plata… Hasta que «Nico» se retiró y se instaló en La Plata, acompañándolo con el afecto paternal en los campos de juego de la Liga Amateur, en CRISFA y en ADIP.
Hablando de Liga, no es común que en Primera haya un papá que dirija a un hijo y den la vuelta olímpica. Ese gustito lo tuvo Jorge Valdéz, mandando en el vestuario y al borde de la línea de cal a su querido Gastón Valdez, delantero del Club Estrella de Berisso que arrasó en las temporadas 2002 y 2003. Todavía vivían bajo el mismo techo en una casa del barrio Villa San Carlos, calle 173 entre 26 y 26 este. Además de futboleros, dos boquenses apasionados.

Diego Muñoz jugó con su papá en la primera A liguista

INTEGRARON EL MISMO EQUIPO Y DE TITULARES

Carlos Muñoz llegó a contar veinticinco años de Liga Amateur, y ya en los últimos trotes a los 49 carnavales, disfrutó de la compañía de su hijo Diego “El Oggi” Muñoz en el mismo equipo de Asociación Coronel Brandsen. Fue en 1999, en la Divisional A, cuando todavía el club de la calle 60 no tenía la cancha propia y deambulaba por los predios alquilados. Esa relación deportiva de papá y su primogénito sigue aún con los mismos colores en el Senior, al que el conocido «Catanga» lo dirige por placer, lo mismo que su pibe (no tan pibe).
Muñoz se largó joven en Los Tolosanos (campeón de 1969), siguió en Gimnasia (reserva 1972), Cambaceres, Argentino de Quilmes, Villa San Carlos, Tricolores y Brandsen. Todo un caballero del fútbol que paralelo a los botines “laburó” desde los catorce años en el Poder Judicial.

Daniel Silva, a los 56 años, con su hijo Mauro, de 25

En la actualidad Villa Catella FC, dentro de la Liga Amistad, tiene en el mismo plantel a Daniel Silva y a su hijo Mauro Silva, que meta chiste y esfuerzo disfrutan los entrenamientos en 32 y 120. El mes que viene festejarán sus cumpleaños, el «Loco» 57 (es clase ’68) y Mauro, «Pantera», alcanzará los 26 (es del ’99). “Tengo cinco hijos de sangre y cuatro del corazón”, celebra Daniel este Día del Padre,
Si bien está en el Súper senior (mayores de 45 años, hace un par de domingos se cumplió el sueño de jugar juntos en Primera, gracias a la decisión del director técnico Juan Yanibelli. “No hay como jugar con tu hijo, sabes”, admitió el progenitor, mientras el joven definió con la misma onda: “Pude compartir cancha con mi papá en un partido contra Los Molinos, y convertir un gol con pase de él”. Por más que no haya definido ningún título, aquella jornada en Punta Lara será inmortal.
El veterano repasó su trayectoria con algún reproche a sí mismo: “Jugaba un año en cada lado, fui un loco, ya que andaba siempre solo sin que nadie me asesore”. Vistió las camisetas de El Argentino de Tolosa (1989), Villa Lenci (subcampeones 1992, con la ofensiva del 8 Silva, 9 Poggio, 10 Ojeda y 11 Desagastizábal, una de las mejores de la historia del club), un poco El Cruce, Kimberley de Mar del Plata, Sport de Magdalena, Racing de Bavio, un año otra vez en la Liga Amateur para Trabajadores de la Carne y el final en Catella. Además, tuvo pruebas en Estudiantes y Los Andes, y llegó a darse un gusto en el club de su ciudad, Cambaceres, que en 1983 lo fichó jugando en diviones menores y reserva.

La crónica dominguera termina con una  “joyita” de archivo, de la desaparecida revista número 1 en deporte. Giovanni Pablo Simeone es el primogénito del “Cholo” Diego Simeone, que fue padre durante la disputa de la Copa América de Uruguay ’95. A los nueve meses la revista publicó una nota cuando el crack era capitán de la Selección por primera vez, el 24 de abril de 1996, y paseaba por la casa del barrio exclusivo de Pilar a ese niño que con el tiempo iba a ser convocado para el combinado nacional.

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